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Opinión

¿Para qué carajo sirve el Parlament de Cataluña?

Roger Torrent presidente Parlament

Lleva meses paralizado por la irresponsabilidad de los separatistas, pero la calculadora no se detiene. El presupuesto de esa cámara de vodevil es el más elevado de todos los parlamentos autonómicos.

Un Parlament de fireta

O, lo que es lo mismo, de chichinabo, ful, inútil, mandria, pelagatos y, evidentemente, total y absolutamente superfluo. Ese órgano que está detenido en el limbo causado por la sinrazón separatista, a la que vemos debatirse entre sus delirios, la realidad y el pastizal que se llevan cada mes sus señorías, es, además de una broma privada, un órgano estéril y carísimo. Con un presupuesto anual de 53,65 millones de euros anuales que se llevó el año pasado – en el 2011 ascendió la broma a los setenta millones, pero se conoce que, como son muy buena gente, han recortado gastos – ese bonito areópago de nulidades se ha mostrado como algo perfectamente prescindible en la vida de los catalanes.

La importancia del Parlament para los nacionalistas es, sin duda alguna, importantísima. Solo en un lugar así han podido soltar a lo largo de décadas sus majaderías casi en petit comité, porque cuando mandaba Jordi Pujol no había nadie que les chistase y ahora, con sus herederos ocupando el trono, los constitucionalistas van peleados los unos con los otros y tampoco han conseguido imponerse a la voz única de los adoradores de la estelada.

Prueba de esto que les digo es la carta que envió la líder de la oposición y representante del partido con más votos en las últimas elecciones, Inés Arrimadas, al separatista Roger Torrent, a la sazón presidente de ese balneario para abuelas convergentes y jóvenes cachorros del independentismo. En ella, Arrimadas pedía que compareciese ante el plenario para dar cuenta de porqué la cámara estaba paralizada. ¿Qué contesta Torrent? Con la mayor sangre fría y cinismo, dos cosas de las que no andan precisamente escasos los partidarios de la república de Ikea catalana, le dice que, si no hay investidura, es “debido a las injerencias ilegítimas del estado”, que “las causas son de tipo procesal y ajenas a la voluntad del Parlament” y que “no piensa comparecer porque el reglamento de la cámara no establece ni tiene previsto el mecanismo que propone la líder de Ciudadanos”.

O sea, que el bello Torrent se nos ha hecho legalista y la culpa de todo la tiene el estado por aplicar la ley, cosa que a ojos de los separatistas es ilegal. Agárreme usted por el rabo esa mosca. Así las cosas, con esa manifiesta esquizofrenia chulapona, no es de extrañar que tanto los de Puigdemont como los de Junqueras vayan proponiendo candidatos fantasmagóricos e irreales para cualesquiera personas con un mínimo de sentido común. Al paso que van, acabarán por proponer a Francesc Macià, que bien podría gobernar mediante una tabla Ouija o, en su defecto, un tradicional velador.

Sería de risa, de ciscarse en el fielato, de descuajeringarse encima, si no fuese porque el enorme dineral que se vierte en ese palacio de la Ciudadela barcelonesa estaría mejor empleado en otros menesteres. El que quiera jugar con realidades virtuales, que se compre unas gafas y se las pague de su bolsillo. Por otro lado, la pregunta que surge al contemplar toda esta burla hacia la ciudadanía es para qué carajo sirve todo ese montaje, si no es para que un puñado de vividores buenos para nada cobren unos sueldos que no podrían ni imaginar obtener trabajando como Dios manda en el mercado.

Eso sí, como sea que los revolucionarios de la Visa Oro pretenden que continuemos apoquinando la mosca para que ellos continúen con su mamandurria, tienen un montón de nombres posibles en la reserva. Tan inútiles e ineficaces como los que hasta ahora conocemos, pero sin problemas legales. Al menos, hasta la fecha.

