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Opinión

Teresa Giménez Barbat

Teresa Giménez Barbat

La exclusión de la eurodiputada Teresa Giménez Barbat de las listas de Ciudadanos al Parlamento Europeo exige replantearse la relación de este partido con valores como la aptitud, el mérito o el talento, de los que sus dirigentes gustan de hacer bandera e incluso llenarse la boca.

En sus cuatro años en el Parlamento Europeo (Giménez Barbat suplió a Fernando Maura, que abandonó la Eurocámara para presentarse al Congreso por Cs) ha contrarrestado un sinnúmero de intentos del nacionalismo catalán de desacreditar a España, labor en la que, aunque parezca increíble, ha sido una pionera, pues nadie hasta su llegada había asumido como parte vertebral de su agenda la desactivación de las mentiras que los Tremosa, Terricabras y compañía diseminaban (diseminan) en el corazón de Europa.

Convencida de que no bastaba con replicar, de ella partieron iniciativas como la conmemoración en la Eurocámara del trigésimo aniversario del atentado de Hipercor

Convencida de que no bastaba con replicar, sino que había que adoptar una actitud proactiva, de ella partieron iniciativas como la conmemoración en la Eurocámara del trigésimo aniversario del atentado de Hipercor, la conferencia de la delegación de Empresaris de Catalunya, en que éstos alertaron acerca de la debacle económica que el 'procés' había desencadenado, o el acto en que, acompañado de Elvira Roca y Pedro Insua, el genetista Maarten Larmuseau disertó acerca de la inexistencia de trazas genéticas españolas en la población belga, refutando así la leyenda (negra) que identificaba a los tercios con una recua de depredadores sexuales.

Programa Euromind

Pero ni esas empresas ni la puesta en marcha y consolidación del programa Euromind, un foro que promueve el encuentro entre ciencia y política (para legislar con arreglo a los hechos en lugar de a los prejuicios) han servido para persuadir a Albert Rivera, administrador único, de la idoneidad de contar con ella.

Hace un año y medio Teresa me propuso que fuera su asesor de prensa y, ciertamente, ha sido uno de los desempeños más gratificantes de mi vida laboral. Fundamentalmente, porque uno no siempre tiene la posibilidad de admirar a su jefa, ni de tratar con gigantes como Steven Pinker, Richard Dawkins o, sin ir más lejos, Bjorn Lomborg, El ecologista escéptico, que pondrá el punto final, el próximo día 10 de abril, a las sesiones de Euromind. Porque de no mediar, en efecto, un giro de guión de ultimísima hora, la exclusión de Giménez Barbat supondrá también la muerte del programa Euromind por asfixia presupuestaria.

También de ello será responsable la actual cúpula de Cs, que ha fiado sus expectativas de voto a una insólita política de fichajes, según una estrategia que pone el tracking por encima de las convicciones, y que vacía de sentido el discurso, ya de por sí hueco, sobre la ‘vieja política’: no en vano, ninguno de esos políticos a los que están atrayendo tenía futuro en sus antiguos partidos; cuando menos, remunerado. La salida de Giménez Barbat supone, asimismo, la rotura del último vínculo de Cs con el grupo fundacional, del que formaba parte; máxime tras el más que probable abandono de la política por parte de Xavier Pericay, al que la Ejecutiva no arropó como habría sido deseable en las primarias de Baleares. “Es política, qué quieres”, me dice un amigo. Exacto. Contra esa forma de hacer política nació Ciudadanos.

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