Opinión

Los inocentes de la Moncloa

La actriz Charo López
La actriz Charo López EP

Era en el Instituto Cervantes el miércoles 6 de marzo. La Academia de las Artes Escénicas había distinguido a Charo López como Gran Dama. En su laudatio Eusebio Lázaro recordaba que, a veces, se dice que la belleza no es un mérito de quien la lleva. A ese tópico oponía Lázaro que la belleza es una responsabilidad cuando se construye para convertirla en algo más que un adorno y, en el caso particular de Charo, para convertirla en arte. Luego vino el turno de la actriz que se remontó a sus inicios teatrales con diecisiete años siendo estudiante en la Facultad de Letras de la Universidad de Salamanca cuando se vio reclamada por los del TEU de la Facultad de Derecho, a cuyos ensayos se sumó hasta estrenar la obra de José María Rodríguez Méndez Los inocentes de la Moncloa.

Seguía una línea de exposición que valdría para referirse ahora mismo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que se encuentra en situación de servidumbre respecto a la banda encabezada por Carles Puigdemont anidada en Waterloo

Seguía una línea de exposición que valdría para referirse ahora mismo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que se encuentra en situación de servidumbre respecto a la banda encabezada por Carles Puigdemont anidada en Waterloo

El texto de Rodríguez Méndez empieza presentando a un opositor enredado en el Tema cuarenta y cinco... dedicado a Las servidumbres... quien, siguiendo la historia de esa figura jurídica se remontaba a Roma donde se definían las servidumbres como “aquel derecho real por cuya virtud se obliga al dueño de una cosa a no ejercer en ella o a tolerar que se ejerza una actividad prefijada en provecho de cosa ajena o de la persona titular del derecho..” De manera que en 1961, hace 63 años, una obra de teatro al describir las servidumbres en Roma tratando de memorizar la doctrina por si le cayera en suerte desarrollar el tema cuarenta y cinco ante el tribunal, seguía una línea de exposición que valdría para referirse ahora mismo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que se encuentra en situación de servidumbre respecto a la banda encabezada por Carles Puigdemont anidada en Waterloo y a punto de ser amnistiada para que nada obstaculice el avance hacia la autodeterminación y la nueva proclamación de independencia que se proponen consumar.

La proposición de Ley de Amnistía, enmendada en Ginebra, conforme a las exigencias de Junts y ERC aceptadas por el PSOE que nos gobierna, volverá el próximo jueves 14 al Pleno del Congreso donde se espera que reciba 176 votos a favor, es decir la mayoría absoluta preceptiva para las leyes orgánicas. Sin que los llamamientos que ha efectuado, por ejemplo Societat Civil Catalana, a los diputados socialistas para que tomen conciencia de la responsabilidad histórica de su voto y ponderen el daño que infligirán al Estado democrático de derecho si avalan conceder impunidad total a quienes quisieron y quieren destruir nuestra democracia y si respaldan el sometimiento del Gobierno al chantaje del nacionalismo supremacista, más aun sabiendo que la mayoría de los ciudadanos estamos en contra de una ley que, lejos de ayudar a la reconciliación, permitirá a los separatistas consumar los propósitos de los que nunca han desistido.

Escribe Rob Riemen en Nobleza de espíritu que prefiere sufrir una injusticia antes que cometerla; Milan Kundera tenía el propósito de combatir la injusticia sin incurrir en ella y George Steiner en el prólogo a Riemen señala que “la elevada cultura y el decoro ilustrado no ofrecieron ninguna protección contra la barbarie del totalitarismo. Yendo aun más al límite, nuestro Arturo Soria y Espinosa sostenía que “más vale ser asesinado que asesino”.