Opinión

Sánchez y la balsa de piedra

Si no ha caído aún es porque no se ha dado cuenta de que la escalera ya no está

  • Pedro Sánchez -


Existe una novela de lectura obligatoria llamada La balsa de piedra, de José Saramago, una obra profundamente simbólica y metafórica que plantea la separación física de la Península Ibérica del resto de Europa, convirtiéndola en una especie de isla errante en el Atlántico.

Saramago, un hombre cabal, de ideas claras, era también un visionario, aparentemente. Porque, si bien subestimó a los portugueses, o sea, a los suyos propios, acertó en pleno en cuanto al alejamiento eventual de España del resto de Europa, que ya se puede considerar un hecho. Últimamente, agobiado Sánchez por la supuesta corrupción estructural que comandaría, no ha podido rectificar nada en su agenda.

Por lo que España ya está a destiempo y ha quedado ridículamente expuesta. Es un pintor colgando del pincel. Si no ha caído aún es porque no se ha dado cuenta de que la escalera ya no está.

Es evidente que España está a la deriva, como en la novela de Saramago, y pronto cambiará dramáticamente su geolocalización en el mapa político mundial. Habrá que ver hasta cuándo Alemania sigue cumpliendo con fondos que le toquen a España.  Sánchez le intercambió a Europa votarles cualquier idea loca que tuvieran a cambio de una ampliación de su base de voto clientelar. Pero Alemania ya no le va a soltar las monedas como hasta hoy a Sánchez, ya no más. Ni Alemania ni otros muchos.

España es el país más “woke” de Europa. Y desde ahora se convierte en el impulsor europeo de todo lo que Estados Unidos no quiere que exista en occidente. Es notorio

Olaf Scholz, socialista, acaba de decir que los proyectos de agenda verde europea que no tengan competitividad pasan a posponerse o a eliminarse definitivamente. Sabe que su economía, con las regulaciones europeas y por darle créditos a la energía, a los autos eléctricos, por cerrar centrales nucleares, etc., perdió competitividad. 

O sea, el único líder europeo que sigue férreamente abrazado a una agenda que ya estaba derrotada, y con Trump sufrió el golpe definitivo, es Sánchez. Tiene una agenda que ya nadie quiere tener. España es el país más “woke” de Europa. Y desde ahora se convierte en el impulsor europeo de todo lo que Estados Unidos no quiere que exista en occidente. Es notorio.

Al Capitolio no te invitan si eres extranjero, pero la noche anterior, en su fiesta, el único que estuvo fue Abascal. Estaba Meloni, estaba Milei. Es decir, claramente, el marco de las alianzas de Trump está en las antípodas de Sánchez.  No solo Alemania, el resto de Europa también tiembla, apuesto a que ya no dilapidarán en España los recursos que a ellos les faltan.

Trump sabe que, en las próximas elecciones, Alemania se va a mover hacia la derecha, naturalmente. Viene pasando en Austria, Países Bajos, Italia, Hungría. Pero los que quedan, tienen elecciones ahora, justamente mientras la cruda realidad está despertando a los europeos.

Pedro Sánchez, políticamente hablando, podría percibirse mujer y llamarse Kamala. Es decir, Pedro Sánchez piensa y dice las cosas que Kamala Harris diría. Es una derrota mundial con forma humana

En fin, que España se ha convertido en un país sin ninguna consideración para Estados Unidos. Entre Zapatero que no supo cuándo levantarse y Sánchez que no supo adónde sentarse han echado a España al trastero de los EE.UU en términos de importancia geopolítica.

Hoy, Pedro Sánchez, políticamente hablando, podría percibirse mujer y llamarse Kamala. Es decir, Pedro Sánchez piensa y dice las cosas que Kamala Harris diría. Es una derrota mundial con forma humana. Pero no tiene otro camino que radicalizarse y huir hacia adelante, ahora mismo se hizo con la empresa de comunicaciones más grande del país justo cuando la justicia le incauta teléfonos por los cuatro costados, empresa que a su vez es el mayor anunciante en medios; Sánchez al igual que Maduro, no tiene vuelta atrás.

El próximo gobierno alemán no le va a dar un centavo a España, porque aún si lograse formar gobierno el viejo partido conservador de Merkel; Friedrich Merz, que es el líder, piensa igual que Trump. No es como Merkel, odia a Merkel. En realidad, hasta que Europa no cancele la locura woke, le va a ir muy mal en temas clave. Sería un desastre que Trump arancelara sus productos y cortase el grifo ucraniano, solo por citar dos de las cosas que haría si le tocan los valores occidentales; que es como si le tocaran los huevos. Las autoridades progresistas recién electas en el Parlamento Europeo no se sostienen si las elecciones en cada país cambian el signo político.

El paradigma cultural de Europa cambió, es otro. Y España se quedó con el paradigma cultural del arco iris, obsoleto, popularmente derrotado, absurdo

A Sánchez, Europa lo consideró hasta ahora un líder hábil, aunque dócil, siempre y cuando le aprobasen todos los proyectos calcados y hasta exacerbados de la agenda 2030 y verde europea. Aún hoy, él y sus cómplices más a la izquierda manejan presupuestos millonarios para imponer toda la política de los transexuales, el impulso a lo LGTB+, el cambio de sexo, el hormonar a niños pequeños, las súbitas e inconsultas apariciones Queer en los colegios; la intervención en los libros educativos con contenidos obscenos, decenas de campañas de comunicación, intervenciones médicas de transición de género en menores, y un largo etc. Estos fondos sostienen a miles de activistas y decenas de chiringuitos.

Sánchez se derrumba si los toca. Sin embargo, países como Reino Unido, Suecia y Dinamarca, ya han revertido este tipo de políticas. Ya gran parte de la comunidad científica ha señalado estas prácticas médicas permitidas en España como “crímenes médicos”. El paradigma cultural de Europa cambió, es otro. Y España se quedó con el paradigma cultural del arco iris, obsoleto, popularmente derrotado, absurdo.

Temer a la justicia

En fin, a la postre, lo que nació de la imaginación de Saramago se cumplió. España se ha separado de Europa, ahora el asunto es adonde terminará la banda de Sánchez. Si como en la novela La Balsa de Piedra, su deriva fuera hacia el Atlántico, bien podrían acabar sus días cerca de Venezuela. Desconectados de Europa y, si existiera una oposición seria, tal vez de su propio pueblo.

Si la oposición española despertase; si realmente pesara inteligentemente en este momento clave de la historia, este Gobierno incluso podría temer a la justicia, pero no tiene porqué.

Por el momento, la oposición en España es funcional a Sánchez, es políticamente inútil. Ojalá pronto aparezca alguien que como en la obra de Saramago, harto de la deriva, grite a los cuatro vientos: “No es el mar el que nos lleva, somos nosotros quienes lo cruzamos”. Hoy necesitamos más que nunca navegantes que se atrevan a cambiar el rumbo antes de que esta extraña travesía termine en naufragio.

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