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Opinión

Entre pillos anda el juego

Ni a Junqueras ni a Sánchez les interesa que el cabreo de media Cataluña y gran parte del resto de España siga creciendo

Entre pillos anda el juego
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i) y el president de la Generalitat, Pere Aragonés (d). Europa Press

El giro para la galería de Oriol Junqueras le permite a Pedro Sánchez mejorar su argumentario para los indultos. El líder de Esquerra ha optado por la prudencia para evitar que los socialistas abandonen el poder antes de tiempo, de su tiempo, y un gobierno de centro derecha como ahora dibujan las encuestas, desaloje a socialistas y podemitas de La Moncloa antes de que se pacte un referéndum o, en el peor de los casos, se reescriba el Estatut para que quepa de todo, como de hecho ocurre en País Vasco desde hace años. En 2019, Junqueras aseguró que se podían meter el indulto por donde les cupiera, y al final es él mismo quien ha optado por simular que es él y los suyos quienes se lo han introducido por donde el sol no brilla.

Pero estamos ante una simulación que haga bajar el suflé de la indignación de más del 60% de ciudadanos. Ni a Junqueras ni a Sánchez les interesa que el cabreo de media Cataluña y gran parte del resto de España siga creciendo y termine por estallarle en la cara al Presidente, única garantía del soberanismo para salirse con la suya seguramente en la próxima legislatura si la suma PSOE-Esquerra y el resto de excrecencias políticas que les acompañan, consiguen mantener el poder.

El poder empresarial

Como entre pillos anda el juego y el poder mediático y empresarial siempre está con el que manda, la pirueta pactada de Esquerra les abre falsas esperanzas a la oligarquía catalana, que el pasado lunes acudió en masa a dar el cabezazo a Sánchez y de paso a la marioneta del todavía líder de la formación, Pere Aragonés. “Dialoguen, dialoguen”, ese es ahora el mantra. Da igual lo que salga de esa mesa que llevan años anunciándonos y que no se celebrará hasta que Junqueras esté libre de polvo y paja con su indulto en el bolsillo, que es de verdad donde le cabe. Una mesa que se reúna cuando se reúna, no terminará hasta que Sánchez sea reelegido y tenga por delante otros cuatro años para volver a anestesiar a una población que es posible que termine por tragarse la España plurinacional.

Una España aún más desigual que la de ahora. Que lo tengan presente los votantes de Extremadura, Castilla La Mancha, Andalucía, Aragón, etcétera, etcétera. No nombro Madrid porque lo dejó muy clarito el pasado cuatro de mayo. La España de libres e iguales puede ser un recuerdo si los dos pillos rompen con la Constitución, si no en la forma sí en el fondo.

España de dos velocidades

Porque de eso se trata, de una España a dos velocidades con Cataluña y el País Vasco a la de la luz, mientras los demás no podremos permitírnoslo con las tarifas actuales. El viento vuelve a rolar y, al menos Moncloa y sus servidores de la prensa adicta y cautiva, piensan que poco ha durado la suerte en casa del pobre. El pobre Pablo Casado, que ahora duda sobre su presencia en la manifestación del día 13 en la plaza de Colón y de la recogida de firmas contra los indultos. Si cambia el viento ya sabemos que quien lo nota primero son las veletas, una maldición que persigue al PP desde hace años.

El ecuador de las legislatura suelen ser tradicionalmente malo para el poder, por eso no hay que dejarse cegar por las encuestas. Claro que lo normal es salir del bache salvo que el Gobierno y su política sea un desastre total, y ese es el caso. Pero al mago Sánchez todavía le queda algún conejo en la chistera para seguir tirando, aunque recuperar el ritmo económico no va a ser tan fácil como quieren hacernos creer el trío La,La,La, Calviño, Montero y Calvo. Desde el inicio de la pandemia, como anunciaba este lunesVozpópuli, han desaparecido 90.000 empresas y esto aún no ha terminado.

Si Sanidad sigue empeñada en acabar con la hostelería, gracias a los vaivenes de la sucesora de Salvador Illa a título de ignorante, si al final la cogobernanza consistía en que las autonomías se traguen todos los
marrones, pero bajo la bota del Estado Opresor, que dirían los socios soberanistas de Sánchez, podemos estar al borde de la desobediencia a la que están obligados quienes reciben una orden injusta.

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