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Opinión

Sabatinas intempestivas

El caso Griñán

Hay que tener muy mala entraña para felicitarse porque un hombre de 76 años entre en la cárcel, sea el tiempo que sea

El expresidente de la Junta, José Antonio Griñán
El expresidente de la Junta, José Antonio Griñán. Europa Press.

La sentencia del Supremo en la que se condena a José Griñán a seis años de prisión ha generado reacciones que merecen atención, tanto en lo que se refiere a la política como a las élites mediáticas. En el ejercicio de su perfecto derecho y con toda la razón que inspira a una familia el defender a uno de los suyos, han redactado una carta abierta solicitando el indulto. A esta iniciativa se han sumado 4.000 firmas de amigos, colegas y un buen puñado de figuras del universo cultural que no sé muy bien qué pintan en esta historia. ¿Por conciencia política? ¿Por responsabilidad ética? ¿Por animadversión a la magistratura escorada supuestamente a la derecha?

Cuando se pide el indulto al gobierno habría que precisar si lo hacen para evitar la prisión de Griñán, o para salvar al responsable de una operación política que consistía en crear un tejido social que favoreciera al PSOE en Andalucía: una manipulación del voto a base de comprarlo. Dicho en el lenguaje políticamente correcto que robamos al mundo financiero: las malas prácticas no constituyen delito; sólo están mal vistas en ese planeta de caballeros nada caballerosos.

Hay que tener muy mala entraña para felicitarse porque un hombre de 76 años entre en la cárcel, sea el tiempo que sea. Quien asuma ese lado vengativo reflejaría al hijo-de-puta impasible, incapaz del menor sentido de la piedad con el delincuente que acabó ante la justicia por sus mañas en la manipulación del electorado y de los fondos públicos. ¿Qué quieren decir cuando gritan, como atenuante, “No se llevó ni un duro”? Si lo comparamos con el Luis Bárcenas del PP, que se aseguró una fortuna en bancos suizos, estaríamos ante un probo militante que cumplió con su deber político de ganar votos a cualquier precio. Es decir, volvemos a las malas prácticas, que en su contexto militante no constituyen delito alguno.

José Antonio Griñán -la retirada del Antonio quizá se deba a lo que tiene de evocación de José Antonio Primo de Rivera “El Ausente”, puesto que nació en 1946 cuando su padre ejercía de oficial en el Cuarto Militar del Caudillo-. Ingresó en el PSOE a edad tardía, con la victoria arrolladora de octubre de 1982. Inspector de Trabajo. Tuvo una meteórica ascensión política tanto en la Junta de Andalucía, como en el Gobierno -fue ministro de Felipe González- y en la cúpula del partido, hasta llegar a efímero presidente del PSOE en 2012. Se le facilitó entrar en el Senado para aforarle en el momento que llegó a los tribunales el asunto de los ERE. Unas donaciones de la Junta tan arbitrarias y tramposas como para que los cinco jueces del Supremo, incluidos los dos representantes de la izquierda gubernamental, las consideraran una “palmaria ilegalidad”.

Nadie fuera del gremio jurídico se ha tomado la molestia de leer la sentencia condenatoria, y se entiende. Consta de 1.205 páginas. Las precisiones sobre el diferente grado de delito que conlleva la “malversación” y la “prevaricación” es para expertos. Hasta ahora sólo he leído un artículo que ayude a adentrarse en esa selva de la jurisprudencia aplicada a Griñán y lo hago constar como recomendación y elogio. Se acaba de publicar en la revista digital Ctxt, firmado por Miguel Pasquau. Tertulianos, abstenerse.

Entiendo a la familia e incluso a los amigos, lo que me cuesta más es meterme en los motivos que llevan a los 4.000 a solicitar el indulto a Griñán, que a buen seguro concederá el presidente Sánchez en el momento que le sea menos engorroso electoralmente. Él nos ha dado una pista de la opinión que le merece el asunto al afirmar taxativamente que “han pagado justos por pecadores”. Podría traducirse en que la responsabilidad penal cabe achacarla a los que firmaron las “ayudas” y no a quienes las ordenaron. Con todos los respetos, esta es una argucia que salvaría a todos los grandes delincuentes desde Vito Corleone, a quien nadie descubrió nunca entregando mordidas. Un jefe, viene a decir, tiene un estatus superior y el pringao ha de asumir la responsabilidad de la ejecución. De derivarse hacia ese lado, ¿habría 4.000 firmas apelando al indulto del pringao , aunque fuera anciano? Por supuesto que no. Estamos pues ante una iniciativa política que se pretende abordar desde la ética solidaria y no sobre la evidencia de que, sea Bárcenas o su equivalente al otro lado de la trinchera, en el fondo apoyamos al poder con el desvergonzado argumento de que no se ha corrompido él si no los electores a su cargo. Dinero público para asegurar a los suyos; necesidades para el buen gobierno. Que castiguen pues al cómplice, no al que dio la orden.

