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Opinión

Irresponsabilidad fiscal

En España tenemos un grave problema de corresponsabilidad fiscal. Mientras las bajadas de impuestos se lo anotan unos, el necesario ajuste del gasto recae sobre otros

Liz Truss, primera ministra de Reino Unido.

Una solución de esquina en economía se produce cuando la ganancia marginal que supone moverse hacia ella nunca es superada por el coste de oportunidad que este movimiento supone. En otras palabras, este resultado se da cuando tengo todos los incentivos a moverme (beneficios) mientras que los costes que asumo al hacerlo nunca los superan.

Esto es lo que podemos observar en estas últimas semanas con los anuncios sobre rebajas de impuestos. La carrera hacia el cero es una consecuencia de un mal diseño de la corresponsabilidad fiscal en España, donde puedo permitirme el lujo de asumir bajadas de impuestos (lo que me atrae a los votantes) sin tener que responder directamente (por diseño de la distribución de ingresos fiscales entre administraciones) de la merma en la capacidad de gasto que esto supone. Los incentivos para que, en fechas previas a elecciones, gobiernos regionales bajen todo tipo de impuestos es, así, enorme. Debemos recordar, además, que por la situación excepcional derivada de la pandemia, las limitaciones a incurrir en déficits están suspendidas, lo que incrementa dichos incentivos.

Pero giremos, por un momento, nuestra mirada hacia otro escenario. Esta semana hemos sido testigos del desplome de la libra británica como si de una moneda de cualquier país emergente se tratara. Aunque las razones exactas de lo sucedido nos son desconocidas –solo podemos argumentar con lógica sobre ello-, en lo que podemos estar seguros es que lo sucedido está profundamente relacionado con la propuesta fiscal del gobierno de Truss, aunque existen otros elementos que habrían podido ayudar. Si buscan un buen análisis sobre estos fundamentales, no dejen de leer a Enrique Feás en este magnífico artículo.

El miedo a una devaluación de la libra en un futuro cercano generó una retirada de posiciones en esta moneda dado el aumento de la incertidumbre

El detonante parece, así, claro. La propuesta de un paquete fiscal que mezclaba una bajada de impuestos junto con un ambicioso plan de medidas de estímulo a través del gasto implicaba de facto un aumento significativo del déficit y de la deuda. Los mercados, implícitamente, lo saben (descartan de nuevo a Laffer) y, como consecuencia, se asustaron.

Una posible explicación de la reacción de los mercados es relativamente simple. El miedo a una devaluación de la libra en un futuro cercano generó una retirada de posiciones en esta moneda dado el aumento de la incertidumbre. Y es que las medidas propuestas por el gobierno conservador son profundamente inflacionistas, recayendo las mismas en un país con graves problemas tras su salida de la UE que amenazan su crecimiento futuro. Esta combinación es letal para una moneda.

Esta explicación puede, sin embargo, refinarse. La presentación de este paquete no solo antecede a una macroeconomía claramente en deterioro, sino que apuntala una clara pérdida de confianza en las instituciones británicas como principal causa. Básicamente, las medidas anunciadas implican una devaluación a futuro de la deuda pública británica dado que lo que se propone implica un aumento de esta. En un entorno de crecimiento de tipos, ya no solo es mucha más deuda, sino más onerosa para el gobierno, por lo que este paquete solo puede implicar una mayor devaluación de la deuda en libras. Pero una mayor devaluación de la deuda implica tipos de interés más elevados y, de nuevo, una mayor devaluación de esta. Y su devaluación se traduce en más inflación. Es decir, esperar más y mayores déficits fiscales devalúa la deuda, generando una reacción en cadena como la que hemos visto y podemos esperar. A esto sumen que, este paquete, exige de una política monetaria mucho más dura de lo previsto hace solo unas pocas semanas.

