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Opinión

La España irreal

El empecinamiento inútil de Sánchez en hacernos creer que hoy no pagamos más por la luz que en 2018, y que crecemos un 6,5% del PIB contra viento y marea, le está pasando factura en imagen

Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la rueda de prensa de presentación del informe de rendición de cuentas del Ejecutivo. EFE

El problema de Pedro Sánchez no es Pablo Casado -que bastante tiene con arreglar lo suyo con Isabel Díaz Ayuso- ni la muy mermada Inés Arrimadas; ni, si me apuran, la competencia por la izquierda que empieza a plantarle Yolanda Díaz. No. El problema de Sánchez es su discurso autocomplaciente en una España que no parece dispuesta a ver la pandemia como una “oportunidad” (sic) ni a creerse (¿?) sin más que el precio de la luz está hoy igual que en 2018.

Volví este lunes a Madrid dispuesto a empezar 2022 otorgando al Gobierno el beneficio, no de la duda, pero sí del mal de muchos que sufrimos los Europeos con la energía; al fin y al cabo, me decía, qué culpa tiene de que Vladimir Putin haya decidido tomar rehenes con el agua caliente por un quítame allá OTAN ese tanque de la frontera de Ucrania… hasta que abrí el buzón.

Allí me encontré dos notificaciones firmadas por un subordinado de Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola) donde comunica oficialmente que, de acuerdo a los nuevos precios proyectados sobre el consumo habitual, a partir del uno de febrero la electricidad y el gas nos costarán entre mucho y muuuuucho más; en concreto, mi consumo en luz subirá a 1.202 euros (439 euros más que en 2021, +57,5%). Y el gas con el que calentamos la casa y nos duchamos con permiso de Putin -y Mohamed VI- ascenderá al Olimpo de los 1.520 euros (615 euros más en gas, +68%).

1.054€ más en luz y gas

Mire, presidente, mi queja, como, supongo, la de millones de españoles que han recibido esas misivas, no va dirigida (solo) a esas subidas brutales, desproporcionadas, de un bien tan básico en pleno invierno, sino a la imagen que Vd. transmitió el 23 de diciembre, ojo, nueve días después de que el susodicho funcionario de Sánchez Galán firmará las cartas dirigidas a mi persona, 14 y 16 de diciembre, respectivamente.

Viéndole en TV -no le cuento hoy tras recibir las notificaciones- tuve la sensación de que nos tomaba el pelo al esgrimir no sé qué gráfico preparado por sus asesores a cuenta de una rebaja de impuestos solo para justificar su promesa de que en 2021 acabaríamos pagando “lo mismo” que en 2018. En definitiva, para salir del apuro ante los periodistas en una rueda de prensa en la que admitió sólo seis preguntas… En total, 1.054 euros más gastaré este 2022. No imagino qué gráficos van a tener que prepararle en La Moncloa el próximo diciembre para explicármelo.

Estadísticamente, presidente, hasta puede tener razón en lo que respecta al cierre del recibo en 2021, pero, para 2022… ¿A quien creo, a Vd. o a mis ojos?, que diría el inolvidable Groucho Marx, ¿A Vd. o a ese empleado de Ignacio Sánchez Galán que nos ha amargado la fiesta de Reyes?

Estadísticamente, hasta puede que tenga razón en lo que respecta al cierre del recibo en 2021, pero, presidente, para 2022 ¿A quien creo, a Vd. o a mis ojos?, que diría el inolvidable Groucho Marx, ¿Le creo a usted o a ese empleado de Ignacio Sánchez Galán que nos ha amargado la fiesta de Reyes? ¿No hubiera sido más sensato comparecer ante la ciudadanía sin paños calientes? ¿Nadie en La Moncloa o en Ferraz se da cuenta de que las guerras perdidas de antemano -y esta lo era- no se pueden dar, que no se puede encabronar a la inmensa mayoría con un juego malabar para satisfacer a cuatro socialistas muy cafeteros dispuestos a defender la milonga en Twitter?

Porque el problema de esa decisión afecta de lleno a la credibilidad de un inquilino de La Moncloa que, sorprendentemente y a pesar de la pandemia vivida, sufre un fuerte rechazo de una buena parte de la opinión pública. No hay más que ver un reciente sondeo de La Sexta sin intención de voto, de esos en los cuales la respuesta es más valiosa por espontánea.

Su empecinamiento con el precio de la luz, así como en mantener, junto a Nadia Calviño, que el Producto Interior Bruto (PIB) de España crecerá un 6,5% este año -en lugar del 4,7 que pronostican por consenso analistas y organismos de todos los colores- contribuyen a esa España irreal que tanto daño le hizo a José Luis Rodríguez Zapatero entre 2008 y 2010, empeñado como estaba en negar la crisis.

¿Cómo son posibles unas cifras de empleo como las que exhibía la España de 2007 previa al pinchazo de la burbuja inmobiliaria si todavía no hemos alcanzado los niveles de crecimiento PIB prepandemia, hemos caído del puesto 34 al 39 en el ranking de economías y nos han pasado ya en renta per cápita países como Chequia, Chipre, Malta o Lituania?… Pues eso

El empleo ha vuelto a alcanzar niveles de 2007, sí, pero conviene analizar la letra pequeña de ese dato, como hacía este domingo en Vozpópuli mi compañero Francisco Núñez: se trabajan hoy 1,2 millones de horas menos que en 2019. En definitiva: que el ciudadano español está recibiendo datos contradictorios. no son fake-News, pero sí lo suficientemente llamativos como para que le haga dudar de la situación real del país.

¿Cómo es posible que tengamos unas cifras de empleo récord, como las que exhibía la España de 2007 previa al pinchazo de la burbuja inmobiliaria, si el país todavía no ha alcanzado los niveles de crecimiento prepandemia, hemos caído del puesto 34 al 39 en las economías mundiales y nos han pasado ya en renta per cápita países como Chequia, Chipre, Malta o Lituania?… Pues eso. Lo que ustedes están pensando sobre esta España irreal.

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