Opinión

Feijóo, pujolista

Alberto Núñez Feijóo y Alejandro Fernández durante un acto del PP catalán en Barcelona, en octubre de 2022.
Alberto Núñez Feijóo y Alejandro Fernández durante un acto del PP catalán en Barcelona, en octubre de 2022. David Zorrakino | EP

Es una muy mala noticia que la señora Isabel Díaz Ayuso asumiera la defensa de su novio y presunto defraudador. Cualquiera, hasta yo, se daba cuenta de que resultaba poco inteligente, torpe, políticamente hablando. Ah, el amor, pensé, ciega. Así como para los hombres, dicho en popular, un culo y dos tetas halan más que una carreta, para las mujeres una barba sabiamente desarreglada, unos ojos lánguidos y una presencia varonil, en sentido romántico y carnal, nublan la inteligencia y el sentido. Eso llegué a pensar.

Cierto que, en sus más recientes declaraciones, parece que Ayuso se ha dado cuenta de su error. Es tarde. Ya ha servido en bandeja de plata, como se dice, a la horda del PSOE, la humareda que necesitaba para quitar el foco mediático de las corruptelas de Koldo, Ábalos, Armengol, Illa, Marlaska, y el resto de la banda de Alí–Sánchez y sus cuarenta ladrones comunistas (¡Viva La Internacional). Que, resulta una obviedad, son quienes han orquestado toda la campaña de difamación contra Ayuso.

Siempre me ha gustado la señora Ayuso, sólo hay que ver cómo la describo en mi Eros y política, biblia del erotismo político español, donde me extiendo acerca de sus atractivos físicos de la manera más florida. Véase:

“No esperen de mi ni una palabra ecuánime cuando hable de la señora Ayuso. Porque Ayuso tiene en la boca esa cualidad femenina suprema que he definido como hembracidad, la tiene en todo el cuerpo, pero, digamos, concentrada en la boca (…) Y cómo se desplaza Ayuso, como por un campo de tetas severas (…) Y el pelo de la señora Ayuso. No sé si serán cosas mías, porque cuando admiro a una mujer soy muy creativo, pero el pelo de Ayuso lo miro y es como si viera madera líquida, follajes. Qué lubricante frondosidad. Y los ojos. Y la sonrisa. Y el arco de las cejas. Y los pómulos enormemente despectivos, casi vampíricos de Ayuso. No hay pómulos así en la política española: pómulos navajeros. (…) Pero lo más erótico de Ayuso son sus expresiones. Tiene un repertorio que arrojaría a la lujuria más extrema y al más depravado desenfreno a un monje virgen y célibe (alguno habrá).”

Y esto es sólo un fragmento.

El plan de Feijóo para Cataluña no es combatir el corrupto nacionalismo antiespañol catalán, su plan es hacer política para la oligarquía catalana, pujolizar la política del PP en Cataluña.

Tanto me gustaba la señora Ayuso que creía firmemente que tendría que haber  propuesto su candidatura a la dirección del PP, retando a Feijóo, que estaba y está descalificado, por nacionalista gallego, para el puesto que finalmente ocupó y ocupa. El nacionalismo regional es la peor lacra a la que se ha enfrentado y enfrenta España, la peor corrupción, no sólo económica sino moral, que amenaza a los españoles libres e iguales. El asunto es simple, un nacionalista regional (¡gallego primero!) como Feijóo, no puede ser presidente de España, lo inhabilitan  su aldeanismo antimoderno, su sentimentalismo parroquial, enemigos por antonomasia de la igualdad entre españoles, sólo hay que ver la imposición del gallego  en la educación. Baste señalar  que el gran idioma español está prohibido por decreto como lengua de la administración educativa gallega. Se prohíbe a los profesores usar el español en documentación interna y de comunicación. Feijóo simboliza todo lo que ha llevado a España a la situación en que está, es decir al borde del abismo tribal más delirante.

Y si alguien necesita más pruebas acerca de lo que digo, remítase por favor a las dudas (y posible rechazo) de Feijóo a la candidatura de Alejandro Fernández a las próximas elecciones catalanas.   

¿Es Fernández un mal candidato? Todo lo contrario, es un candidato formidable. El problema no es que Fernández, que es un hombre de lenguaje recto (algo raro entre políticos) y un parlamentario hábil, no sea el mejor candidato. Lo es. El problema es que Fernández es un decidido e implacable antinacionalista, y Feijóo lo que pretende es congraciarse con la aristocracia nacionalista catalana, con la claque pujolista del 3%. Que es la que siempre ha gobernado, medrado y robado a placer en Cataluña. Feijóo no quiere confrontar al nacionalismo catalán por una simple razón, él es un nacionalista gallego. Hermanos de sangre, diríamos.  Feijóo no desea un PP Catalán que confronte la lacra tribal, por eso necesita descabezar a Férnandez, pujolizar al PP a la manera de Aznar y Rajoy. Lo que nos trajo hasta la rebelión y el golpe de estado de 2017, encabezado por Puigdemont. El plan de Feijóo para Cataluña no es combatir el corrupto nacionalismo antiespañol catalán, su plan es hacer política para la oligarquía catalana, pujolizar la política del PP en Cataluña.

Bipartidismo mafioso

Lo que digo. Ayuso debería haber retado a Feijóo. Con ella tendríamos, tal vez, con los políticos españoles nunca se sabe, un PP centrado en la única tarea verdaderamente necesaria para España: españolizarla. Y si Ayuso al final nos decepciona, aún el PP tiene en sus filas al político más lúcido que ha dado la política española en décadas: Cayetana Álvarez de Toledo. Aunque me temo que Cayetana es demasiado inteligente, demasiado culta,  para esta caterva de chupópteros que han colonizado y tal vez condenado, mediante un régimen de bipartidismo mafioso (la sumisión al Partido es lo que importa), los destinos de la  única nación que hay en España: la nación española.  

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