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Opinión

El cartel de la polémica

El autor, Salustiano, posa junto al cartel anunciador de la Semana Santa de Sevilla 2024 y a las autoridades presentes en el acto
El autor, Salustiano, posa junto al cartel anunciador de la Semana Santa de Sevilla 2024 y a las autoridades presentes en el acto ep

El cartel de esta Semana Santa Sevillana ha desatado una de esas polémicas en las que se acaba hablando más de la forma que del fondo. El prestigioso pintor Salustiano es el autor de dicha obra que nos muestra a un Jesucristo estilizado, sereno, sin dolor, sin sangre, incluso dicen algunos de sus críticos que efébico. Será lo que se quiera, pero es el que el Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla ha presentado y nadie puede hacer pasar por los fielatos de la desconfianza a tan digna corporación. No se acomodan, pues, los adjetivos de irrespetuoso o blasfemo a alguien que, como la Cofradía, tiene en el misterio del tormento, muerte y resurrección de Nuestro Señor su razón de ser.

Ante los ataques furibundos el pintor ha intentado explicarlos motivos de haberla realizado así. La idea fue, como en toda su obra, mostrar el lado más sereno e iluminado de la vida, inspirándose en la vivencia que experimentó cuando a la edad de doce años vio el cadáver de su hermano y se admiró al constatar su gesto sereno. Salustiano añade que aquello fue en él una evocación potentísima de la figura del Cristo Resucitado. Y el humilde escribidor, creyente, se pregunta qué representación de Cristo es más ajustada al Hijo de Dios. ¿El cuerpo lacerado, doliente, exánime, del Cristo en la cruz como los dos que llevo siempre en mi cartera, el de la Buena Muerte y el de Lepanto, o este Cristo casi diríase que inmaculado por el cual el dolor provocado por los humanos no hace mella en su Gloria? Serrat canta que prefería al Cristo que andaba en la mar que al que estaba clavado al madero.

Es la eterna dicotomía cuando de representaciones de lo religioso, de lo sacro, del misterio, se trata. Cada creyente lo ve a su manera y entre artistas qué duda cabe que la capacidad interpretativa aumenta

Es la eterna dicotomía cuando de representaciones de lo religioso, de lo sacro, del misterio, se trata. Cada creyente lo ve a su manera y entre artistas qué duda cabe que la capacidad interpretativa aumenta. ¿Es menos Cristo el de Dalí por no vérsele la cara? ¿Lo es más el ascético de Velázquez? ¿Nos parece mejor el de Rafael, con toda la Gloria de Nuestro Señor resucitando? A unos puede conmoverles la expresión dulce y a la vez de dolor del Cristo llevando la cruz que pintó El Greco, y a otros les desgarrará el alma el Cristo yaciente pintado por Mantegna allá por el año de 1480.

Esa cuestión de gustos no tiene nada que ver con lo que la Cristiandad conmemora cada Semana Santa, que es tiempo de oración, de meditación, de rezarle a Aquel que vino a redimirnos de nuestros pecados y decirnos, sencillamente, que debíamos amarnos los unos a los otros. Yo no sé ver nada blasfemo en el cartel, como tampoco lo debe haber visto el Consejo, porque lo que me atrae del Nazareno es lo que fue, lo que es y lo que nos dejó como legado de vida. Esa es la importancia y no la forma en que nosotros, torpes humanos, queramos representarlo.

Esa cuestión de gustos no tiene nada que ver con lo que la Cristiandad conmemora cada Semana Santa, que es tiempo de oración, de meditación, de rezarle a Aquel que vino a redimirnos de nuestros pecados y decirnos, sencillamente, que debíamos amarnos los unos a los otros

Mi paisano, el Padre Jesuita Luis Espinal Camps, qepd, dijo “Jesucristo, líbranos del culto a las formas. Que comprendamos que lo esencial es encontrarte, y que los medios son lo de menos. No queremos unas estructuras que satisfagan nuestra rutina y ya no nos lleven a Ti, Dios de la intimidad y del amor sin palabras”. Por eso lo de menos es si el cartel gusta más o menos. Aquí lo que interesa es si nos sentimos más cerca del Crucificado, ya no en Semana Santa, sino en nuestra vida. Y si hacemos como norma de esta sus palabras, su magisterio, su ejemplo y su martirio. Porque, para finalizar con otra cita, como dijo San Josemaría Escrivá de Balaguer, “para llegar a Dios, Cristo es el camino; pero Cristo está en la Cruz y para subir a la Cruz hay que tener el corazón libre, desasido de las cosas de la tierra”. Y eso incluye también a los carteles y las polémicas que desatan.

