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Opinión

Por sus correos los conoceréis

El presidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sánchez (i) y el presidente de Omnium Cultural, Jordi Cuixart (d)

Los correos del intento de golpe de estado separatista desvelan lo que ya sabíamos: se pretendió forzar la normalidad democrática con todos los medios posibles. Si no hicieron más no fue por que no quisieran, sino porque se lo impidió el estado.

El género epistolar de la ANC

No podemos decir que los correos de Jordi Sánchez, ahora tan modosito y discreto, sean un modelo literario al estilo de Les lettres de mon Moulin. Claro que él tampoco es Alphonse Daudet, aunque el padre de Tartarín de Tarascón intuyera en la figura de su héroe algunos rasgos de la gente procesista. Quizás la Benemérita, gracias a la cual hemos conocido su, debiera publicarlos en fascículos. Piénselo, ministro Zoido, que aquí hay unos dineritos para ayudarle a la subida pactada de salarios de miembros del Instituto Armado y Policía Nacional. Porque lo cierto es que los mensajitos de marras no tienen desperdicio.

Los que ahora se rasgan las vestiduras hablando de violencia policial, de vulneración del estado de derecho, de baja calidad del sistema democrático son, como poco, unos cínicos y, como mucho, unos vulgares golpistas que, a la mínima de cambio, o salieron por patas hacia el dorado confort de Bruselas o se han refugiado en la negación canalla y cobarde, desdiciéndose de sus propósitos.

No eran tan buenos chicos los días previos a la aprobación del 155. En los correos del mencionado Sánchez se encuentra un plan de contingencia para la independencia, consistente en “coordinar la defensa territorial de los puntos vulnerables, con los Comités de Defensa de la República para ayudar y obedecer solamente al gobierno catalán”, todo ello mediante huelgas y movilizaciones permanentes, coordinándose también con otros colectivos como Ómnium Cultural, los CDR, estudiantes y bomberos. Es decir, un Coup d’Etat de manual, como el que describió en su ya famoso libro Curzio Malaparte.

La ANC, según la investigación efectuada por la Guardia Civil, quería crear una banca pública como herramienta de autofinanciación. Dicha entidad tendría facultades para emitir deuda, pero lo que no se dice es que esa banca solo podía crearse a partir de la intervención de los depósitos de particulares. Una expropiación a la venezolana, una medida poco o nada compatible con los señores convergentes, tan serios y tan del Círculo del Liceo, ellos. Iban a romperlo todo para salvar lo suyo, y en esa carrera nada podía detenerlos. En los papeles de Sánchez se instaba constantemente a no tener miedo. Puigdemont no los leyó, porque a la que pudo se escapó cobardemente.

Dicen que aquello iba de democracia, pero por sus correos vemos la realidad: de democracia, nada, fue un puro y duro intento de golpe de estado "

En los planes, más serios de lo que muchos creían, se habla sin tapujos de organizar movilizaciones “intensas” que culminarían en una huelga general, teniendo como objetivos prioritarios las escuelas, los hospitales, las universidades y las delegaciones de la Generalitat. Todo eso se preveía hacerlo con la ayuda de los Mossos, de los que se esperaba la desobediencia a la autoridad y al ordenamiento constitucional. El informe rescatado de los ordenadores por la Benemérita, que realizó Pere Grau, planteaba modificar la ley de la policía autonómica para poder suprimir la obligación de hacer cumplir la Constitución, suprimiendo su dependencia funcional respecto a jueces, tribunales y ministerio fiscal. Todo a golpe de diktat. Sin debate, acogotando a la oposición. Se insiste mucho en lo conveniente que sería “motivar” a los policías catalanes. Algo debían temer los golpistas cuando tantas referencias hacen en el plan a los bomberos. Dicen que aquello iba de democracia, pero por sus correos vemos la realidad: de democracia, nada, fue un puro y duro intento de golpe de estado y los que lo dirigieron, unos golpistas.

Un nuevo concepto: la violencia pasiva

Linus Puchal Fernández, que trabaja en TV3 como productor de informativos (¿hay alguien en la sala que se extrañe de esto?) enviaba a Sánchez un correo en el que se hacia mención de este concepto. Hablaba de efectuar una acampada - ¿les suena? – ante las puertas del Parlament de Cataluña. Se precisaba tres mil personas para que, rotando en turnos, se mantuviesen allí día y noche cerrando todas las entradas al recinto tales como puertas, ventanas y otros, formando después tres círculos concéntricos alrededor.

