Opinión

Rubiales contra el totalitarismo feminista

El presidente de la RFEF, Luis Rubiales
El expresidente de la RFEF, Luis Rubiales Gtres

En todos estos años de feminismo obligatorio, Rubiales es el único que se ha negado a dejarse sacrificar en el altar del #metoo, y espero que luche hasta su último aliento; ojalá los demás hombres siguieran su banderín de enganche. Y sí, él es un macarra probablemente corrupto y, además, socialista pata negra, pero ¿acaso quienes dirigen esta distopía son mejores?

Primero intentaron liarla porque Vilda, el entrenador con el que la selección femenina ha ganado el Mundial, dijo “campeones” en lugar de “campeonas”. Pero aquella memez no cuajó, y tuvieron que esperar a que el torpe de Rubiales se lo pusiera en bandeja. Y no sólo van a por él, sino también a por todo aquel que guarde silencio: si no condenas la “agresión sexual”, eres cómplice. Así, se acusó a  Rafa Nadal por callary se puso en el punto de mira a los jugadores de la selección masculina, que estarían esperado a que escampara y que al final, tras 15 días de presión, han sacado un comunicado.  En él condenan los “comportamientos inaceptables por parte del señor Rubiales”, pero ni nombran a Jenni Hermoso —utilizan un elástico “jugadoras”— ni se habla de besos ni, por supuesto, de agresión sexual. Para las hordas mediáticas al servicio del gigantesco chiringuito feminista, el comunicado de marras no ha sido suficiente. Àngels Barceló ha acusado a los futbolistas de haberlo redactado para salir del paso, imagino que habría preferido que acudieran con antorchas al domicilio de Rubiales; y otro periodista cuyo nombre ignoro acusó a Carvajal de que la selección no apoya explícitamente a “la víctima”.

No sólo se condena al reo antes del juicio, sino que también se represalia a todos sus allegados como en las tiranías comunistas y las novelas de Orwell

¿Somos conscientes de lo que significa que ni siquiera los testosterónicos y millonarios futbolistas osen hablar claro? El otro día le comenté a un amigo que en las tertulias televisivas sólo poquísimas mujeres, como María Jamardo, denuncian la cacería del hombre y el juicio mediático al que están sometiendo a Rubiales. “No me extraña que los hombres no digan nada”, admitió mi amigo, “yo tampoco me atrevería”. Y eso que entonces no sabíamos que Vilda ha sido destituido ¡por aplaudir!  A Luis de la Fuente, seleccionador del equipo masculino que le debe todo a Rubiales y que también aplaudió, no le han echado porque se ha rebajado  a pedir perdón. Le dieron a elegir entre el honor y la guerra y eligió el deshonor y el sueldazo. Y esperemos que, como Chamberlain, acabe teniendo la guerra. Mientras,  periodistas de izquierdas intentan linchar a Carvajal  porque, en el ejercicio de su libertad de expresión, sigue negándose a juzgar lo sucedido.

No sólo se condena al reo antes del juicio, sino que también se represalia a todos sus allegados como en las tiranías comunistas y las novelas de Orwell. El Gran Hermano exige que no creamos a nuestros ojos—que sólo han visto un beso irrelevante en un momento de euforia—, sino a la pantalla que nos dice que Rubiales agredió sexualmente a Jenni. Pronto será obligatorio participar en los dos minutos de odio. De hecho, mucha gente de izquierdas —ojo, no toda— ya lo hace de sumo grado. Sin embargo, esos mismos no se alteran cuando una mujer es violada brutalmente por una manada extranjera, ni ven nada raro en que una ley que excarcela antes de tiempo a violadores y pederastas, pueda encarcelar a un hombre por dar un piquito a una mujer.

Una mujer que en el vestuario contaba lo sucedido con mucho cachondeo. En el vídeo del autobús —en el que también viaja Rubiales—, se la ve bromeando sobre el asunto, y sus compañeras corean “beso, beso, beso”. ¿Estaban haciendo apología de la cultura de la violación? ¿Serán juzgadas por cómplices de agresión sexual? Y ya en España, la propia Jenni aseguró en la COPE que, aunque siempre habría quien le sacaría punta al tema, sólo era algo anecdótico:  lo importante era haber sido campeonas del mundo. Quién la ha visto y quién la ve. Yo creía que las futbolistas están acostumbradas a la presión, pero a lo mejor me equivoco y sólo los futbolistos pueden resistirla.

Podríamos empezar a pensar que, si esto se lo están haciendo a Rubiales, que tiene poder y muchísimo dinero, ¿qué no le harán al pobretón español anónimo?

Y mientras Hermoso no denunciara a Rubiales, podríamos pensar que todo era una serpiente de verano que quedaría en nada. Pero ahora parece que ya ha denunciado o, cuando menos, ha ido a ratificarse a fiscalía para que esta pueda poner la querella. ¿Y de quién depende la fiscalía? Pues eso. Aun así, todavía podríamos creer que esto es un tema futbolístico que no nos compete y aguardar tranquilamente a que llegue el siguiente escándalo que nos distraiga de lo importante —la investidura, la amnistía, la inflación, el precio del aceite…— O, también, podríamos empezar a pensar que, si esto se lo están haciendo a Rubiales, que tiene poder y muchísimo dinero, ¿qué no le harán al pobretón español anónimo? Si no ponemos pie en pared, si seguimos agachando la cabeza ante los feminismos y no rebatimos sus mentiras, mañana será tu hijo el que no vuelva del instituto porque le hayan detenido por dar un piquito a la chica que le gusta. Y entonces será demasiado tarde.