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Opinión

La democracia según Pablo Iglesias

Pablo Iglesias y Ramón Espinar en el Congreso, cuando se llevaban bien.

Puede Pablo Iglesias bromear lo que quiera sobre su decisión de defenestrar de un plumazo y sin consultar a los órganos de Unidas-Podemos a Pablo Echenique, que en la retina de muchos, entre los cuales me incluyo, eso es vieja política de manual: entrego una cabeza, no la mía, 72 horas antes de que me lo pidáis, Consejo Ciudadano.

Es decir, nada menos que el 'número tres' cae cuando yo quiero -martes a las diez de la noche- y sin margen para convocar rueda de prensa; no vaya a ser que tenga que responder a las preguntas de 'las cloacas', digo, de los periodistas. Ya lo hizo con el antecesor de Echenique, Sergio Pascual, hace tres años. Pura democracia... orgánica.

El líder de Podemos sabe que no solo el ahora díscolo que se postula para sustituir "a los Iglesias-Montero" (sic) Ramón Espinar, va a 'largar' este sábado; también lo harán -ya lo han hecho- el líder en Aragón, Nacho Escartín, el ex castellano-manchego, José Manuel Molina, o Adelante Andalucía con Teresa Rodríguez al frente... y no para felicitarle porque Echenique deja la Secretaría de Organización.

Con su finta Iglesias baja unos grados el clima de revuelta con el que contaban los críticos. Cierto; y cuando alguien suscite el debate sobre la convocatoria de la Asamblea ciudadana Vistalegre III, bien podrá decirles: "OK, pero dejadme gestionarla a mí"... que le va en ello amarrar bien la operación de poner al frente del partido a su pareja, Irene Montero.

Iglesias supedita todo al control del Consejo Ciudadano, para no perder el Vistalegre III sucesorio en favor de Montero, y necesita que Sánchez le meta en el Gobierno

Además, gana tiempo para ver si Pedro Sánchez le mete en el Consejo de Ministros y entonces ya no podrá rechistar nadie, so pena de ser tachado cuasi de "traidor" -que estos oídos han escuchado al imprescindible Juan Carlos Monedero decir que las críticas de Espinar forman parte de "las cloacas" (sic)-. 

Todo muy cierto. Pero, mal que le pese, para la historia queda su récord de haber llevado a un Podemos de la nada a lo más alto -71 diputados en 2016- y autodestruirlo -42 en 2019- con unos usos y maneras que recuerdan mucho al 'centralismo democrático' de la Unión Soviética. Ya saben: todo para el pueblo/la gente pero sin el pueblo/la gente. Y, sobre todo, de haberlo conseguido con el poder territorial -municipal especialmente- que, a diferencia de Albert Rivera, le depararon a Iglesias las elecciones de 2015.

De aquellas 'Alcaldías del cambio' en Madrid, Zaragoza, A Coruña, Santiago, Valencia o Cádiz solo van a quedar estas dos últimas... ¡Ah! y su imagen pidiendo el voto a Carlos Sánchez Mato, no a Manuela Carmena, el viernes 24 de mayo durante el cierre de campaña, 48 horas antes de la votación. Lo que se llama un tiro en el pie. No paramos de mejorar.  

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