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Opinión

Hay que dejar de tragar

Sánchez puede seguir volando en Falcon, pero mientras tanto, cada vez hay más ciudadanos de toda España que están hartos porque tienen menos que perder

Hay que dejar de tragar
Manifestación independentista en la Diada de 2011.

El presidente del Gobierno está dedicado en exclusiva al turismo de catástrofes. Tanto es así que empezamos a dudar que sea él quien convoque el infortunio. La espectacularidad de las imágenes del volcán de Cumbre Vieja y no el drama de miles de palmeros le atrajeron en varias ocasiones. Acudió con acierto y prometió bajo los focos ayudas insuficientes a quienes lo han perdido todo, pero que no recibirán nada hasta que la erupción, y con ella la situación de emergencia, finalice. La inundación de cada año por la crecida del Ebro, que nos recuerda las movilizaciones que suspendieron el Plan de Trasvase, también nos han permitido ver al presidente. No es fácil. Al Congreso va poco y cuando lo ha hecho este mes ha sido para insultar a la oposición sin contestar a nada de lo que mal acierten a preguntar.

También huye de compartir espacio físico con el resto de mortales pues se mueve en otro plano geográfico distinto, de altos vuelos: 54 con el Falcon y el Súper Puma el último mes para acudir a mítines del PSOE con la excusa de algún acto oficial de segunda categoría. El presidente viaja en Falcon y llega a él en helicóptero. No pisa el suelo del común de los ciudadanos. Debe ser por algo de eso de la Agenda 2030 y el bien supremo del Medio Ambiente.

Nos han acostumbrado a un presidente que no comparece, ni rinde cuentas, ni asume ninguna responsabilidad, ninguna, ni siquiera tras haber declarado el Tribunal Constitucional que durante la mayor parte de su presidencia ha ejercido el poder al margen de la Constitución. Pero esta semana el presidente ha guardado un silencio inadmisible en relación al acoso de la familia de Canet, donde el nacionalismo catalán ha desplegado una vez más su miseria totalitaria.

El artefacto con el que las clases más humildes, castellanohablantes, fueron chantajeadas y estafadas desde los años 80 para que sus hijos tuviesen oportunidad de prosperar en Cataluña

En Cataluña las cosas funcionan al revés de lo que puede esperar cualquier mente ligeramente ordenada con una mínima columna moral. Por eso el supremacismo catalán ha organizado una manifestación contra los acosados para reivindicar la inmersión lingüística, esto es, su instrumento de sumisión para la homogeneización en un solo poble. El artefacto con el que las clases más humildes, castellanohablantes, fueron chantajeadas y estafadas desde los años 80 para que sus hijos tuviesen oportunidad de prosperar en Cataluña, como si de un país extranjero se tratase en el que el español no existiese, mientras les abocaban en su mayoría al fracaso escolar.

El racismo hispanófobo se reivindica como valor moral del buen catalán. La inmersión lingüística, la asfixia a los derechos lingüísticos de los castellanohablantes, siempre fue la gran obsesión justificada a través de un discurso victimista y amenazador, “ni un paso atrás en la inmersión en catalán”. A falta de otros claros hechos diferenciales de carga genética visible, la lengua se usó para señalar, estigmatizar, y convertir en ciudadano de segunda al castellanohablante. En un claro paralelismo de blanqueamiento de piel, había que “recatalanizar el país”, tal y como afirmó Pujol en una de sus auto entrevistas de La Vanguardia.

Aún hay gente que se sorprende porque las nuevas generaciones mínimamente preocupadas por la igualdad, la libertad y los desfavorecidos no se sientan identificados con la izquierda

Los sindicatos UGT y CC.OO., filiales de los partidos del Gobierno que viven de las subvenciones de los Presupuestos Generales del Estado, asistirán a ese aquelarre fanático que promueve el acoso a niños de 5 años siendo coherentes con las iniciativas que han apoyado los últimos 15 años. Nunca con los trabajadores, siempre con el separatismo bilduetarra y catalán. Aún hay gente que se sorprende porque las nuevas generaciones mínimamente preocupadas por la igualdad, la libertad y los desfavorecidos no se sientan identificados con la izquierda, sino atacados por ella.

No se trata de defender la lengua, sino los derechos de las personas que la usan. Tampoco se debería asumir la equiparación del valor en los proyectos lingüísticos que tiene la lengua común, el español, frente a lenguas regionales, la última el bable.

La familia de Canet de Mar ante ante la ola de presión y acoso que han sufrido desde que otros padres del colegio de su hijo pertenecientes a la stassi catalana filtrasen que habían pedido el 25% de las horas en español, ha escrito una carta con un mensaje importante. “Con el nudo todavía en la garganta, hemos llegado a la siguiente conclusión: hay que dejar de tragar y tragar y tenemos que ser capaces de ser valientes para decir lo que uno piensa, levantarse para hacerlo y reclamar democráticamente nuestros derechos". Una invitación al resto de padres castellanohablantes para que se levanten contra la dictadura etnolingüística que han soportado porque les hicieron creer que era lo mejor para sus hijos.

Hay un personaje poco dado a ser el protagonista de películas, series o libros, el que aguanta las injusticias y los abusos de poder mientras cumple siempre las normas, paga sus impuestos -en Cataluña 14 más que en Madrid- y lucha por sacar a su familia adelante, el ciudadano normal. Pero cuando decide dejar de tragar y tragar tiene asegurada la victoria. El único aliado del ciudadano hoy es la Justicia, por eso su descrédito amenazando jueces es el objetivo principal de los satélites gubernamentales.

Sánchez puede seguir volando en Falcon, pero mientras tanto cada vez hay más ciudadanos de toda España que tienen menos que perder y deciden dejar de tragar y tragar.

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