El primero debía esta integrado por, y citamos textualmente, “personas escogidas por su robustez, sangre fría y disciplina, capaces de emplear varias maneras de resistencia pasiva”; el segundo estaría formado por “personas dispuestas a rodear a las fuerzas invasoras empleadas en desmontar la primera línea”; en fin, la tercera quedaba abierta para todo tipo de voluntarios que rodearían el perímetro del parque de la Ciudadela en el que se encuentra el Parlament, con el objetivo de impedir el cierre del recinto y facilitar con su presencia y auxilio que los amotinados pudiesen recibir suministros, etc.

¿Se trata o no de un golpe de estado? Asediar a parlamentarios elegidos democráticamente, impedirles su salida, cerrar puertas y ventanas, con el riesgo que eso comporta en caso de incendio, por ejemplo ¿es la revolución de las sonrisas? Más aún, en los correos de Sánchez se cita en varias ocasiones a un “experto en resistencia a la policía” que es quien aconseja estas medidas, medidas que son de primer curso en cualquier manual de insurrección. Le sugerimos a Su Señoría Pablo Llarena que insista en este aspecto, porque aquí hay un grave asunto. Si esa persona es de origen extranjero, lo que sospechamos, podríamos encontrar un formidable hilo que explicaría muchas cosas.

La conclusión es que aquello no fue la obra de unos locos, sino un plan premeditado y concreto dirigido a la destrucción de la democracia en Cataluña"

Hay que decir que el papelito del tal Puchal no es obra solamente suya. El mismo asegura que es producto de un grupo de militantes de la ANC. Por no abundar más en los aspectos organizativos del intento de golpe de estado, vayamos a las conclusiones. La primera es que aquello no tenía nada de actos festivos o folclóricos. Estaba muy bien diseñado y preparado, y los dirigentes separatistas, tanto los del Govern como los de las organizaciones ANC y Ómnium, estaban perfectamente al tanto y es de suponer que no pocos diputados de los partidos independentistas también. ¿Podemos seguir adelante con la recuperación de la convivencia manteniendo dentro de la legalidad a esos cuerpos extraños? ¿Debe la ANC seguir siendo legal?

La segunda es que, y en los correos se dice clarísimamente, se cuenta con la ayuda imprescindible del “Govern, el Parlament – los suyos, se entiende – y el Ayuntamiento”. Ojo. Se está haciendo referencia al de Barcelona. Otra sugerencia para el magistrado: ¿Se ha planteado Su Señoría hacer testificar a la alcaldesa Ada Colau, a su responsable de seguridad pública y a algunos mandos de la Guardia Urbana? Debería aclararse que tipo de colaboración esperaban los golpistas, y hasta qué punto el consistorio barcelonés estaba al tanto del proyecto.

Para resumir, la conclusión es que aquello no fue la obra de unos locos, sino un plan premeditado y concreto dirigido a la destrucción de la democracia en Cataluña y, de rebote, en el conjunto de toda España. La gravedad de los correos de Sánchez, y de muchos otros que obran ya en poder de la justicia, hacen de este asunto el envite más grave desde aquel malhadado 23-F, en el que se intentó exactamente lo mismo, deshacerse del orden constitucional para sustituirlo por otro de corte autoritario y vulnerador de las libertades. Sería interesante ver que dicen de todo esto los que aún van por ahí denunciando aquel triste suceso. Eso sí, que lo digan por correo electrónico porque seguro que al final nos enteraremos todos y, lo más importante, se enterará la Guardia Civil y la justicia.

Por sus correos los conoceréis, y a fe de Dios que los suyos son terribles, ominosos, amenazantes, pero en modo alguno festivos, alegres, sonrientes. Es su auténtico rostro lo que nos muestran y está bien que la careta sea arrancada de sus caras. Por eso sería bueno recordar a Vasili Grossman cuando nos advertía acerca de que el totalitarismo no puede renunciar a la violencia, porque en caso de hacerlo, perecería. O cortamos o volverán a intentarlo. Porque son totalitarios.

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