Opinión

Sangre y fuego

Manifestantes pro-Israel
Manifestantes pro-Israel EP

Un vídeo, grabado en los aledaños de la matanza del 7 de Octubre, que me impresionó especialmente. Los palestinos de Hamás paseaban por las calles de Gaza, repleta de palestinos exultantes, el cuerpo de Shani Louk, decapitada, semidesnuda, descoyuntada, violada. A bordo de la camioneta destacaban tres terroristas de Hamás. La turba–chusma palestina corría alrededor del vehículo golpeando, escupiendo el cuerpo inerte de la joven. El espectáculo era atroz y repugnante y ejemplarizaba la ralea infrahumana no sólo de los asesinos de Hamás, también de los palestinos que celebraban la monstruosidad de la masacre y daban gracias a grandes voces a su feroz y misógino dios.  

Hablo de esto, porque se ha publicado que las fuerzas armadas de Israel han matado a los tres terroristas que aparecen en el vídeo en cuestión. Sentí una gran satisfacción al conocer la noticia. Se ha hecho Justicia. La única Justicia que merecen los terroristas antisemitas de Hamás. Es decir, la del ojo por ojo. Mucho mejor que capturarlos y conducirlos ante un tribunal que, probablemente, no los condenaría a muerte. En Israel, la pena de muerte no se aplica desde 1962, cuando se ahorcó a Adolf Eichmann. Se ha estudiado, recientemente, aplicarla a los culpables de matar a judíos por motivos políticos. Me parece bien. El Estado puede ser piadoso con un asesino en serie o hasta con un abusador de mujeres y niños, que son enfermos, a fin de cuentas, pero debería ser implacable con los patriotas asesinos. Si en España se hubiera aprobado, como medida excepcional de emergencia, la ejecución de los patriotas asesinos etarras, con la mayor probabilidad, ETA no hubiera durado y se hubieran salvado cientos de sus víctimas.    

Que el Estado no mata no es más que otra ilusión, una más de las tantas que aceptamos para poder soportar al Estado. El Estado no sólo mata, sino que mata constantemente

Ya sé que esto que digo es impopular y hace sufrir vahídos a la prensa  socialdemócrata y a muchos españoles, educados en la convicción de que las víctimas muertas no valen lo que un asesino vivo. Todo este buenismo hipócrita descansa en ponerse de parte del vivo, y al muerto que lo aspen. El muerto al hoyo y el asesino vivo al pollo (al Congreso de los diputados, al Senado, o a gobernar el País Etarra). ¡El Estado no tiene derecho a matar! Lloriquean los hipócritas y santurrones siempre a costa de la pérdida, del sufrimiento de otros. Pero. El Estado puede, y lo hace, mandar a miles de ciudadanos a la muerte en nombre de la Patria amenazada, o de algo aún más vago, los intereses geoestratégicos de los políticos de turno. Para no hablar, a un nivel más familiar, de los ancianos muertos en las residencias en tiempos del virus chino a causa de decisiones políticas, o de la horrenda tortura, y subsiguiente muerte acelerada, de los enfermos de ELA, a los que los políticos niegan el dinero que necesitan. Que el Estado no mata no es más que otra ilusión, una más de las tantas que aceptamos para poder soportar al Estado. El Estado no sólo mata, sino que mata constantemente.

Pero. Volvamos a la guerra contra Hamás. En Europa y en USA se desgañitan exigiendo un alto al fuego. En Europa, el infame Borrell, gran amigo de la Cuba castrista, se pone gallito solicitando embargos y otras medidas contra la democracia israelí. Pero. Si Hamás y sus acólitos quieren conseguir un alto al fuego, lo único que tienen que hacer es liberar a los rehenes israelíes. Sin liberación de rehenes Israel no debería acceder a ningún alto al fuego. Lo de la complicidad de los llamados pueblos con los grandes asesinos que segregan, es un tema muy interesante. La Historia Oficial trata de separar siempre a estos asesinos de los “inocentes” ciudadanos, pero todo es más complicado. Si les interesa el asunto, tanto como para leerse las más de setecientas páginas de Los verdugos voluntarios de Hitler (Los alemanes corrientes y el Holocausto), de Daniel Jonah Goldhagen, Ed. Taurus, se los recomiendo.  

El propósito de los dirigentes palestinos no es vivir en paz con Israel, es barrerlo del mapa, exterminar a los judíos. “Solución” que los israelíes no aceptan, como es lógico

Cuando se trata el problema de Gaza, suele pasarse por alto que el Islam es una religión y una cultura, profundamente antisemita. La masacre del 7 de Octubre no fue política, fue una masacre religiosa.

Los políticos, que suelen ser gente roma, fatua y superficial, proclaman la necesidad de un Estado Palestino como una suerte de solución mágica para resolver el llamado conflicto palestino israelí. Tonterías. Los palestinos, y así lo han demostrado en repetidas ocasiones cuando Israel se ha mostrado dispuesto a aceptar la “solución” de los dos estados, no quieren dos estados, sólo uno, el suyo. Ellos, no Israel, han rechazado esa posibilidad. No les interesa. El propósito de los dirigentes palestinos no es vivir en paz con Israel, es barrerlo del mapa, exterminar a los judíos. “Solución” que los israelíes no aceptan, como es lógico. Se olvida con frecuencia que los palestinos de Gaza votaron por Hamas para gobernarlos y representarlos. El problema no es la política israelí, a veces errada, como en cualquier gobierno democrático, sino el oscurantista, criminal, orgullosamente proclamado, antisemitismo islamista y palestino.

La solución, por desgracia para los habitantes de Gaza que no simpatizan con Hamás, sean los que sean, pasa por acabar definitivamente con los terroristas antisemitas de Hamas. Y eso sólo puede hacerse a sangre y fuego.