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Opinión

Las Navidades más amargas de Eduardo Zaplana

Eduardo Zaplana, expresidente de la Comunidad Valenciana, el miércoles en la Comandancia de la Guardia Civil de Tres Cantos

Me gustaría saber qué explicación nos darían el juez y el fiscal de la Sección Quinta  Audiencia Provincial de Valencia si Eduardo Zaplana se muere sin ser juzgado. Este espectáculo tan falto de decoro y humanidad se da con demasiada frecuencia en España. Hablamos del expresidente de la Generalidad Valenciana porque es persona popular que fue muy principal en tiempos del aznarato, pero son muchos los presos encarcelados sin ser juzgados. Demasiados.

Jueces y fiscales pueden decir, y eso es lo que dicen, que hacen lo que pueden, pero que el colapso del sistema es tal que la lentitud es consecuencia endémica de la Justicia española. Pero de la misma forma que podemos aceptar que es mucha la carga de trabajo, podemos también creer que en algunos casos la lentitud es del sistema y de las personas que lo administran. Así, ¿hasta cuando? La prisión provisional debería ser una figura restrictiva, o muy restrictiva. Personas que no han sido juzgadas -y no estoy hablando sólo de Zaplana-, y a las que les asiste la presunción de inocencia pasan meses, años en algunos casos, en la prisión sin saber en muchos casos -y sí estoy hablando de Zaplana-, de qué se les acusa porque los sumarios son secretos.

La prisión provisional debería ser una figura restrictiva, o muy restrictiva

Y sí, ya sé, que una cierta e inexistente justicia popular ya lo ha condenado. Nunca cayó bien. Siempre se especuló con su cárcel. En esa indeseable justicia popular ya se le condenó porque éste se lo ha llevado crudo, Terra Mítica, su llegada a la alcaldía de Benidorm con el voto de un tránsfuga comprado…De porte chulesco, impoluto, impecablemente vestido, su tez morena los doce meses del año, su voz siempre grave y segura. Su desastrosa gestión del 11M como ministro portavoz, sus decenas de amigos periodistas invitados a las fallas y con derecho a boleto de barrera en la plaza de los toros de Valencia, su fulminante e incompresible entrada en la alta dirección de Telefónica…Tempus fugit.

Zaplana padece una leucemia y su situación es grave, o muy grave a tenor de los últimos informes, y ahora está en el hospital de La Fe en Valencia, y de ahí, cuando le den el alta de su última recaída, volverá a prisión. A lo que se ve la Audiencia Provincial de Valencia no contempla la posibilidad de un arresto domiciliario, que de facto haría imposible una fuga del preso.

Iglesias y Otegi

Que hasta Pablo Iglesias y Arnaldo Otegi hayan pedido que vuelva a su casa con lo suyos y que viva lo que le que le quede de vida rodeado de su gente importa poco. Lo pide el sentido común, la lógica más elemental y el derecho que asiste a una persona que lleva siete meses encarcelado, con una leucemia y afirmando, como por otra parte es su obligación, que es inocente.  Insiste el reo en el comunicado que su mujer ha dado a conocer: : “Soy inocente; jamás cobré comisiones ni distraje un euro público”, que, insisto, es exactamente lo que tiene que decir alguien que está en su situación.

Si cobró comisiones siendo presidente de Valencia y si ha blanqueado fondos meses antes de su entrada en prisión, hora es ya de que se sepa y pruebe después de siete meses en una celda. Si es como Zaplana asegura, que la investigación empezó en 2015 y que casi cuatro años después no ha sido cerrada, alguien debería explicar lo que está pasando. Y aún condenado, y ante la persistencia de una enfermedad tan severa debería volver a su casa, en situación de arresto domiciliario si el juez y el fiscal siguen pensando que un hombre en su situación puede huir de su país. Escribo a contracorriente, ya lo sé. Pero recuerdo ahora la admonición de don Quijote a Sancho convertido ya en gobernador de la ínsula Barataria:

-Me dijo mi amo, que cuando la Justicia estuviese en duda me decantase y acogiese a la misericordia

Leo los comentarios que  los lectores dejan en los diarios que dan esta noticia y es difícil encontrar alguno que contenga algo de compresión o como se dice ahora de empatía. Ponerse en el pellejo de otro, nos recuerda Javier Marías que hemos de escribir para ahorrarnos la cursilada de “empatía”. Pues eso. Zaplana está en la zona más incómoda de la memoria de muchos españoles que terminaron hartos de la prepotencia y chulería de Aznar y muchos de sus ministros. Él es uno de ellos, pero esa no es razón para que se le haga pagar con una prisión provisional sine die, que es la verdadera  respuesta -acaso la única-,  de la lentitud estructural de la Justicia. Creo que en una Justicia y en un  país que permita que un preso gravemente enfermo y con riesgo de morir pueda hacerlo en su casa rodeado de los suyos. Se llame como se llame. Incluso si se llamara Josu Uribettxeberria Bolinaga. Pregunten por él a Ortega Lara. Fue su carcelero, y entonces nadie le negó el gesto humanitario que hoy pide Eduardo Zaplana.

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