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Opinión

Calviño, Pepiño y los bajos fondos

Las perspectivas de negocio de algunos intermediarios van en ascenso, a medida que engorda la bola de nieve en la ejecución y adelgaza la esperanza en que la economía despunte de verdad

El exministro José Blanco y el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, durante un foro sobre el AVE.

Al Fondo Monetario Internacional (FMI) no le tiembla el pulso ni con sus colaboradores. Un mes y un día después de elegir a Nadia Calviño presidenta de su Comité Monetario y Financiero Internacional, la institución asesta un contundente varapalo a la ministra española. El FMI calcula que nuestra economía crecerá este año seis décimas menos de lo que preveía hace sólo tres meses. Entre su nuevo pronóstico (5,8%) y el del Gobierno (7%) hay todo un abismo que desacredita a Calviño y sus astronómicas proyecciones.

La rebaja del FMI refrenda lo que muchos empresarios veían venir y Moncloa prefiere no ver: los fondos europeos no surtieron el efecto que debían en 2021 y tampoco lo harán en 2022. La crisis energética y el embiste final de ómicron arañaron puntos al crecimiento español -y al europeo- el pasado año. Pero el principal factor que impidió al PIB crecer con el ímpetu esperado fue la lentitud exasperante en la ejecución real del dinero de la UE. Los datos hablan por sí mismos.

El equipo de Nadia Calviño confiaba en cerrar el año con un crecimiento del 6,5%, mientras que la media de los 20 principales servicios de estudios, calculada por Funcas, apunta al 4,8%. Son 1,7 puntos menos, otro abismo más insondable si cabe.

Quienes siguen de cerca la evolución de los fondos, desde economistas a asociaciones empresariales, calculan que a la economía real, a la calle, han llegado entre 1.000 y 1.500 millones de euros, frente a los 11.000 que pregona Calviño y los casi 27.000 que presupuestó Hacienda el pasado año. Ese atasco inconmensurable ha generado una gran bola de nieve. Infinidad de proyectos, grandes y pequeños, previstos para 2021 han sido aplazados a 2022, lo que provocará a su vez el aplazamiento a 2023 de iniciativas agendadas este año.

Lobistas, cazarrecompensas, toda la hueste de aprovechados que siempre han coexistido en los bajos fondos de este país, vieron venir antes que nadie que la avalancha ayudas europea devendría en una "merienda de negros"

Mal se presenta 2022 para el Gobierno, que contaba con sacar partido, por fin, al combustible europeo, para arrancar en el mejor lugar de la pole 2023. O sea, el año en que Pedro Sánchez presidirá durante un semestre la UE y desempolvará previsiblemente las urnas. Lo dramático es que el pinchazo de los fondos no sólo resquebraja los cálculos electorales de Ferraz.

En este caso, lo que es malo para el PSOE también lo es para el conjunto de los españoles. Este año, los fondos europeos deberían catapultar la actividad empresarial, certificar la recuperación del empleo y permitir la retirada del 'doping' estatal. Los ERTE y las ayudas por cese de actividad a los autónomos están prorrogados hasta el 28 de febrero y la moratoria concursal seguirá vigente hasta junio.

El problema es que 2022 ha arrancado con las mismas dudas empresariales sobre el efecto de los fondos (el retraso de los PERTE es poco menos que vergonzoso) y con más nubarrones todavía en el horizonte macroeconómico. Este lunes, el servicio de estudios de Mapfre alertaba de que la crisis geopolítica, con epicentro en Ucrania, ya es el principal factor de riesgo para la recuperación europea. Y España tiene mucho que perder, por culpa de una inflación muy superior a la de sus vecinos. El diferencial con la Eurozona -lo cuenta aquí Beatriz Triguero- ya alcanza el nivel más alto en 15 años (6,6% frente al 5,0%).

Ex ministros como José -'Pepiño'- Blanco, Antonio Hernando, José Manuel Soria o Alfonso Alonso intensifican estos días su labor de lobistas, en vista de que la bola de nieve engorda a una velocidad inversamente proporcional a la transparencia de la ejecución

El desastre de los fondos, con millones de euros 'embalsados' en las autonomías, con precedentes ya conocidos de adjudicaciones millonarias a dedo, genera un caldo de cultivo ideal para los intermediarios, los que trabajan con profesionalidad pero también los que actúan con los escrúpulos justos. Lobistas, cazarrecompensas, toda la hueste de aprovechados que siempre han coexistido en los bajos fondos de este país, vieron venir antes que nadie que la avalancha ayudas europea devendría en "merienda de negros", expresión atribuible a David Madí, ex mano derecha de Artur Mas e investigado en la actualidad junto a Iván Redondo por la Fiscalía Europea.

Ex ministros como José -'Pepiño'- Blanco, Antonio Hernando, José Manuel Soria o Alfonso Alonso intensifican estos días su labor de lobistas, en vista de que la bola de nieve engorda a una velocidad inversamente proporcional a la transparencia de la ejecución. Las perspectivas de negocio de algunos van en ascenso, no como las proyecciones económicas del FMI.

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