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Opinión

¿Deben ilegalizarse los partidos independentistas?

El PP, a través de su enmienda a la totalidad a la proposición de ley de amnistía que se votará mañana, ha propuesto la disolución de aquellos partidos políticos que promuevan referéndums ilegales o declaren unilateralmente la independencia, propuesta que, en general, ha sido rechazada por la mayoría de la opinión pública, incluidos los medios de comunicación más cercanos a la formación conservadora. En general, la propuesta les parece un exceso. Pero ¿es un exceso plantear la disolución de una organización que ha atacado el Estado de Derecho y vulnerado gravemente la Constitución Española?

Más allá del acierto o desacierto del PP al plantear esta idea en lugar de ceñirse en su enmienda a criticar la amnistía (medida que la mayor parte de la población rechaza), lo que ha propuesto el PP no es lo que Vox y algunos medios han dicho que ha propuesto. Porque el PP no propone disolver aquellas organizaciones o partidos políticos independentistas por el simple hecho de ser independentistas, tal como Vox defiende, sino que la Justicia los disuelva si promueven y cometen ilegalidades flagrantes contra la Constitución Española y el Estado: pongamos por caso, promover y celebrar un referéndum de autodeterminación o declarar unilateralmente la independencia. Si respetaran la ley como la respetan los demás partidos y el común de los ciudadanos (salvo los políticos con privilegios, es decir, los amnistiados por Sánchez), no tendrían problema alguno con la Justicia en el desarrollo de sus actividades políticas. Porque una cosa es aspirar a la independencia y otra es declararla por las bravas, de la misma forma que una cosa es cambiar la ley para subir los impuestos a los bancos y otra, atracarlos.

Un partido político no puede vulnerar la ley para defender sus objetivos, tampoco los nacionalistas, independentistas o separatistas. Y si la vulnera, debe atenerse a las consecuencias. Hasta el inicio del proceso independentista catalán, solo los filoetarras de Herri Batasuna y sus herederos habían vulnerado la legalidad vigente hasta poner en riesgo la propia democracia, al combinar la acción política con el asesinato de inocentes, rivales políticos incluidos. Más recientemente lo hicieron los independentistas catalanes, al detraer dinero público para sus fines, promover una consulta ilegal, llamar a la insurrección violenta y proclamar la independencia. Los primeros fueron ilegalizados y disueltos tras décadas de permisividad e impunidad, y algunos de sus dirigentes acabaron en la cárcel. En el caso de los responsables del procés, la Policía los detuvo, la Justicia los condenó e ingresaron en prisión… hasta que Sánchez, para lograr los votos que necesitaba para permanecer en la Moncloa, aprobó los indultos y después la ley de amnistía que ahora se debate. Unos y otros son socios del PSOE.

Muchos nos opondremos a semejante propósito, por considerarlo inapropiado, injusto, regresivo y reaccionario, pero ellos, proponer, pueden proponerlo e incluso conseguirlo

Por mucho que lo nieguen y se hagan las víctimas, los partidos nacionalistas podrían alcanzar sus objetivos. Para ello, eso sí, deben conseguir los votos necesarios para modificar la Constitución Española, introducir el derecho a la autodeterminación, convocar el referéndum de independencia, celebrarlo y ganarlo con el porcentaje de votos que legalmente se decida. Muchos nos opondremos a semejante propósito, por considerarlo inapropiado, injusto, regresivo y reaccionario, pero ellos, proponer, pueden proponerlo e incluso alcanzarlo a través de los procedimientos establecidos y respetando las mayorías necesarias. O sea, pueden cambiar la ley pero, mientras tanto, deben respetarla. La cuestión es que no tienen los votos necesarios ni los apoyos suficientes, al menos de momento. Y lo que no pueden hacer es emplear un instrumento que no es legal ni en España ni en ninguna parte del mundo (salvo en Etiopía y en San Cristóbal y Nieves), el derecho a la autodeterminación o derecho a decidir, que no es sino el propósito de impedir que el resto podamos decidir lo que a todos nos corresponde y, en definitiva, que una parte decida por el todo. Y si lo hacen, deben ser legalmente perseguidos.

Lo que el PP propone ahora es que las formaciones que cometan graves delitos contra el Estado sean disueltas. Y a mí, que rechazo la ilegalización de las formaciones independentistas por el simple hecho de serlo, me parece lo correcto. Porque en España no se puede perseguir a un partido por las ideas que defienda, por muy malas que sean, pero sí deben perseguirse a los que cometan ilegalidades flagrantes (como cuando se detiene y se disuelve una banda de atracadores, cuyo delito es mucho menos grave que tratar de romper un Estado). 

Aplicar la ley antes de modificarla

La ley de partidos que el PP quiere endurecer dice expresamente que la disolución judicial de un partido será acordada por el órgano jurisdiccional competente cuando, entre otros supuestos, "de forma reiterada y grave vulnere los principios democráticos o persiga deteriorar o destruir el régimen de libertades o imposibilitar o eliminar el sistema democrático". Es la misma ley, por cierto, que ya recoge la posibilidad de disolver partidos por "incluir regularmente en sus órganos directivos o en sus listas electorales a personas condenadas por delitos de terrorismo que no hayan rechazado públicamente los fines y los medios terroristas". Quizás antes de modificar la ley haya que aplicarla. Y recuperar en el Código Penal el delito de sedición y el de convocatoria ilegal de referéndum.