Cuando la memoria se convierte en ley es señal de que se trata de hacerla una herramienta del poder. De ahí que las memorias históricas cambien tanto. Nadie quiere recordar la que le afecta, pero se deleita con los recuerdos del adversario. Cuando llegó a los tribunales el caso Filesa, el primero de la serie de “malas prácticas” en la etapa de Felipe González, el principal incriminado se llamaba Guillermo Galeote. Un veterano socialista de los primeros años 60, médico internista, que formaba parte del núcleo sevillano fundacional. Fiel entre los fieles, jamás se llevó un duro a su bolsillo de los numerosos chanchullos del partido en el gobierno. Se había hecho cargo en 1981 de las finanzas de un PSOE salido de la ilegalidad y ansioso de fondos. Apoderado de una cuenta en Suiza hasta que en 1991 lo pillaron. El asunto acabó en nada, “irregularidades contables”, pero nadie le salvó del ostracismo, al que se sometió rigurosamente. Falleció el año pasado por covid, a los 79 años. 

A Guillermo Galeote se debe una afirmación ante una Comisión Parlamentaria, en diciembre de 1993, donde reconoce “alguna equivocación” y acaba en arrogante duelista: “Yo soy un socialista clásico. Asumo las gestiones anteriores y si ustedes quieren, todo lo relacionado con la administración y finanzas del PSOE es responsabilidad mía desde el año 1939, por poner una fecha”. ¿Cómo separamos al individuo del dirigente?

Se abren dos vericuetos en el caso Griñán. Uno es la piedad, que tiene poco que ver con la justicia y menos aún con la política, pero es de decencia entender que la malversación y la prevaricación no se pagan con la entrada en prisión de un viejo de 76 años. El otro se reduce a “salvar al soldado Griñáncon 4.000 voluntarios. Quizá demasiados para un blanqueamiento.

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  • K
    Kapi

    El anciano de Ciudad Real con 77 años le daba menos pena. ¡Griñán a la carcel por chorizo!

  • P
    Perhaps

    Lo que me temo es que muchos de estos firmantes tengan posibles asuntos pendientes con la justicia y estén buscando un precedente al que acogerse después.

  • N
    NormaDin

    A estas alturas de la película conocemos demasiado bien los entresijos y miserias cotidianas del submundo suciata. Que se vayan al guano con su superioridad moral y su impunidad. Si Antonio se atreve a meterse en la ciénaga del indulto (se atreverá, ya lo hizo para pagar "su" deuda con los golpistas catalanes), el jefe del Estado, a quién está atribuido el derecho de gracia por la Constitución, simplemente tendría que mirar de arriba-abajo a Antonio y preguntarle que cómo se atreve. Lo decia un maestro del Derecho, la Constitución puede ser directamente aplicada. Ya es hora.

  • V
    Variopinto

    Los relatos del no se podía saber, del pagan justos por pecadores, o del no se llevó ni un duro, entre otros cuántos, provienen de las mismas fuentes de partido que, efectivamente, jugó en el pasado a aforar en el Senado al finalmente condenado. O, en esta legislatura, se inventó lo las maletas venezolanas que tampoco eran de nadie...

    Por cierto, si los jueces consideraran lo de las razones humanitarias para evitarle la prisión a un reo por la edad, quizá no hubieran enchironado al anciano de 78 que se defendio de un ladrón en su propia casa. Y, sin embargo, sigue en prisión sin firmantes "conocidos" que lo apoyen.