Si los bancos centrales deben hacer creer que sus políticas son las acertadas, las explican y asumen los actos necesarios para no generar amenazas no creíbles, los gobiernos deben jugar un papel similar

Así pues, estamos claramente ante una clara pérdida de confianza en las instituciones británicas con claras reverberaciones en los mercados. Y como ya he explicado en no pocas ocasiones, es esta pérdida de confianza en las instituciones fiscales y monetarias las que generan los grandes episodios de inflación a largo plazo, y no tanto las consecuencias directas de estas políticas. Si los bancos centrales deben hacer creer que sus políticas son las acertadas, las explican y asumen los actos necesarios para no generar amenazas no creíbles, los gobiernos deben jugar un papel similar. Los mensajes que manden a los mercados, si no son creíbles, implican lo que ya hemos visto antes en economías emergentes, pero menos en las desarrolladas sin un tipo de cambio fijo: una salida masiva de capital, una fuerte devaluación, un importante aumento de las rentabilidades y una contracción intensa acompañada de elevadas tasas de inflación.

Pero volvamos a España. En estos últimos días hemos asistido a una clara degradación del debate fiscal que acompaña a una carrera hacia lo insensato. La competencia entre CC.AA. puede llevar a una solución de esquina con consecuencias tan claras como una caída de los ingresos públicos. Obviamente esta caída impositiva podría generar algo de más actividad, pero insuficiente como para elevar los ingresos, provocando un aumento del déficit mientras presiona hacia una mayor inflación. Sin duda, aunque de manera soterrada, estamos ante una reproducción a pequeña escala de lo que ha hecho Gran Bretaña. Es cierto que hablamos de cantidades relativamente pequeñas y que se circunscribe a solo una parte de la administración pública española, pero lo que no es menos cierto es que esta carrera hacia ninguna parte socava, aún más, la credibilidad de las instituciones para plantear una política fiscal responsable en el futuro. Y esto es peligroso.

Y es que el peligro no está en bajar impuestos, está en creer que lo puedes hacer apelando a los dioses para que lo demás se ajuste solo. Pero claro, bajar impuestos tiene rédito electoral, mientras que bajar gastos y evitar déficits, no lo tiene. Esto, que lo asuman otros.

Y aquí llegamos, por lo tanto, y finalmente, al punto más importante: en España tenemos un grave problema de corresponsabilidad fiscal. Mientras las bajadas de impuestos se lo anotan unos, el necesario ajuste del gasto recae sobre otros, por lo que esta falta de corresponsabilidad nos lleva a la irresponsabilidad. Y ya saben lo que les pasa a los que lo son, solo hace falta levantar la mirada por encima del Canal de la Mancha.

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  • B
    Beeblebrox

    Yo aún recuerdo la segunda mitad de 2017 e inicios de 2018 cuando la bajada del déficit se interpretó a la vez por los cuatro grandes partidos del momento (PP, PSOE, Cs y Ps) como una señal de que había margen para gastar más y se enzarzaron en un debate a ver en qué se gastaba. Rajoy, con su astucia pueblerina, descubrió un camino que Truss ha seguido. A la mayoría de los votantes se les puede contar cualquier cosa y la creen. Hasta Laborda piensa que resulta creíble para alguien. Por tanto no se van a alarmar por la deuda hasta que no se alarmen los mercados. Pero los mercados ampliaron su sangre fría estos últimos años y no se revuelven hasta que la insolvencia es escandalosa. Conclusión, ahora los gobiernos de derecha reparan las finanzas públicas hasta sólo un poquito por debajo del nivel catástrofe, porque lo que no gasten ellos estará disponible para la izquierda

  • W
    Wesly

    El primer irresponsable fiscal es Pedro Sánchez, que ha aumentado irresponsablemente el gasto estructural hasta el punto de aumentar la deuda pública en 300.000 millones de euros desde que gobierna. Más asesores, más ministros, más empleados públicos (300.000 más desde que gobierna), más regalos, subsidios y subvenciones destinados a la compra de votos con el dinero de los demás, más privilegios pagados obligatoriamente por los empresarios y trabajadores sujetos a la competencia (que son los que crean la riqueza).

    Es en el gasto público donde hay que poner el foco y la lupa.

    Ni un euro de los contribuyentes ha de servir para comprar votos ni para pagar privilegios a nadie.

    Convendria que se centrara en el análisis de detalle del gasto, Sr. Delgado.