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  • P
    Petrarca

    Miquel, yo no veo que deba suscitarse ninguna polémica con este asunto. Pero creo que en este país TODO lleva polémica. Es una Sociedad enferma. A mí me da Paz el Cristo que ha pintado don Salustiano. Es la Paz que nos transmite a cada uno de los mortales, pensar que en la Vida Eterna no tendremos dolor ni angustia ni odio. Un aplauso para el pintor y su hijo, que me han parecido dos personas con sensibilidad. Además es una gran pintura que expresa exactamente lo que el pintor ha buscado. Hay que sanar a esta Sociedad.

  • A
    Arcano1964

    Don Miquel, que sí, pero no. Que hablamos de Sevilla, que le va más El Cachorro, todo retorcido el pobre de dolor. Que les va el maximalismo: ¿una procesión? ellos una cada semana; ¿100 nazarenos? ellos diez mil ¿que otros están cuatro horas de procesión? ellos toda la Madrugá.

    Don Miquel ,ellos más. Este Cristo es una sosería para Sevilla. Si no lo hubiera depilado quizás tendría un pase...
    Además, ¿cómo va a ser un Cristo aceptable si no lleva corona de espinas? es que una buena corona de espinas clavadita hace mucho y no esas peinetas estrechas que le ha puesto.

    Que sí, don Miquel, pero que no. Que hablamos de Sevilla.

  • M
    Messidor

    A lo largo de siglos de arte Jesucristo ha sido representado de mil maneras. En muchos casos el pintor ha plasmado los sentimientos religiosos sin dejar de usar también la obra para ensalzar la belleza del cuerpo humano, de forma que gran parte de los Cristos que acumulamos se ajustan a los cánones estéticos de la época en que fueron creados. Éste más parece representar a un hombre de veinte que de treinta años, ciertamente un hombre muy guapo conforme a los estándares actuales y es comprensible que algunas personas, debido a sus propias inclinaciones, lo puedan encontrar incluso provocativo.

    Como bien apunta el autor, mucho más cerca está el cuadro, por su serenidad, del Jesús machadiano que anduvo en el mar que de otras aproximaciones más orientadas al madero y el látigo, que resaltan los sufrimientos de la Pasión, dando lugar a imágenes que algunos consideran perturbadoras, esta vez por truculentas o incluso sádicas. Nunca llueve a gusto de todos.

    Personalmente, no siendo creyente pero atribuyendo gran valor al fabuloso legado cultural del cristianismo, prefiero cuadros como éste de Salustiano, pero ya saben: de gustibus non est disputandum, como se dice vulgarmente.

  • V
    vallecas

    Que si D. Miquel, que cada uno lo vea como quiera, que lo sienta como le apetezca, faltaría más, pero este Cristo muy "Gay" (suena mejor en inglis).
    Que no tiene nada de malo , por supuesto, pero muy gay...efébico.

  • C
    costilladeadan

    Yo tampoco encuentro nada blasfemo en el cartel, lo encuentro muy hermoso . Y más, después de leer la carta en la que el autor explica de dónde vino su inspiración. Lo veo en la línea de otros Cristos igualmente desnudos, pechilampiños y amanerados (porque los autores de las tallas también lo eran). No lo habría visto apto para anunciar la Semana Santa en Zamora, pero lo veo perfecto para Sevilla.

    El problema es que vivimos en un momento de máxima polarización y aprovechamos cualquier cosa para hacer una trinchera y enfrentarnos unos a otros. A este paso, los cristianos acabaremos siendo más intolerantes que los musulmanes. ¿Es eso lo que queremos?

    • X
      xsibai

      Para anunciar la Semana Santa de Zamora no lo ve apto, pero para la de Sevilla, sí. ¿Me lo explica?.

  • A
    arturo moreno

    Es imposible dejar de pensar en porqué los artistas no se atreven a pintar a Mahoma como un efebo tan delicado.

    • N
      Norne Gaest

      Ni como efebo ni como nada. Saben que está prohibido y no van a arriesgarse. A Alá no puede representarse, pero a Mahoma, pese a que dicen que solo fue un hombre, tampoco.
      Las bromas, las críticas y las irreverencias se dejan para la Iglesia o el cristianismo, pero el Islam y el propio pellejo ( o el propio miedo) son sagrados. La valentía en sus justos límites.