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Opinión

Chuzos de punta en TV3

Mónica Terribas

Quizá no debiera enterarse Mark Rutte, el nuevo malo de la película, de que las televisiones públicas españolas disponen cada año de alrededor de 2.000 millones de euros para gastar en lo que deseen. Casi el 30% de esa cantidad se destina al pago de las nóminas de los trabajadores de TVE y TV3, cuyas plantillas son enormes y muy caras. Mucho más que las de Atresmedia y Mediaset. Hasta que escampe, le ocultaremos esos detalles a Países Bajos para no agrandar el malestar de los frugales.

Habrá quien piense que toda sociedad debe disponer de un espejo en el que mirarse y que, por lo tanto, estas empresas tienen su razón de ser. Sin embargo, cuesta pensar que cumplen los objetivos que tienen asignados si se tiene en cuenta que históricamente han servido de escudo y espada de los partidos; y de sastrerías para tejer trajes a medida a los barones autonómicos de turno.

Ocurrió hace unos días en la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA) un hecho que ha provocado todo tipo de comentarios en sus pasillos, cuentan las fuentes consultadas por este periódico. Es la dimisión de Mónica Terribas, quien durante los últimos años ha ejercido de lideresa de las mañanas de Catalunya Ràdio. También ha sido una de las periodistas que más veces ha incumplido el deber de neutralidad de los informadores de los medios públicos catalanes, aunque no haya pagado consecuencias. Allí, quienes tienen problemas son los que no se significan. O, mejor dicho, los que no se significan como es debido.

Dicen que su marcha se debió a sus diferencias irreconciliables con Saúl Gordillo, que es el director de este medio de comunicación y que ha sido puesto en la diana por JxCat; cosa curiosa si se tiene en cuenta que durante un buen tiempo fue amigo y compañero de faenas periodísticas de Carles Puigdemont. De hecho, ambos fueron administradores de la empresa Doble Utopía S.L., fundada en 2006 y dada oficialmente de baja en 2015.

El asunto se las trae, pues la espantada de Terribas ha tenido lugar en un momento complicado, a pocas semanas del inicio de la nueva temporada radiofónica, cuando resulta más difícil fichar y negociar. A pesar del roto que dejó en su parrilla, Gordillo agradeció a la locutora su profesionalidad y los servicios prestados; y le deseó suerte. Ella, fue bastante más escueta y menos amable: “Los engranajes chirrían”, afirmó, de forma críptica, para explicar su marcha.

Desde luego, es fácil de deducir que el conde de Godó se estará frotando las manos ante tal suceso, pues bien podría hacer que RAC1 incrementara su ventaja sobre la radio pública. Y ya se sabe que, en los medios de comunicación, a mayor audiencia, más dinero entra en caja. A fin de cuentas, no está tan mal que el vecino tenga goteras en casa si se vive en el piso de arriba.

Intento de decapitación

A la vista de los acontecimientos, la vicepresidenta de la CCMA, Núria Llorach, propuso la destitución del director de Catalunya Ràdio por “pérdida grave de confianza”, pero perdió la votación en el Consejo de Gobierno, donde no alcanzó la mayoría suficiente. Publicó el diario ARA que el vocal designado por el PP, Armand Querol –que pronto cumplirá 25 años en el cargo, se dice pronto-, votó junto a Rita Marzoa a favor de la permanencia de Gordillo. Es decir, los populares se alinearon con ERC en la votación. Todo puede pasar en la Cataluña contemporánea.

Cuentan fuentes internas que los independentistas de JxCat –y Llorrach es cercana a esa coalición- tienen tomada la matrícula a Gordillo desde que en mayo de 2019 quiso eludir las consecuencias legales de la emisión en Catalunya Ràdio de las cuñas del referéndum independentista. Entonces, denunció ante el juez presiones por parte de la propia Llorach para que las difundiera, lo que hizo que el soberanismo radical le pusiera una cruz.

A Terribas se le asoció con ERC durante un buen tiempo, pero actualmente existen dudas fundadas de que defienda esa opción política. De hecho, en los mentideros políticos catalanes se habla de que Puigdemont ha podido ofrecerle un puesto en su lista de cara a las próximas elecciones autonómicas catalanas.

En su hoja de méritos se encuentran episodios como el que protagonizó en los días previos a la celebración del referéndum secesionista del 1-O, cuando emplazó a los oyentes de su programa a delatar la posición de los agentes que participaban en la operación policial que estaba destinada a impedir su celebración. En lo sucesivo, tampoco ha escondido especialmente su postura en favor de la independencia. Recordemos: desde el micrófono de la radio pública. La que pagan todos los contribuyentes.

El independentismo, enfrentado

Sobra decir que detrás de estos sucesos se encuentra la lucha encarnizada que existe entre las diferentes facciones del independentismo, que han decidido que uno de sus campos de batalla debe ser la CCMA. Realmente, no podía ser de otra manera, dado que TV3 ha sido el principal altavoz de la propaganda secesionista durante los últimos años y de su control dependen el destino de muchos votos.

Su fuerza quizá no es la de hace 15 años, pero su audiencia es todavía la mayor de las televisiones autonómicas españolas, de ahí su protagonismo en la vida política catalana.

A pocos meses –se supone- de la celebración de los comicios autonómicos, quedan muy lejos los tiempos en los que el secesionismo mantenía una imagen de unidad. Ahora, los puñales vuelan de un partido a otro sin excesivo disimulo; y las emboscadas buscan víctimas como lo pudo ser Saúl Gordillo, a quien incluso una parte de los trabajadores de la radio tienen enfilado. Aquí ha pasado como siempre: la independencia ha dejado de ser el objetivo prioritario –si es que alguna vez lo fue- y ahora lo importante es aglutinar la mayor cuota posible de poder.

Desde luego, tiene el ser humano una voracidad incontrolable cuando se trata de ocupar sillones que le lleva a dejar de lado todos sus escrúpulos y su empatía.

Juguetes pagados por todos

En cualquier caso, estos sucesos han vuelto a demostrar que las televisiones públicas son juguetes caros en manos de politiquillos de todo pelaje. No sólo ocurre en Cataluña, sino en el resto de España. De hecho, basta mirar hacia RTVE para observar un perfecto ejemplo de cómo las luchas partidistas y las ambiciones sindicales pueden reventar un servicio público por completo. El caso de TV3 es especialmente exagerado, pues su sesgo es tal que durante los últimos años prácticamente se hablaba a todas las horas del independentismo.

Sirva como ejemplo del entreguismo a los soberanistas lo que denunció Daniel Sirera, vocal del Consejo Audiovisual de Cataluña, hace unas semanas, y es que Pilar Rahola dispone al mes de 220 minutos para soltar sus monsergas. A partir de ahora, la radio pública se quedará sin la voz de otra de las informadoras pro independencia. Veremos a ver dónde acaba y si su sustituto reduce la carga ideológica en su discurso. Difícil de creer.

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