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Opinión

Revolución sanchista: cambio de régimen

Sánchez S.A., la mayor agencia de colocación de España
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un mitin del PSOE. Flickr PSOE

La XV legislatura se inicia con la investidura de Sánchez "comprada" a los enemigos declarados de España, y su continuidad en el tiempo hipotecada, por contrato público y oculto, para el cambio de régimen político. Primera fase: ley amnistía, esto es, impunidad para sus socios, delincuentes condenados por sentencia firme contra el orden constitucional que debían defender. Sabe que no puede justificarse democráticamente dentro del orden constitucional (así lo había dicho antes) porque rompe la integridad del Estado de Derecho, la igualdad de todos los ciudadanos, la independencia judicial y la seguridad jurídica. Ahora, para justificar lo injustificable, propala el relato falaz del reencuentro para tranquilizar a adictos y cazar a ingenuos. Cuando se apruebe y, previsiblemente, el TC con mayoría “progresista” haga una interpretación conforme que la valide,” -a no ser que el Sánchez en mitin lo consulte al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) tendremos la primera ley habilitante del nuevo régimen autoritario. Sin cambiar la Constitución porque no puede, quedará fosilizada, mutatis mutandis, como la de Weimar por el nuevo orden nazi. En nuestro caso, por el nuevo orden progresista que instituye la arbitrariedad sin más límites que los que el poder establezca según sus intereses, sorteando los principios y valores constitucionales con argucias de leguleyos. Así la democracia real es cancelada por otro régimen sociopolítico de perfil totalitario.

Mientras la ley de amnistía sigue su proceso legislativo urgente y sin contrapesos, Sánchez abre la segunda fase: el PSOE entrega Pamplona a Bildu, partido de ultra de izquierda, secesionista con historial y vínculos con el terrorismo etarra (853 asesinados, 3.500 atentados, miles de víctimas y 379 casos de asesinatos sin resolver. Informe del Comité de Peticiones del Parlamento europeo, 21.04.2022).  Y la tercera: mete a los enemigos del Estado en la Comisión de Secretos Oficiales.

Todo va muy rápido. Sánchez va autorizando la sucesión de los escándalos destructivos, que no ha hecho más que empezar, en una secuencia calculada para que sus socios le sigan votando. Así las cosas, interesa verlo en perspectiva: de dónde viene el PSOE y adónde nos conduce.

Hacia un poder autocrático

El PSOE de la Transición mutó del marxismo revolucionario a la socialdemocracia, pero ahora con Sánchez, amparado por Zapatero, vuelve a sus orígenes revolucionarios. Antes, con Largo Caballero estaba por la revolución bolchevique contra la República con arreglo al modelo revolucionario de la primera mitad del siglo XX: revoluciones generadoras de guerras civiles, que asolaron Europa de muerte y destrucción, como la guerra civil francesa de la Comuna de París (1871) durante la Tercera República, las dos revoluciones rusas (1905 y 1917), la guerra civil española (1936-1939). Ahora, con Pedro Sánchez, está por una revolución postmoderna contra la Nación española y los valores superiores de la Constitución. Consiste en la transformación desde el poder democrático hacia un poder autocrático, manteniendo ciertos formalismos democráticos, como las elecciones, pero condicionadas por redes de poder clientelar, uso político del dinero público (subvenciones, red calculada de beneficiarios), y propaganda progresista a través del uso partidista de las instituciones y el control ideológico de los medios. Responde a una estrategia de control para amoldar el marco mental de la población a una realidad fluida, que se construye al toque de los intereses cambiantes del poder como estamos viendo.  Cumple una función de hegemonía ideológica para perpetuar la dominación.  

Este modelo es real; se ha implantado, por ejemplo, en países hispanoamericanos, donde según The Economist el 98% de los ciudadanos no viven en una democracia completa; sólo se salvan Uruguay y Costa Rica. Otro caso notorio es la pseudodemocracia rusa de Putin.

Una masa social adicta

En Cataluña tenemos otro ejemplo de democracia defectuosa: Pujol instauró un régimen autoritario durante más de 20 años: el nuevo orden nacional-separatista, contrario al orden constitucional. Con el poder cedido por el Estado, dinero y propaganda nacionalista en los medios públicos y subvencionados, amoldó el marco mental de una masa social adicta, nutrida de supremacismo(som una nació mil·lenària sotmesa a un Estat repressor), victimismo (l’Estat nos ens entén...ens roba...) y un enemigo como cohesionador interno (Espanya és l’enemic).  Máquina eficaz para gobernar incluso en minoría (en 44 años sólo ha habido tres mayorías absolutas, las de Pujol entre 1984 y 1992). No obstante, desde 1980 el nacionalismo antiespañol ha mandado siempre con pactos de distintos collares (CIU, PSC, ERC, ICV, Junts). Este ha sido el paradigma de las élites políticas y económicas catalanas desde el siglo XIX: imponer su voluntad, vivir del privilegio por cesión del Estado y a costa de los españoles. Los otros ciudadanos quedan fuera del nuevo orden instaurado y sufren las consecuencias de exclusión.

