Opinión

Decisores sustitutos

La prensa española es un artefacto sentimental y botafumeiro que al pendular sobre nuestras cabezas nos sumerge en una riada infantiloide, progre y tribal

  • Mesa del Congreso de los Diputados

La prensa española, sobre todo la de izquierda, pero también la de derecha, es, en gran medida, un artefacto sentimental y botafumeiro que al pendular sobre nuestras cabezas, como el famoso artilugio de la catedral de Santiago de Compostela, nos sumerge en una riada (nunca mejor dicho) infantiloide, políticamente correcta, progre, tribal y adoctrinadora. Amén de pretender, y conseguir con mucha frecuencia, convertirse en lo que Thomas Sowell, con su brillantez habitual, califica de: decisores sustitutos. Es decir, en una fuerza que toma (o contribuye a que se tomen) decisiones basadas en planes ideológicos ajenos a los hechos que condicionan la vida de los ciudadanos a los que dice defender. Los decisores sustitutos suelen ser intelectuales, políticos y burócratas, pero en el caso de España yo sumaría a la prensa. 

La realidad sigue siendo la misma de siempre, atenida estrictamente a los hechos. Pero los ideólogos y su cuadrilla de intelectuales devotos o a sueldo, o ambas cosas, se encargan de que vivamos en una realidad paralela, ficticia, una realidad hecha de consignas, palabrería hueca y ruido estúpido cuyo propósito, en muchas ocasiones, se reduce a asegurar la vida muelle a sus creadores. 

El baño emocional juega un papel crucial en el discurso que alimenta e impone la prensa sentimental y botafumeiro. También el pensamiento grupal y cúmbila el colectivismo. No hay mayor enemigo de los ingenieros sociales que el ser individual. Todo esto condiciona y noveliza el lenguaje y la perspectiva del periodismo escrito, pero sobre todo del periodismo (si es que puede llamársele así) televisado. He llegado a ver a un reportero dándole masajes en la espalda a una víctima de la DANA, al tiempo que la interrogaba (léase explotaba de la manera más impúdica y vulgar su sufrimiento). Y a otro que dirige un programa mañanero que se despedía proclamando “regresamos mañana siempre preocupados, siempre al lado de Valencia!" Ah. Y los infelices que tuvieron suerte y consiguieron sobrevivir, no se salvaron, renacen, la renacida, llamó una Griso a la señora que se encaramó en un aparato de aire acondicionado y logró escapar así de la corriente. Los centenares de muertos, la desolación de tantas familias que no se recuperarán nunca de lo sucedido (nadie se recupera de algo así), convertidos en un espectáculo ficticio, sensiblero, y moralmente fétido.

Un claro ejemplo de este viciado proceso, es la actitud de los gobernantes y las élites intelectuales y culturales españolas y europeas, en lo referente a la dictadura cubana. Los hechos: miles de encarcelado y fusilados (desde el mismo año 1959), la aniquilación de la Justicia independiente, la represión de las ideas diferentes, la clausura de los medios de prensa, sustituidos por órganos de propaganda del Gobierno, la anulación de los derechos fundamentales: de expresión, de huelga, de asociación; la fuga de millones de fugitivos; todo esto fue ignorado o falseado impúdicamente hasta conseguir convertir a los enemigos de esa dictadura en gusanos fascistas, mientras que  los conculcadores de la libertad de los cubanos, eran, a fin de cuentas, los buenos. Y esto ¡durante más de medio siglo! 

Pero, regresemos a España y sus decisores sustitutos. Este estado de cosas (trueque de hechos por fantasía ideológica y realidad alternativa) se hizo evidente, como he dicho, en la gestión y cobertura de la Diada en Valencia. De la que ahora se han cumplido tres meses. Por cierto, todavía quedan cadáveres desaparecidos (algo propio de un país tercermundista). Y nadie ha pagado, ni pagará, por los errores y las medidas que dejaron de tomarse y costaron tantas vidas y haciendas.  Nadie pagará. Porque “las leyes permiten que haya sustitutos que se anticipen a las decisiones de otras personas y no paguen un precio por equivocarse, por muy alto que sea el que paguen aquellos a quienes supuestamente están ayudando”

¿Y quién redacta las leyes y las regulaciones y normas que hacen posible esta impunidad? Pregunto ingenuamente. Pues los mismos que, con harta frecuencia, la disfrutan. Qué trampa tan bien hecha nos han hecho, que diría el poeta René Ariza.  

Los hechos, léase las riadas mortales y catastróficas han sucedido en el mismo lugar a lo largo de siglos; hay pruebas que se remontan a 1775. Lo único que había que tener en cuenta para preverla y disminuir significativamente su impacto, era atenerse a los hechos, pero fueron ignorados por los decisores sustitutos, encargados de crear y vender una realidad paralela interesada primariamente en su agenda ideológica.  

Y ya que menciono a Sowell, aprovecho para recomendarles su Falacias de la justicia social (Deusto), que es una confirmación clara y documentada, del desastre político español actual… y venidero. Y de los nefastos resultados de construir una sociedad sobre ficciones. Un libro que es un canto a favor de la libertad individual y una denuncia de las sociedades hiper reguladas que la menguan y pervierten cada día más.   

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