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Opinión

Letrinas de pago

La cualidad inodora del dinero ha quedado una vez más de manifiesto en la operación Supercopa en Arabia Saudí

Gerard Piqué mientras ofrecía explicaciones en su canal de Twitch

Los defensores de la operación Supercopa en Arabia Saudí estiman que es un logro de la empresa Kosmos de Gerard Piqué que supondrá un ingreso muy relevante para la Real Federación Española de Fútbol además de una comisión millonaria al mencionado promotor, que probó tener los contactos precisos en el lugar oportuno para llevarla a cabo. La novedad de estos últimos días estriba en el acceso a los mensajes de teléfono intercambiados entre los afectados o beneficiarios. No tanto por lo que en ellos se dice como por el tono de conchabamiento que utilizan que algunos exquisitos han considerado impropio. A partir de ahí han surgido dos escuelas de pensamiento. Para la primera, la operación supercopa en Arabia es ejemplar y su valedor Piqué un modelo de emprendedores, que encomian como precursor.

En la otra banda, los críticos de la mueca verde dudan de la legalidad del proceder y, en todo caso, lanzan su condena moral contra la conducta de los protagonistas. Aducen que el presidente Rubiales en su condición de comisionista se vería inclinado a favorecer mediante la hábil designación de los árbitros las opciones de que terminaran jugando el torneo el Real Madrid y el Barcelona, habida cuenta de que la participación de esos dos equipos incrementaría la aportación económica saudí y, en consecuencia, alzaprimaría el importe de la comisión correspondiente establecida como un porcentaje. Además, que el punto de apoyo sea Arabia Saudí ha suscitado la movilización de quienes observan la falta de derechos humanos del país y en particular la situación inaceptable de la mujer. El vicepresidente de la RFEF argumenta por el contrario que disputar la Supercopa en Arabia promoverá la buena causa en ese ámbito.

La sugerencia es un buen ejemplo de cómo se puede ensuciar un nombre, por completo ajeno a la cuestión, con sólo mencionarlo en una conversación entre compinches

En alguno de los mensajes ahora desvelados, que figuran grabados en los teléfonos móviles, uno de los interlocutores sugiere al colega acudir en solicitud de ayuda al Rey Emérito, a quien se le suponen buenas relaciones con los saudíes que pudieran ser muy valiosas para el negocio. La sugerencia es un buen ejemplo de cómo se puede ensuciar un nombre, por completo ajeno a la cuestión, con sólo mencionarlo en una conversación entre compinches cuando ésta termina siendo aireada en los medios de comunicación. Don Juan Carlos que estaba siguiendo ayer el programa Espejo Público de Susana Griso se lo desmintió en directo. Debe reconocerse que, al hilo de la polémica, cobra nueva actualidad el ensayo Pecunia non olet de Rafael Sánchez Ferlosio, donde refiere la respuesta que en esos mismos términos dio el emperador Vespasiano a su hijo Tito cuando le hizo la crítica de que hubiera establecido el pago por el uso de las letrinas instaladas en las calles de la ciudad de Roma.

La cualidad inodora del dinero ha quedado una vez más de manifiesto en la operación Supercopa en Arabia Saudí. La incapacidad del dinero de proporcionar estímulos olfativos ha favorecido que pasara inadvertida hasta la aparición de los audios, cuya escucha ha permitido confirmar la exactitud de la ley de Weber y Fêchner según la cual los estímulos deben crecer en progresión geométrica para que las sensaciones lo hagan en progresión aritmética. Certera la pregunta que se hacía Jean Daniel sobre ¿qué cabe esperar, entonces, de quienes no pueden hacer la historia, pero tampoco quieren padecerla, por decirlo con otras palabras, de los periodistas? La respuesta la dio Albert Camus al hacer balance de su experiencia en Combat: “¡Al menos, no mentimos!”. Sabiendo, como dijo al recibir el Nobel, que la verdad es “misteriosa y huidiza y debe siempre ser conquistada”.

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