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Opinión

Europa se juega este domingo

Pleno del Parlamento Europeo

El domingo se celebran las elecciones europeas. Estos comicios tienen un significado especial, marcan el inicio de un nuevo ciclo institucional en un momento caracterizado por grandes retos, tantos y tan importantes, internos y externos, que han llevado a muchos a cuestionar el propio proyecto europeo, al menos tal y como lo conocemos hasta ahora y a otros, incluso, a intentar destruirlo. Se trata, quizás, de los comicios más cruciales desde la primera vez que se celebraron en 1979.

Hemos sufrido una grave crisis económica que ha conducido a elevados niveles de desempleo; seguimos haciendo frente a una crisis migratoria sin precedentes que está teniendo un gran impacto, de manera especial, en algunos estados miembros; el terrorismo y el crimen se han globalizado y no conocen fronteras. Por otro lado, amenazas externas, como la creciente influencia rusa que afecta especialmente a nuestros socios del Este, así como la fuerte competencia comercial china y, más recientemente, el giro proteccionista de Estados Unidos no ha dejado indiferente a nuestro continente.

Además, fenómenos mundiales como la globalización y la revolución digital han supuesto un verdadero cambio de paradigma sólo comparable a la revolución industrial del siglo XIX, que está afectando a todos los ámbitos de nuestra vida, al empleo y a la producción, a la forma de relacionarnos y a nuestra propia identidad.

Estas circunstancias han sido terreno fértil para el florecimiento de populismos y nacionalismos. El pasado 18 de mayo, a pocos días de las elecciones europeas, dirigentes de doce partidos nacionalistas de toda Europa, entre los que se encontraba la francesa Marine Le Pen y el holandés Geert Wilders, se congregaron en Milán. Se trata de formaciones que podrían irrumpir en la Eurocámara, con más fuerza que nunca, aprovechándose del desarraigo y la decepción de los ciudadanos con los llamados partidos tradicionales ante la gestión de las crisis a las que Europa se ha enfrentado en los últimos años.

Frente a estas peligrosas corrientes oportunistas, el Partido Popular Europeo (PPE) lleva tiempo trabajando para afrontar estos desafíos, proponiendo soluciones y ofreciendo respuestas

Estas formaciones, cuestionan la fortaleza y ambición de la Unión Europea, olvidando a menudo, que ésta ha salido reforzada de todas y cada una de las situaciones críticas que ha atravesado en las últimas décadas. Ante todos y cada uno de los retos, la Unión Europea siempre ha encontrado una oportunidad para mejorar.

Sin embargo, la desmemoria y los importantes desafíos coincidentes en el tiempo han dado fuerza a estos movimientos, que son, a mi entender, la verdadera y más grave amenaza que se cierne actualmente sobre la Unión Europea o, lo que es lo mismo, sobre los ciudadanos que la conforman. Nos olvidamos, también, de que no hace mucho Europa sufría los excesos del comunismo y del nazismo.

Frente a estas peligrosas corrientes oportunistas, el Partido Popular Europeo (PPE) lleva tiempo trabajando para afrontar estos desafíos, proponiendo soluciones y ofreciendo respuestas. Y es que son, precisamente, los retos, los que han ido dando forma a la Unión Europea. Y ha habido grandes éxitos. El mayor y principal ha sido la paz, pero también otros principios que la alumbraron como la democracia, la libertad, la solidaridad y la igualdad.

Sin embargo, quizás no hayamos sido capaces de conquistar el desafío interno más importante, el que ha resultado ser el más difícil, el de conectar con los ciudadanos, verdadera razón de ser de nuestra acción política. Y esto es, en gran parte, responsabilidad nuestra, de los políticos. No hemos sabido comunicar los resultados tangibles, así como explicar que muchos de los servicios y oportunidades de nuestro día a día no existirían si no existiera la Unión Europea y que ningún estado miembro hubiera podido superar por sí sólo las graves crisis que hemos afrontado en los últimos años. Porque la unidad ha sido y sigue siendo la clave de nuestra fortaleza. 

Con un brexit en ciernes, ahora más que nunca es el momento de que Europa saque pecho y asuma su liderazgo estratégico dentro y fuera de nuestras fronteras

Las buenas noticias no han sido noticia. En los últimos años, con el gobierno del PP, el Plan de Inversiones para Europa lanzado en 2014 por el Presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, conocido como Plan Juncker para activar la economía europea y crear así empleo, ha sobrepasado sus objetivos iniciales, generando 750,000 puestos de trabajo en toda Europa y mejorando el acceso a la financiación a 700,000 PYMES, de las que 130 862 son españolas.

La inmigración ilegal ha disminuido en más de un 90 por ciento en comparación con el momento más dramático de la crisis migratoria. Las operaciones europeas han salvado 730,000 vidas de morir ahogadas en el mar desde 2015 y con el programa europeo de reasentamiento, Europa ha acogido a unos 50,000 refugiados en situación de vulnerabilidad. En este sentido el fondo para África, está activando recursos para fomentar el desarrollo y crecimiento de ese continente, evitando que jóvenes se vean obligados a abandonar su país poniendo vida en manos de traficantes de seres humanos al tratar de llegar a Europa.

En cuanto a la seguridad, tras los ataques terroristas de Paris de noviembre de 2015 se ha mejorado notablemente el intercambio de información y la cooperación de los servicios de inteligencia de los estados miembros. Junto podemos proteger mejor nuestras fronteras exteriores.

Pero Europa no es sólo un escudo anticrisis. Esta Unión injustamente criticada ha hecho posible que nuestros jóvenes se formen en otros países europeos, que se supriman las tarifas de roaming o que el Wifi gratuito en los espacios públicos de toda Europa, sin excepción, sea una realidad.

Con un brexit en ciernes, ahora más que nunca es el momento de que Europa saque pecho y asuma su liderazgo estratégico dentro y fuera de nuestras fronteras, liderando, entre otros, la lucha contra el cambio climático, la transición energética y la promoción de la paz, prosperidad y estabilidad internacional.

Es mucho lo que nos jugamos este domingo. Quizás nos estemos jugando nuestra forma de vida, tal y como la conocemos hasta ahora, la protección que nos garantiza vivir en el principal espacio de paz, seguridad y libertad del mundo.

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