Opinión

Gracias, Monica

Monica Bellucci
Monica Bellucci Europa Press

Sobrevivir a la fealdad (moral y ambiental) en la que se hunde inexorablemente la política española, de manos del sancho-chavismo (ya no hay socialismo en España, sólo sancho-chavismo), no es tarea fácil. Sobre todo si estás obligado, como yo, a seguirla y comentarla. Hay que armarse. Mental y moralmente. Y para eso, tengo un método infalible.  Lo comparto, por si fuese de utilidad a otros u otras. Ahí va: no más abro los ojos y me quito el perro y el gato de encima (uno se acurruca a mis pies y el otro duerme apoyado contra mi espalda), me pongo a mirar fotos de Monica Bellucci. Que para mí, encarna, nunca mejor dicho, la Belleza. No falla. Lo recomiendo mucho.

A medida que entro en contacto con la Belleza, en este caso, la imponente belleza de la señora Bellucci, mi cerebro se blinda, como dicen ahora los cursis y los del pensamiento grupal, que son legión, contra la fealdad política española. Y por ruin, abyecta, vulgar u horrísona que sea esa fealdad, digamos Óscar Puente; por dañina que sea para la inteligencia, y hasta para la decencia, el contacto visual o auditivo con alguno de los representantes de esa fealdad política española, ya sea gubernamental (Patxi López)  o mediática (Esther Palomera), triunfa Bellucci. Me devuelve la serenidad, el sentido del humor, el lenguaje recto y la alegría. Y, ¿qué es la Belleza sino alegría? Y algo aún más importante, Bellucci atenúa y hasta erradica mi propia fealdad. Gracias, Monica.

La política sancho-chavista es siniestra e inmunda, como corresponde al neocomunismo parásito, hijo culogordo del viejo comunismo de siempre. Pero hay rangos

No quiero parecer hiperbólico, pero en mi lucha por permanecer libre del ovino pensamiento grupal y de la bajeza crónica adjunta al clima mafioso y fecal en el que nos precipita el sancho-chavismo y sus aliados tribales, Bellucci ha jugado un papel crucial. Nunca podré agradecérselo de la manera adecuada. 

En términos generales, necesito entre diez y quince minutos de absorción de Belleza, mediante la contemplación de imágenes de la señora Bellucci, para salir indemne, por poner un ejemplo, de una alocución breve de Mertxe Aizpurua, sin duda el personaje más nauseabundo del Congreso (verdad que en cerrada competencia con sus colegas Patxi López y Francina Armengol). La política sancho-chavista es siniestra e inmunda, como corresponde al neocomunismo parásito, hijo culogordo del viejo comunismo de siempre. Pero hay rangos. No es lo mismo Miguel Iceta (Nalguitas Aserejé), que Gerardo Pisarello (Gnomo Rojo). No es lo mismo Laura Borràs (Paquidermo Corrupto) que Silvia Intxaurrondo (Komsomol Alebrestado), no es lo mismo Yolanda Díaz (La Astronauta), que Óscar Puente (Chimpancé Excremencial). No es lo mismo Aitor Esteban (Nueces rojas) que Cristina Narbona (Cocodrilo del Nilo a la Fuga). Hay matices.

No cualquiera me hace salir corriendo en busca de una dosis de Belleza Bellucci. Sánchez, por ejemplo, que es tipo más peligroso que ha dado la política española reciente (e incluyo a Tejero, Otegui, Pujol y al lacayo Marlaska) lo que me da es risa, una risa temerosa, cierto. Pero risa. No puedo dejar de verlo como un payaso fatídico, a lo personaje de Sthepen King, pero payaso en esencia. Lo mismo me pasa con Oriol Junqueras o el diminuto, en todos los sentidos, Pere Aragonés. A ver si me explico, en aras de clarificar mi análisis: Hitler y Mussolini fueron políticos monstruosos, pero no consiguieron, jamás, escapar a su esencia payasa. Véanse sus discursos. Dan risa. No así Mao o Stalin, que llegaban a un nivel de crueldad y sadismo semejante, o superior, si nos atenemos a las cifras de muertos, pero nunca a lo payaso. Nunca bufones asesinos. No quiero establecer comparaciones entre estos genocidas y el pobre Sánchez, bufón de feria de pueblo. Mantengan por favor las enormes distancias. Pero. Sirva la reflexión para señalar un carácter circense al que no pueden sustraerse algunos poderosos.      

Se oficializa en España la política chavista, mafiosa, antidemocrática, y el aquelarre tribal. Todo sucio, falso, mentiroso, traidor, indecente y, por supuesto, feo 

Risa, a pesar de todo, me produce Sánchez, y la demencial Yolanda Díaz, o el borriquito Iceta. Pero no necesito empaparme de Bellucci (metáfora, ya me gustaría) para sobrevivir el día, más o menos limpio y cuerdo, si los veo o escucho. No así cuando tengo contacto visual o auditivo con Patxi López o Francina Armengol.

“Beauty is truth and Truth Beauty". “La belleza es verdad y la verdad belleza”, aseguraba el poeta John Keats, y creo que tenía razón.

Y mientras concluyo este artículo, me llega la noticia de que el candidato Feijóo ha perdido, tal y como se esperaba, la primera votación de la sesión de investidura, y todo augura que perderá también la segunda. Es decir, llega la noticia de que (salvo un adecentamiento inesperado y antinatural de los diputados socialistas), se confirma el cambio de régimen ¡adiós Concordia del 78, fue hermoso mientras duró! y se oficializa en España la política chavista, mafiosa, antidemocrática, y el aquelarre tribal. Todo sucio, falso, mentiroso, traidor, indecente y, por supuesto, feo. 

Voy a por las fotos de Monica.

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