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Opinión

Cuatro nuevas leyendas negras

Manos levantadas en una manifestación contra la violencia machista

Afortunadamente, se comienza a hablar cada vez más de la (injusta y falsa) leyenda negra hispanófoba que llevan fabricando propagandistas foráneos desde hace siglos. Pero se destacan mucho menos las “nuevas” leyendas negras (no menos falsas e injustas) que hemos creado (e interiorizado) nosotros solitos, y además recientemente:

La España inexistente

España nunca habría sido una nación sino un «mero» conjunto inconexo de pueblos o reinos. Las únicas naciones “verdaderas” serían el País Vasco y Cataluña, y desde antiguo. Da igual que éstas nunca hayan sido comunidades políticas independientes. Da igual que Hispania (en latín) o Iberia (en griego) aparezca reflejada como tal entidad en los libros de geografía más antiguos, desde Estrabón (siglo I a.c) a Asclepíades de Mirlea. Da igual que a partir de Leovigildo, los godos se integraran con la población hispano-romana gobernando prácticamente toda la península. Da igual que San Isidoro de Sevilla (624) ya consideraba a España como una entidad con sentido propio en De Laude Spaniae y que en De origine Regum Gothorum narrara la primera historia nacional de un pueblo en la Edad Media. Da igual que cuando Jaime I el Conquistador hablaba de los «cinco regnes d’Espagna», no incluyera en ellos ni a Cataluña ni al País Vasco. Da igual que el patronímico «español» (de origen lemosino) surja en la Edad Media, aplicándose a los que cruzaban los Pirineos huyendo de la invasión musulmana, en su mayoría por tierras catalanas. Da igual que se eligiera el nombre de “Marca hispánica”.

Antes de la I Guerra Mundial existían en el mundo solo cincuenta y nueve países independientes. España era, desde hacía siglos, uno de ellos

Da igual que desde Alfonso VI, el título del rey de España o «emperador de las Españas» acompañaba a la corona de Castilla. Da igual que Rodrigo Jiménez de Rada (1170-1247) presentara a España (De rebus Hispaniae) como un hecho singular, donde el noble más importante sería el Señor de Vizcaya. Da igual que la «Primera Crónica General de “Espanna”» (1272-1275) de Alfonso X constituya la primera historia nacional en lengua vernácula de Europa. Da igual que en la Constitución de 1812 se constituyera como una de las primeras naciones “modernas”.

Antes de la I Guerra Mundial existían en el mundo solo cincuenta y nueve países independientes. España era, desde hacía siglos, uno de ellos.

La Reconquista que nunca existió

Don Pelayo sería un mito franquista que nunca existió, y los españoles murieron y pelearon no contra fieros invasores sino contra ONGs culturales. Negar valor a la Reconquista conecta con la leyenda anterior: que había algo previo a la conquista que mereciera la pena recuperar. Da igual que se destaque unánimemente (desde Beda el Venerable a Edward Gibbon, entre otros) la importancia de la batalla de Poitiers (732) para frenar el dominio árabe de Europa, mientras se menosprecia la de las Navas de Tolosa (1212) o la de Lepanto (1571), que en realidad fueron mucho más relevantes. Da igual que la tolerancia de la idealizada Al-Ándalus sea cuestionable. Da igual que existieran integristas almorávides y almohades que quemaran bibliotecas. Da igual que desterraran a Averroes por heterodoxo. Da igual que haya habido pocos más crueles que Almanzor, quien destruyó y quemó varias ciudades, incluida Barcelona (985).

Difícilmente se daría una leyenda parecida si los árabes hubieran invadido 700 años Francia o Reino Unido.

El país más machista del mundo

Da igual que las mujeres (al menos en Castilla) hayan reinado siempre (desde María de Molina o Doña Urraca) y con mando en plaza, no como meras consortes. Da igual que contemos con la mujer más poderosa de la Historia (Isabel la Católica) o la primera doctora de la Iglesia, única fundadora de una orden de hombres (Santa Teresa). Da igual que aquí la mujer no haya perdido nunca su apellido cuando se casaba. Da igual que hoy lo sigan perdiendo en las muy modernas Francia, Gran Bretaña, Islandia, Estados Unidos o Alemania y en la excomunista Rusia. Da igual que en plenos siglos XV-XVI, Beatriz Galindo (que estudió además teología y medicina) enseñara latín a la reina, Lucía de Medrano enseñara clásicos en Salamanca, Francisca de Lebrija desempeñara la cátedra de retórica en la Universidad de Alcalá o Juliana Morell se doctorara en leyes en 1608 (aunque la primera doctora en derecho pase por ser Sarmiza  Bilcescu en 1890 en la Universidad de París).

España es el octavo país de la UE-28 donde menos violencia se ejerce sobre las mujeres; la más violenta es Bélgica, y también nos superan Dinamarca y Suecia

Da igual que contemos con la primera viajera de la Historia (Egeria, siglo IV), la primera Almirante de una Flota (Isabel Barreto) o mujeres que lideraron la resistencia militar en varias ciudades (María Pita en La Coruña, Agustina en Zaragoza o Manuela Malasaña en Madrid). Da igual que en Suiza el sufragio femenino solo se admitiera en 1971, que en la Universidad británica de Cambridge solo aceptaran sin discriminación a las mujeres en 1987, o que hasta 2017 en Estados Unidos nunca apareciera una mujer en un billete o en una moneda de ese país. Da igual que España sea (2017) el octavo país de la UE-28 donde menos violencia se ejerce sobre las mujeres, siendo la más violenta Bélgica y superándonos, entre otros, tanto Dinamarca como Suecia.

Si miramos bien, puede que incluso seamos uno de los países menos machistas del mundo.

El franquismo como mancha indeleble: el fracaso de la Transición

El franquismo sería una enfermedad indeleble presente en amplios sectores de la sociedad española de hoy, lo que supone (aunque muchos no se percaten) cuestionar el éxito y la reconciliación que supuso la Transición. Da igual que este enfoque no se dé donde ha gobernado el fascismo (Italia), el nazismo (Alemania) o el comunismo (toda la Europa del Este), incluso con millones de muertos. Da igual que las cortes franquistas se hicieran el haraquiri. Da igual que la monarquía haya sido refrendada en 1977 y en 1978. Da igual que el ejército sea considerado un ejemplo en la OTAN y en las operaciones de la UE. Da igual que tengamos una de las Constituciones más protectoras de los derechos humanos y una de las pocas que reconoce expresamente (art. 10.2) a la Declaración Universal de Derechos Humanos o a la Convención Europea como baremo interpretativo. Da igual que en el año 2017 España sólo recibiera 6 condenas del Tribunal Europeo de Derechos Humanos frente a las 10 de Suiza, 12 de Francia, 16 de Alemania o 31 de Italia.

Estas leyendas no responden a una sana autocrítica ni son inocentes. Tienen una intencionalidad clara: impedir o dificultar que los españoles contemos con un nivel elevado de autoestima colectiva o de conciencia nacional. Busquen, comparen y encuentran algún país en el que sus mismos historiadores y políticos ataquen con mayor agresividad y ahínco su propia historia pasada y reciente. Sorpréndanse. No existe ningún otro.

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