Las listas y los tontos

Dicen que Junts per Catalunya podría proponer a la inefable Elsa Artadi como candidata en lugar de Puigdemont o Sánchez. Eso ya se lo dije yo hace unos días, porque la muchacha de los abriguitos caros es el ojito derecho del fugadísimo de Bruselas y este sabe que le serviría fielmente ocupando el cargo de presidenta de Tractoria. Bueno, eso es lo que el niño del flequillo se imagina, porque una vez aposentada en la silla de mando, a ver quien es el guapo que le discute nada a la señora, que tiene un carácter o dos, aunque sepa disimularlo muy bien debajo de esa imagen de noia de casa bona que tiene. Nos consta.

Por su parte, los de Esquerra proponen al ínclito ex conseller de relaciones exteriores, Raül Romeva, en libertad bajo fianza. Sabemos fielmente que el tal Romeva no sabe dónde meterse, porque ni quiere ni le apetece ser candidato a nada, ni siquiera a presidente de su comunidad de vecinos. Anda el hombre taciturno, mostrando un perfil muy bajo en la cosa política, y no parece tener la menor ambición política salvo la de cobrar su sueldecito apañado de diputado cada mes.

Otros dos cartuchos en la recámara, de los que también les he comentado alguna cosa en estos billetes, son Quim Torra por parte de los puigdemontistas y Sergi Sebriá por parte de Esquerra. No me parece que un debate entre ambos despertase el entusiasmo por parte de nadie, empezando por los suyos propios. Me lo imagino como uno al que asistí, en un Consell Nacional del PSC, entre Raimon Obiols y Josep María Triginer en el que discutieron acerca de cuál de los dos era más epicúreo. Si uno provocó bostezos, el otro más. Así le ha ido al socialismo en Cataluña.

Sea como sea, el receptáculo de toda esa avalancha de banalidad, el parlamento catalán, podrá ser un émulo pobretón de la Comèdie Française, un burdo remedo de la Royal Shakespeare Company, una caricatura de la Compañía de Teatro Clásico Español, pero en tanto que cámara de debate político, de representación real de los problemas de la ciudadanía, nasti de plasti.

A nadie que yo conozca le importa un higo el parlamento catalán; si me apuran, ni el español. Bastante tiene la gente con levantarse cada día y mirar como se gana las lentejas. La gente normal no entiende porque ha de sufragarles el gasto a toda esa pandilla de mentecatos, mientras que a ellos no les llega ni para pagar los impuestos. Dice ahora el pamplinas de Pedro Sánchez que propondrá limitar el aumento de los sueldos de diputados y senadores al mismo tanto por ciento que las pensiones. No hombre, no, lo que deberían hacer todos ustedes es dejar de cobrar esos sueldazos y pasar a percibir el salario mínimo interprofesional, sin coches, sin ayudantes, sin dietas, sin gastos pagados, con una pensión de jubilación como el resto de los españoles, a ver si así espabilaban. Siempre he dicho que, si los parlamentarios cobrasen mil pavos al mes pelados, no habría ni Dios que quisiera serlo entre la mayoría de los actuales diputados.

Ya sé que hay de todo y en todos los sitios, pero me parece a mi que las filas separatistas y podemitas iban a quedarse bastante mermadas, porque la mayoría de sus integrantes están ahí para chupar del bote. Y miren, si solo fuese eso, pues qué le vamos a hacer, porque hasta ahora así ha sido en Cataluña, lo malo es que, encima, pretendan jodernos la marrana a la gente de a pie, los que les pagamos, a los que nos tendrían que tener algo más de respeto y consideración.

Que por mucho recorte que hayan hecho, más de cincuenta millones al año son muchos millones, Saquen ustedes cuentas y vean cuantas pensiones de mil euros para jubilados saldrían de ahí, o cuantas camas de hospital, o cuantos médicos podrían contratarse, o cuantos policías, o cuantos recibos mensuales de la cuota de autónomos podrían obtenerse. Que no, que no sirven para nada y, además, nos salen por un ojo de la cara. Que lo cierre el Tribunal Constitucional y convoque nuevas elecciones. O, mejor aún, que lo llenen de agua y hagan una piscina climatizada. Total, el ambiente de balneario lo ha tenido siempre. De balneario para ricos, claro.

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