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Opinión

El PP ignora qué hacer con Euskadi y Cataluña

Alfonso Alonso.

Tal vez recuerde usted aquella memorable película Alien en la que la nave Nostromo era enviada al encuentro del monstruo mientras su incauta tripulación ignoraba que era sacrificable. Algo parecido es lo que la derecha española está haciendo con Euskadi y Cataluña. El nuevo PP, cegado por su propio miedo a que los de Abascal le arrebaten la bandera, está decidido a desdeñar cualquier mensaje incómodo de los que abundan en aquellas tierras, mientras ansía los réditos que espera recoger en el resto de España a base de convertir en símbolos negativos ambas comunidades autónomas. De modo que, a la espera de otros premios, los populares no parecen tener empacho en dar ambos territorios por perdidos e inmolar a su propia gente de allí, incluso aunque ello engorde al enemigo nacionalista local.

Que un amplio segmento de clase media "de orden" en Cataluña ni se plantee votar al PP y que en Euskadi casi toda esa misma gente vote al PNV con plena tranquilidad y sosiego, no parece quitarles el sueño a los dirigentes populares. O puede que sea simplemente que les resulta tan incómodo verlo que prefieran ni pararse un segundo a pensar por qué ocurre así.

Los miedos de Urkullu

Lo más que se les llega a oír es el mantra de la sobrerrepresentación de las comarcas catalanas rurales callando, eso sí, que en Euskadi pasa justamente lo contrario y la sobrerrepresentación, muchísimo más acusada (25 idénticos escaños por cada provincia) lo es a favor de Álava, el territorio que siempre ha sido menos nacionalista, aunque tantas torpezas ya vayan ayudando a que lo sea cada día más.

La semana pasada el diario catalán La Vanguardia publicaba un sondeo de GAD3 según el cual Esquerra Republicana ganará las elecciones catalanas. Lo previsible. Pero también pronosticaba que la operación 'Cataluña Suma' (una candidatura conjunta PP y Cs) podría acabar restando, tanto votos como escaños, a sus participantes. La extraña y pintoresca convocatoria anunciada por el encargado de Puigdemont, supeditada a unos raros presupuestos previos, generó tanto nerviosismo en Euskadi que Urkullu, que teme que los estruendos de Cataluña le contaminen las tranquilas y pacíficas elecciones vascas, ha decidido adelantarse y convocarlas para el próximo 5 de abril.

Todas estas maniobras maquiavélicas por debajo de la mesa entre ERC y JxCat en Cataluña, y con juegos de calendarios en el País Vasco, poco parecen preocuparle al PP o a lo que queda de Ciudadanos

El PNV, que sin duda ganará de calle, no solamente quiere evitar que sus elecciones queden sepultadas por los constantes tsunamis políticos provenientes del Mediterráneo, sino que también necesita de un PSOE fuerte en Madrid, que arrastre hacia arriba a los socialistas vascos para que, a su vez, estos le den al lehendakari mayoría y tranquilidad absolutas para la próxima legislatura. Por eso, antes de que los líos en Cataluña puedan amenazar los ansiados presupuestos de Sánchez y debilitarle, Urkullu se ha apresurado a convocar.

Todas estas maniobras más o menos maquiavélicas, con patadas por debajo de la mesa entre ERC y JxCat en Cataluña y en Euskadi con estas cuentas de fechas y adelantos no van en absoluto con el PP, ni con lo que queda de Ciudadanos tampoco. Ellos, a lo suyo, que no es otra cosa que lo que preocupa a sus círculos de aquí, de Madrid. ¿Para qué preguntar?

De modo que en Cataluña y en Euskadi se va a hacer lo que mejor les parezca a los líderes de las calles Génova y Alcalá, que son los que saben. Por eso el PP nacional ha tenido a Alfonso Alonso sentado hasta el último minuto mientras esperaba lo que decidían sobre él y mientras sus seguidores vascos temblaban ante la posibilidad de que les hubieran impuesto alguna candidata de mucho peso mediático… en Madrid, con un discurso atractivo… en Madrid y que despertase las mayores simpatías entre los conservadores… de Madrid. Justo donde no viven los electores concernidos, ¡vaya por Dios! Aunque finalmente se haya impuesto la lógica, lo ha hecho tan a regañadientes que el daño a la candidatura popular vasca es inevitable. El evidente desprecio a Alfonso Alonso pesará más que los abrazos forzados que veremos en la inminente campaña.

Si finalmente la encuesta mencionada acierta y los números permiten un acuerdo ERC, Comunes y PSC, podría pasar que en Cataluña se comenzase a recobrar algo de cordura, nada difícil en medio de un enloquecimiento del que solo cabe ir mejorando. En ese caso se podría abrir una nueva etapa, conflictiva sin duda, pero menos, en la que el PP quedaría por completo fuera del juego, con Vox robándole el discurso de la pasión y con Sánchez reforzado en La Moncloa. Para hacérselo mirar, oiga.

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