Sánchez, calculador y adicto al poder, está haciendo con España lo que los nacionalistas catalanes han hecho durante décadas. La implantación del nuevo orden progresista exige patrimonializar el poder, imponer su voluntad y hacer imposible la alternancia política. No hay día que no hurgue en la división entre PP y VOX: criminaliza a VOX y culpa al PP. El PP se defiende y ahonda la división (divide et impera). 

Sánchez aprendiz de sus socios nacionalistas usa el victimismo contra VOX y PP: lo que para el progresismo es odio de la derecha (v.g. declaraciones de Abascal en Argentina), para la ultraizquierda sanchista es libertad de expresión (v.g. dirigentes del PSOE: guillotina para Rajoy; dirigente comunista: ejecutar al Rey…; ministra del PSOE: colgar a Esperanza Aguirre de la catenaria). 

Sánchez lleva mal la pérdida de poder autonómico y local; ve que los ciudadanos han normalizado los pactos entre PP y Vox en regiones y municipios, por eso arrecia su control del poder estatal, amplia la red clientelar con dinero público, y la propaganda del supremacismo progresista es omnipresente en los medios públicos y controlados con subvenciones. Se afana en consolidar un muro o foso de separación entre bloques, consolidado en Cataluña y País Vasco, se quiere imponer en España, y también en la UE como pudimos apreciar el pasado 13 de diciembre en la última comparecencia de Sánchez en el Parlamento Europeo.

La estrategia es nítida: adopta el “triángulo de hierro” de los nacionalistas para afianzarse en el poder: supremacismo progresista, victimismo, y un enemigo externo criminalizado, PP y Vox, reducido a un papel vicario, sometido a la hegemonía del nuevo régimen.

El PP puede mejorar las expectativas electorales, pero necesitará a Vox. Han de ser capaces, sin complejos, de pactar un programa básico común y ofrecerlo a los ciudadanos como alternativa

Lo que dure esta legislatura será para implantar el nuevo orden progresista, esto es una revolución postmoderna antidemocrática. Su tolerancia con la violencia terrorista (blanquear a Bildu ¾terroristas en listas electorales¾, y Junts  ¾Tsunami democràtic¾) les conecta con su historia revolucionaria de los años 30 del siglo pasado, así como el acoso y fiscalización a la judicatura como hizo el Frente Popular en 1936. Su avance dogmático en todos los frentes (político, jurídico, social y cultural) va degradando la democracia constitucional. El deterioro ya es notable. Veremos hasta dónde llega el poder de esta deriva totalitaria en el marco de la UE.

Reconstruir las condiciones de una democracia liberal plena es el reto si queremos una España de ciudadanos libres e iguales, fuerte y competitiva. Es necesario que los valores superiores del ordenamiento constitucional (libertad, igualdad, justicia y pluralismo) vuelvan a guiar y ser decisivas en todas las instituciones del Estado, autonomías y ayuntamientos.

Es bien sabido que es más difícil reconstruir y enmendar lo que se ha roto o estropeado.  Por eso son necesarias para este fin las sinergias entre fuerzas políticas y sociales. El PP puede mejorar las expectativas electorales, pero necesitará a Vox. Han de ser capaces, sin complejos, de pactar un programa básico común y ofrecerlo a los ciudadanos como alternativa. Y no cometer errores.  

La capacidad de movilización ciudadana de las organizaciones sociales es un activo para el cambio democrático, pero deben unirse en una plataforma con propuestas básicas ordenadas en un Manifiesto común.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.

  • K
    k. k.

    Lo más divertido de todo es que la gente se niega a aceptar la solución que tienen delantes de las narices. Simplemente hay que formar una alianza entre VOX y PP, presentarse juntos a las elecciones y GANAR.
    Y qué hacen todos. Echarse los trastos a la cabeza, jugar al "y tú más", inventar bodrios tipo Nueva Izquierda, meditar, filosofar. Un país poco práctica y un pelín estupidito.

  • U
    UnodeTantos

    Continúa Jorge Vilches:

    Ese fue el camino del PSOE hasta el año 2000, cuando Zapatero llegó a la secretaría general, y se volvió a las estrategias anteriores de alianza con los nacionalistas por compartir un enemigo común, la derecha. Si para eso había que cuestionar la nación, "DISCUTIDA Y DISCUTIBLE", Y RETORCER LA CONSTITUCIÓN, SE HACÍA.

    No en vano el problema actual no viene de la reacción del Gobierno del PP el 1-O de 2017, como dicen los corifeos del sanchismo, sino del Pacto del Tinell y del lío del Estatuto de Cataluña propiciado por Zapatero.

    Aquella estrategia socialista resucitó al peor PSOE, al que posterga el sentido de Estado y la lealtad a la Constitución, con tal de aumentar sus fuerzas y apartar a la derecha. El sanchismo es un giro de tuerca a esta política de Zapatero.

    El sanchismo de hoy es el mismo que en 2016, el de un oportunista sin escrúpulos, capaz de sostener la "confederación de naciones autodeterminadas" como la fórmula ideal si ello le procura la alianza con los nacionalistas y el poder.

