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Opinión

Papallona Borràs

El sainete ha terminado con los partidos independentistas peleándose entre ellos y reclamándose mutuamente un heroísmo rebelde

La delegada del Gobierno en Catalunya, Maria Eugènia Gay (i), y la presidenta del Parlament, Laura Borràs (d), en la conferencia en el Museo Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), a 14 de febrero de 2022, en Barcelona, Catalunya (España). Durante su comparecencia, ofrecida un año después de las elecciones en Catalunya y tras las que se formó el Gobierno independentista que preside Pere Aragonès, el president ha presentado la nueva hoja de ruta de su ejecutivo, centrada en lo que él ha llamado la reivindicación de los "grandes consensos de país". 14 FEBRERO 2022;BARCELONA;CATALUÑA;CATALUNYA;PERE ARAGONES;RUTA GOVERN David Zorrakino / Europa Press 14/2/2022

Poco podía imaginar Ángeles Ribes, la valiente y valiosa concejal de Ciudadanos en el  Ayuntamiento de Lérida y actualmente repudiada quizás por esas mismas razones por el partido a cuyos votantes, servidora de ustedes incluida, aún representa, que su denuncia de marzo de 2019 a la Junta electoral Provincial iba a traer estas consecuencias cataclísmicas para la unidad del frente independentista catalán. Pero así son las cosas, el famoso efecto mariposa se ha cumplido tres años después con una precisión regocijante.

Se solicitaba en esa denuncia que se retiraran de la fachada del Ayuntamiento las banderas esteladas y lazos amarillos colocados por cuatro grupos municipales desde las ventanas de sus correspondientes despachos, porque no se puede hacer propaganda política desde los edificios públicos. Denuncia que la Junta aceptó y dio lugar al correspondiente requerimiento dando un plazo de 24 horas a los partidos denunciados,  CiU, Comú de Lleida, ERC y la CUP representados por sus correspondientes portavoces, para que los quitaran. Convergencia, Esquerra y los Comunes cumplieron inmediatamente y solo la CUP decidió desobedecer y hacer alarde por tierra, mar y aire,  de lo machitos que son dando la batalla simbólica al “Estat Opresor”

Tres años después, el asunto ha llegado al final de su andadura judicial con el portavoz desobediente convertido en diputado en el Parlamento autonómico, y aquí vienen las Madres mías, obligado a dejar el cargo y sus muchas prebendas por la sentencia que determina su inhabilitación para ejercer cargo público.

Lo que hemos vivido después es un capítulo más del mamarrachismo procesista. La presidenta del Parlament, Laura Borràs, se dedicó  a defender al “injustamente represaliado” diputado Juvillá con la fiereza de una mamma siciliana, anunciando a los cuatro vientos que jamás iba a permitir semejante injusticia aunque ello le causara a ella su propia inhabilitación. Por supuesto, y a la vez, el diputado Juvillá dejaba de percibir sus emolumentos y era de facto expulsado del Parlament, porque la valentía de estos señores, ya sabemos, dura exactamente 8 segundos si los actos conllevan consecuencias.

El sainete ha terminado con los partidos independentistas peleándose entre ellos y reclamándose mutuamente un heroísmo rebelde cuyo precio personal estos revolucionarios de salón con chalet en Puigcerdá están muy lejos de querer pagar ante la estupefacción general del electorado propio y ajeno.

Burlándose con su actitud de archiduquesa del desespero de los trabajadores que ven su vida convertida en una pesadilla logística todos los días, durante meses, por la imposición de los señoritos que no tienen otra cosa que hacer

Ahora la mamma de la Catalunya gloriosa, Laura Borrás, ha querido volver a reivindicarse como “luchadora por la libertad” y restañar su reputación dañada por aquello del principio de realidad acudiendo a manifestarse con la pandilla de tarados que bloquea cada día la Meridiana, (la salida trabajadora de la ciudad, lejos de la intención de esta panda de desocupados bloquear la Diagonal o la Vía Augusta, las salidas, por así decirlo, más burguesas y más “propias”) sonriendo al lado del ex terrorista Benach y burlándose con su actitud de archiduquesa del desespero de los trabajadores que ven su vida convertida en una pesadilla logística todos los días, durante meses, por la imposición de los señoritos que no tienen otra cosa que hacer más que manifestarse.

Pocas veces una denuncia municipal ha tenido unas consecuencias simbólicas tan grandes.  Ángeles Ribes, que tiene en su mesa de despacho todas las piedras que le han arrojado en su ejercicio valiente de defensa de España con la fecha rotulada del día en que se las lanzaron, puso un espejo en el que se han reflejado la cobardía, la impostura, el clasismo, la pequeñez y las mentiras de la casta gobernante.

El 'efecte Papallona'.  Papallona Borrás.

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