En todo caso, la enmienda de totalidad del PP que rechaza la amnistía será descartada. Existe hoy día en el Congreso de los Diputados una mayoría de representantes y partidos que considera legítimo amnistiar a corruptos y golpistas a cambio de lograr sus votos para que Sánchez siga en la Moncloa. Es, a día de hoy, lo que tenemos. Pero, digan lo que digan, lo anómalo no es proponer la disolución de partidos que ataquen la Constitución y el Estado sino negociar, pactar y gobernar con ellos.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.

  • M
    Messidor

    Si deja usted sólo la P y la S queda meridianamente claro de quién son las iniciales :)

  • M
    Messidor

    No deberíamos olvidar la historia. El partido comunista de España fue pulverizado mediante la brillante jugada de legalizarlo. La sociedad de finales de los 70 le temía, eran como un fantasma amenazador desde las sombras. Cuando concurrieron a las primeras elecciones quedó deslumbrantemente claro que eran cuatro gatos. Y no ha vuelto a levantar cabeza hasta hoy: el residuo que aún respira no es nada comparado con lo que antes de la legalización se creía de forma generalizada.

    Un partido indeseable está mejor dentro de la ley, con luz y taquígrafos, que fuera, donde la imaginación y los mitos son libres.

    Si no fuera por Sánchez, sus contemplaciones, indultos, amnistías, todo en aras de su sostenibilidad en el poder, este asunto estaría en orden. Los sediciosos cumpliendo condena y sus sucesores, no les quepa duda, pensándoselo muchísimo antes de "volverlo a hacer".

    ¿Disolver partidos? con el carajal que tenemos montado con los nacionalismos paletos es llamativo que al PP se le ocurra empezar por ahí (demuestra su poco ADN liberal y, al propio tiempo revela lo valioso que considera "tener un partido", una de esas máquinas-cornucopia). Hay muchos recursos legales que aplicar (155 para el español en los colegios y demás infamias del gobierno catalán, código penal para los bullies independentistas violentos... ) y otros por crear, como cambios legales que impidan (como ya ocurre en otros países intachablemente democráticos) que partidos minúsculos con unos pocos miles de votos pueda tener la llave del gobierno de todo el país, etc. etc.

    No hace maldita falta disolver partidos.

  • D
    DDT

    Si

  • N
    Norne Gaest

    El artículo empieza mal, al asegurar sin probarlo que la mayor parte de la población es contraria a la ilegalización de los partidos independentistas.

    En cuanto al fondo del asunto: ilegalizar a los partidos por ser independentistas o solo por cometer graves delitos, soy partidario de lo primero, desde mucho antes de que existiese Vox.

    ¿Por qué? Pues precisamente por ser contrarios a los fundamentos esenciales de la Constitución, que a su vez es la norma suprema de un Estado de Derecho. Es bien simple y así lo entienden la mayoría de los países de nuestro entorno democrático.

    Si cometen graves delitos lo que hay que hacer es aplicarles un Código Penal en condiciones, por supuesto re introduciendo el delito de sedición y algunos detalles más.

    El nazionalismo, o se coge por los cuernos de una vez o nos estará amargando la vida nacional "in eterno" (eso quiere decir que también hay que hacer cambios en la Ley de Electoral, las competencias autonómicas, etc.)

    Para padecimientos debería ser suficiente con tratar de reeducar democráticamente a una izquierda que no lo es o apenas lo es (por eso hubo se jodió la II República y hubo una guera civil), como para encima privilegiar a los nazis regionales.

    Aunque, claro, como estamos en la falsa dialéctica de la izquierda y la derecha, en vez de entre los distintos programas de partidos democráticos (¿hay que explicar también en un simple comentario que es lo democrático?), pues nuevamente tenemos el problema mal planteado.

    De columnistas políticamente progre correctos estamos sobrados, pero de los que vayan a las raíces de los problemas, escasos.

    • M
      Messidor

      Elige usted ilegalizar a los partidos por ser contrarios a los fundamentos esenciales de la Constitución.

      No puedo estar de acuerdo. Ideas como que el estado de las autonomías es un error y que estaríamos mejor bajo un sistema abiertamente federal o confederado, que el papel que la constitución asigna a los partidos nos aboca inevitablemente a una partitocracia patológica como la que padecemos o que la monarquía es un formato anacrónico y es muy preferible una república me parecen, en cuanto ideas, perfectamente legítimas (aunque personalmente no estoy de acuerdo con todas ellas).

      Si empezamos a prohibir ideas ¿dónde nos detenemos?

      Además, si los partidos contrarios a la constitución se prohiben por ese mismo hecho, los mecanismos previstos por ella misma para su modificación quedarían vacíos de contenido, o limitados a detalles irrelevantes como si el texto dice "discapacitados", "minusválidos" o "handicapados".

  • V
    vallecas

    Completamente de acuerdo.
    En algunos países de la UE para estar en el Parlamento hay que obtener un 5% de los votos de todo el país.
    Con esto sería suficiente para que los terroristas de la ETA, independentistas y odiadores de España no estuvieran en el Congreso.

    Por cierto en la constitución de Rusia se contempla el derecho de autodeterminación con la mayoría de 2/3 (66´6%). De ahí la formación de los nuevos países, Estonia. Letonia, Bielorrusia, Lituania, Ucrania. Está claro que a Putin no le gusta mucho esta norma.

    En España no se sabe esto porque a ningún independentista, comunista y terrorista le atrae mucho eso del 66 %.
    ERC planteó la Independencia con el 27´50 % de los que tienen derecho a voto en Cataluña.

  • H
    Hermes

    Pues nada. Como sugiere el autor, legalicemos el partido nazi. A fin de cuentas, levantar el brazo no es delito.