  • T
    Talleyrand

    "Hay que tener muy mala entraña para felicitarse porque un hombre de 92 años entre en la cárcel, sea el tiempo que sea. Quien asuma ese lado vengativo reflejaría al hijo-de-pu-ta impasible, incapaz del menor sentido de la piedad con el delincuente que acabó ante la justicia por sus mañas en la manipulación del electorado y de los fondos públicos."

    Esa podria ser la variación de su parrafo entero a Jordi Pujol (92).
    Sólo cambia un numero.
    Seria tambien valido el razonamiento?

    Cada dia que pasa, cada decreto ley, los actores que han regido nuestros destinos básicamente recaudando dinero (si no a la carcel sin piedad) y luego gastandolo se van echando paletadas de tierra encima.

    Todo aquello por lo que decian vivir y actuar era solo una media farsa que cubria intereses espureos, personales, familiares, de partido o de amigos.

    No es una partitocracia lo que hemos tenido sino un pacto de estado para llevarselo crudo con distintas cabezas (central, autonomicas...) una hidra que nadie se atreve a exterminar, incluso con bien razonados argumentos de bonhomia o de perdon.

    Esa gente es responsable de nuestro paro infinito, de nuestro atraso y de que nuestras elites esten corrompidas hasta la medula.

    Pero Griñan no deberia ir a la cárcel... y Pujol tampoco si algun dia se celebra el retrasadisimo e infinito jucicio pendiente...que probablemente sera el juicio a un Regimen entero.

    • L
      LEQR

      PARTITOCRACIA EXTRACTIVA, un asco, si señor, lleva toda la razón.

  • K
    KVLT

    Yo no he visto a nadie alegrarse de que el anciano y honesto Griñán entre en la cárcel, aunque reconozco que no soy muy de chapotear en Twitter, así que no sé. El sentimiento general que yo percibo no es de schadenfreude, sino de indignación.
    Sí, nos da mucha pena que San Griñán entre en una prisión de mínima seguridad en la que vivirá bastante mejor que muchos ancianos, mayores que él e inocentes de todo crimen, que malviven en sórdidas residencias dependientes del Estado; aunque probablemente su nuevo tren de vida no será (o, ay, "no sería") comparable con el que ha llevado estos últimos cuarenta años de prístina, aunque más bien desahogada, honradez.
    Mucha pena, sí, pero es el precio que hay que pagar para evitar el desprestigio, otro más, de un sistema que nos ha permitido vivir bastante civilizadamente estos últimos años, pero que está mostrando últimamente unos síntomas de descomposición alarmantes.

  • M
    mariem

    Ajeno a las razones de piedad para que un "anciano" no entre en prisión, tal vez pueda haber otros motivos para concederle el indulto: Si no me indultan canto por fandanguillos y soleares que tengo mucho para cantar.

  • Y
    Yorick

    Dice don Gregorio que hay que tener mala entraña para felicitarse porque un hombre de 76 años entre en la cárcel.

    Tomo nota, y no me felicitaré por el ingreso en prisión del hombre de 76 años. Esperaré a felicitarme cuando don Pepe salga del talego y se abrace con sus dos estupendas familias: la socialista y la otra.

    Y si no entra, lo cual es muy probable, no me felicitaré ni por una cosa ni por la otra.

  • F
    Fmrlo

    Señor Morán,
    Para lo que hay que tener muy mala entraña es para hacer lo que ha hecho este sujeto y los suyos.
    Se ha hecho viejo.. pues viejo a la cárcel. Y luego hablamos de piedad. Pero ahora, a la cárcel.
    Es lo que dice la sentencia, ¿no?
    Sinceramente que no comprendo tantos miramientos.

    • L
      LEQR

      Totalmente de acuerdo, hay que sumarse a las más de 65 mil firmas en change punto org para evitar este indulto vergonzoso (buscar la petición de Luís Pérez Alvise)

  • V
    vallecas

    Un hombre de 76 años que no supone un peligro para la sociedad NO debería entrar en la cárcel. Debería haber otras formas de "castigo".
    Dicho esto, Sr. Morán, debería usted guardar las formas, más aún en una comunicación escrita. Como no hay legislación, resulta que un alto militante socialista y delincuente debe entrar en la cárcel. Que unos se alegren y otros no lo hagan es totalmente irrelevante.. Si la única forma de solucionar este dilema es a través de un indulto es muy decepcionante y con lo que cualquier persona de bien no puede estar de acuerdo.