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Opinión

Un recambio para Puigdemont

Jordi Turull y Carles Puigdemont.

Uno de los padres de la Constitución, presente en los fastos del 45 aniversario, Miquel Roca Junyent, subrayaba en su intervención que lo más importante es la voluntad política. Ahora no hay voluntad política, al menos para alcanzar acuerdos por el bien común, no por el bien de un partido o de una persona. La tramitación de la Ley de Amnistía, que entra mañana a debate en el Congreso, no puede ser la ley pensada y diseñada tan sólo al objeto de evitarle la cárcel a Carles Puigdemont. Tal iniciativa rompe el principio de igualdad de todos los ciudadanos ante la ley que proclama la Constitución.

Una cosa es la aritmética parlamentaria que otorga la llave de la gobernabilidad al partido independentista Junts y otra es regalársela a Puigdemont con un lacito. Las instituciones, la ley, las normas se modifican desde dentro, respetando la legalidad, el marco jurídico, los dictados de la Carta Magna, con la voluntad política de la que habla Roca, no con la voluntad partidista de Puigdemont, asumida ahora por el Gobierno para conseguir el respaldo de sus siete diputados. La Amnistía pulveriza la igualdad de todos los españoles ante la ley. Negociar con un prófugo de la justicia no tiene nada que ver con la convivencia porque fue precisamente él, con su delirio y su actuación, quien la quebró. No es convivencia el reunirse en otro país, a carcajada limpia, como si nada hubiese pasado. Siempre he defendido que no es lo mismo Oriol Junqueras que pasó por la cárcel por estar en el mismo barco que Puigdemont. La vida en prisión -aunque con un tratamiento muy amable- no tiene nada que ver con la del prófugo en Waterloo. El que se dice president en el exilio y alguno de sus compañeros de fuga han vivido a cuerpo de rey.  Es evidente que la 'voluntad política' de Roca precisa de otros protagonistas, de otros individuos que la impulsen y la negocien.

Es evidente que la 'voluntad política' de Roca precisa de otros protagonistas, de otros individuos que la impulsen y la negocien

No deberian recibir el mismo tratamiento penal quien hace buenamente su trabajo, esto es, ayudar a la fuga a Puigdemont, léase el recientemente juzgado consejero de Interior por aquel entonces, Miquel Buch, que quien apretó el botón rojo que propició el golpe a la convivencia y al Estado. Eso que dicen 'convivencia' no se construye dándose a la fuga y dejando empantanados de miles de personas que le siguieron en su proyecto. Junts debería hacer un recambio de liderazgo, no puede seguir al frente quien los abandonó en una huida innoble, para que algunos pasaran por la cárcel y otros estén a la espera de la resolución judicial.

La verdadera igualdad

La Constitución no es el problema, sino quién o cómo se interprete, La amnistía quizás no causara tanto revuelo político si, al fondo del escenario, no apareciera la figura de Puigdemont. La verdadera igualdad pasaría porque el fugitivo regrese, se enfrente a la justicia, a los tribunales y luego que se cobije bajo la amnistía, o no. Si lo logra, que se presente luego contra Junqueras en unas elecciones, si tal es la idea de su partido. Jordi Turull, su mano derecha, actual interlocutor de Santos Cerdán en Ginebra, cumplió su condena en prisión, como alguno otro de los responsables del procés. Luego Sánchez les propició el indulto. Bien podría ser el sucesor.

Perdemos el tiempo en banalidades, centramos el debate en liberar al que voló los cimientos constitucionales mientras tenemos una sociedad con mucho por hacer. Falta, como dice Roca, voluntad política para acabar con las desigualdades, para que todos tengamos acceso a una educación, una sanidad pública de calidad, seamos iguales ante la ley, se respeten nuestros derechos. Si algo tan obvio como eliminar el término 'disminuido' de nuestra constitución, si algo elemental como modificar ese artículo 49 no se ha hecho, poco podemos esperar de esa voluntad política que reclama el antiguo colaborador de Pujol. La convivencia no es liberar a Puigdemont, la convivencia es respetar las urnas, los votos, las leyes, el Estado de derecho.

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  • V
    vallecas

    Los bárbaros llevan tiempo amenazando la convivencia. Usted (es) los apoyan porque esos bárbaros son de los "suyos".
    Los bárbaros son todos iguales, te quitan la libertad. y ahora que los ven de cerca, se asustan.
    Son ustedes simples y superficiales, Dª Inma, mucho peor que los malvados inteligentes.

  • W
    Wesly

    Una importante precisión, Sra. Lucas.

    Aquí Ud., deliberadamente, por supuesto, confunde los términos.

    Es cierto que Puigdemont es un delincuente fugado de la justicia que no debería tener la llave de la gobernabilidad de España.

    Pero quien se la concede voluntariamente, quien se presta a amnistiarle, quien se presta a destruir la igualdad ante la ley, quien decide humillar a los jueces que persiguen al delincuente, a los policías que hicieron su trabajo bajo presión para intentar parar el golpe, quien, en definitiva, acepta voluntariamente (representando a todos los españoles) todos los chantajes que el delincuente pone encima de la mesa es Pedro Sánchez.

    Pedro Sánchez lo tenía (y lo tiene) muy fácil.

    Contra el vicio de pedir está la virtud de no dar.

    Pedro Sánchez podía (y puede) pactar con el PP o repetir elecciones, esta vez sin mentir y dejando totalmente claras sus intenciones.

    Pero para Pedro Sánchez el interés supremo, el único interés que hay que preservar es el que tiene como única finalidad asegurar su estancia en La Moncloa.

    A costa de lo que sea.

    Y Ud., Sra. Lucas, contribuye con su escrito a desviar voluntariamente la atención de lo realmente importante, la obsesión enfermiza de Pedro Sánchez por alcanzar y conservar el poder.