    Ya en abril de 2017 Sánchez definió España como una "nación de naciones".
    Un mes después, en campaña de las primarias del PSOE, dijo que Cataluña era una nación y planteó la reforma del art. 2 de la CE para incluir el "carácter plurinacional del Estado". Esto lo aprobó el XXXIX Congreso del PSOE, en 2017, con la forma de federación.

    Sánchez usó la estrategia de la "nación de naciones" para hacerse con el voto de la militancia catalana, valenciana, balear y demás con el objetivo de ganar la secretaría del partido en 2017 a Susana Díaz.

    En coherencia con esto, en 2018 se apoyó en los grupos parlamentarios nacionalistas para echar a Rajoy, y luego formar un Frankenstein.

    Esa trayectoria histórica del PSOE, su esencia desde 1917, es lo que propicia el que PNV, Junts, ERC, Bildu y cualquier nacionalista vea en el partido socialista un aliado para sus propósitos independentistas, y rechace la colaboración con la derecha nacional.

    Del mismo modo, esa estrategia explica el rechazo a la colaboración con el PP, al que tienen por defensor de la unidad del país y del imperio de la ley.

    En suma, el PSOE volvió a su esencia con Zapatero en el año 2000 y la certificó con la salida en falso de Sánchez en 2016 y su regreso triunfal al año siguiente. El mismo partido, por acción u omisión, echó por la borda la europeización, la moderación y el tono socialdemócrata que le dio la generación de 1977.

  • U
    UnodeTantos

    Tremendo artículo del Sr. Rul, nos pone ante la dura realidad a la que se enfrenta España por la voluntad de la extrema izquierda y de los separatistas/golpistas vascos y catalanes. Pero hay un hueco entre 1939 y este CORRUPSOE actual.

    De un artículo de Jorge Vilches sobre la historia de CORRUPSOE:

    La táctica de aliarse con quien compartía el medio -el derribo-, aunque no el fin, hizo que entre 1961 y 1977 se recuperase la idea de la confederación republicana de nacionalidades ibéricas como "realidades políticas"; esto es, naciones como sujetos de soberanía no reconocida.
    Renovaron el argumento con la teoría del socialista Anselmo Carretero, exiliado en México, que definía España como un "estado plurinacional" o una "nación de naciones".
    De hecho, en el congreso de 1972 se aprobó que el PSOE apoyaría las "legítimas aspiraciones de los pueblos de las diversas nacionalidades ibéricas".
    En el Congreso de Suresnes, en 1974, el PSOE adoptó una "abierta actitud filonacionalista de signo periférico", según escribió hace años Andrés de Blas. Se reconoció el derecho de autodeterminación de las "naciones" del "Estado español" como estrategia de la clase obrera para su "completa emancipación". Ese PSOE hablaba de España como un conjunto de "nacionalidades y regiones marcadamente diferenciadas", que debía ser resuelta por una "República federal". El cemento del Estado no era la nación española, sino la unidad de la clase obrera.
    La declaración autodeterminista de Suresnes se repitió en el congreso del PSOE de 1976,

    El cambio se produjo porque esa "realidad" no era cierta, y así lo constató la revista socialista Sistema. La gente quería descentralización sin independencias ni gaitas. Esta fue la razón de que Felipe González y Alfonso Guerra, ya en 1977, cambiaran la resolución del partido apostando por "poderes autonómicos en las nacionalidades y regiones".

    En el siguiente comentario incluiré lo que dice Vilches desde el año 2000.

  • U
    UnodeTantos

    No es accidental que el PSC sea un catalizador del nacionalismo catalán.

    El PSC apoyó la ley de consultas nacionalista en 2014.
    El PSC de Sitges declaró non gratos al Rey y su familia hace unos días.
    El PSC metió a Castelldefels en la Associació de Municipis per Laindependéncia, donde ya forman 72 ayuntamientos gobernados por el PSC.
    El PSC se sumó en 2016 a una manifestación separatista contra el Tribunal Constitucional, con Iceta a la cabeza.
    El PSC homenajea cada año al golpista Companys.
    El PSC participó en el linchamiento de los padres de Balaguer que pedían que su hijo estudiara en catalán y castellano.
    El Parlament vota el golpe de Estado y el PSC se abstiene y se queda mirando.
    En Premiá de Mar votan que la bandera española no cuelgue del ayuntamiento.
    En la Biblioteca Municipal de Esplugas permiten propaganda separatista.
    El PSC vota en contra de que las empresas contratistas puedan presentar sus propuestas en español en el ayuntamiento de Barcelona.
    El PSC vota en contra de que el español también sea vehicular en la enseñanza en Cataluña.
    El PSC permite que un puñadito de CDRs lleven desde el 14 de octubre ortando la Meridiana varias horas al día.
    El PSC indulta a los golpistas y suprime el delito de sedición.
    El PSC coloca a jueces nacionalistas en los altos tribunales.
    Y así ad infinitum. (Dolça Cataluña)