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Opinión

Las Brigadas de Limpieza, en el punto de mira del separatismo

Fotografía facilitada por el dramaturgo Albert Boadella de la pintada incitándole a marcharse

Poniendo la diana antes de disparar

Que en las filas separatistas cunde la rabia, el odio, las ganas de enfrentamiento, es cosa más que sabida por todos los que observamos la realidad catalana. Especialmente, por los que somos catalanes y vivimos aquí. La milonga acerca de lo pacífico que es todo este proceso separatista no se aguanta ni un segundo ante la cotidianidad, por más que se quiera disfrazar con lo de que los violentos somos nosotros. Que se lo pregunten a mi querido y admirado amigo y ministro de deportes de Tabarnia, Tomas Guasch, al juez Llarena y a su esposa, a los hijos de guardias civiles, a los compañeros de medios asaltados por los radicales, a los de los partidos constitucionalistas, en fin, a todo aquel que no comulgue con el ideario supremacista de esta república que cada día más se parece a la mussoliniana de Saló.

A los separatistas, acostumbrados a la impunidad más absoluta, les irrita que la ciudadanía se haya organizado y luche para recuperar sus pueblos y ciudades de la tiranía del amarillo, de la pancarta pro presos políticos y de las esteladas ondeando en las casas consistoriales. De ahí que estén buscando por todos los medios neutralizar las numerosísimas acciones que el Cuerpo de Brigadas de Limpieza están llevando a cabo en todo el territorio catalán. Hasta ahora, los radicales se contentaban con graznar consignas del tipo “Si ellos retiran un lazo, nosotros colgaremos cien”, típicas de la bravuconería totalitaria como aquel “¡Me ne frego!” del partido fascista italiano.

¡Cuántas semejanzas guardan los separatistas con aquellas escuadras de camisas negras! Solo les falta cantar su himno, A noi, compuesto por el maestro Carletto Concina que, con letra de C. Bruno decía “Me ne frego della galera, ¡camicia nera noi vogliam portar! Il core cambiato non é, o Duce d’eroi siam qui tutti fieri per te. ¡A noi!», o aquel otro, “Me ne frego non so ben mi spiego, me ne frego fo quel che piace a me”, de Prisco y Mario.

Me ne frego, efectivamente, porque a ellos ¿qué les importa nada? Ni el país, ni la convivencia, ni la estabilidad, ni la economía, nada, me ne frego y ya está. Su fe supremacista está por encima de cualquier otra consideración o derecho. De ahí que estén ya en circulación por las redes sociales las identidades de algunos miembros de esos grupos constitucionalistas, con nombres y apellidos, profesiones, antecedentes familiares y otro tipo de detalles que pueden hacer más exacta su identificación o localización. Si esto no es motivo de actuación por parte de fiscalía, que baje Dios y lo vea.

No es intención de este articulista dar la menor repercusión a tales informaciones, evidentemente, por lo que no reproduciré esas listas negras de personas que colaboran con las Brigadas. Faltaría más. Con que lo hagan los partidarios de la inquisición es más que suficiente. Allá ellos con su conciencia si a alguna de ellas les pasase lo más mínimo por culpa de ver expuesto su nombre a las iras de los extremistas. Que hay mucho pirado por ahí, y cada día más, desgraciadamente, acuérdense de que no hace mucho unos encapuchados con palos agredieron en la universidad a miembros de Societat Civil Catalana.

Pero sí es interesante destacar cómo los radicales constatan, con una mezcla de estupor y miedo, el aumento increíble que esas brigadas han experimentado en los últimos tiempos, en especial en zonas como el Maresme, el Garraf o el Baix Llobregat. Como sea que dar los nombres de dichos grupos no compromete a nadie, hete aquí algunos de los que citan en sus informes los separatistas: Segadors del Maresme, Diagrocs, Segagrocs, Brigada 155, Resistencia Vallés. Groc& Lloc, Unidad Montcada, Alta Tabarnia, G.T.A o Tabarnia Sur, por citar solamente a unos cuantos. Lo de Tabarnia también les produce una especial inquina, lógicamente. Junto al monopolio de la calle y la violencia, estas gentes también quieren detentar el de la ironía. Vano empeño, porque a ellos solo se les ocurre el exabrupto tabernario – llamarle puta a Inés Arrimadas no es el culmen de la inteligencia, ni siquiera del buen gusto o de ser bien nacidos – mientras que los tabernenses gozamos de la imbatible ironía de Albert Boadella. Mucha sopa han de comer para llegarle a la suela del zapato.

Los de extrema derecha son ellos

Así justifican en esa execrable delación de las personas que no son de su cuerda. Ese es su argumento preferido, identificar a las Brigadas como grupúsculos ultras, nazis, violentos. Pero los que están sembrando de cruces las playas del litoral catalán son ellos, lo que ya es siniestro. Luego dirán que si El Novio de la Muerte y tal. Los que desfilan con antorchas son ellos, imagen pavorosa que provoca el pánico entre turistas que coinciden con esas manifestaciones, especialmente si provienen de países que sufrieron el nazismo.

Los que tienen a un President que se ha jactado en sus artículos y tuits de la superioridad de la raza catalana, frente a la española, son ellos. Los que aplauden que ese mismo President, en su primer acto oficial en suelo catalán, se abrace efusivamente con el terrorista que asesinó al empresario Bultó o con un ex miembro de Terra Lliure, son ellos. Los que anteponen a su líder, sea Puigdemont, Torra o perico el de los palotes, a todo un pueblo son ellos. Los que acosan y agreden a aquellos que retiran pacíficamente lazos amarillos del espacio público son ellos, vean Youtube y compruébenlo. Los que defienden una educación politizada en escuelas y universidades, sin libertad de cátedra ni de elegir el idioma, al estilo de las Napolas alemanas del Tercer Reich, son ellos.

Son ellos los que no toleran que se les dispute la hegemonía en el terreno de la comunicación, son ellos los que emplean los impuestos de todos en subvencionar solamente a los suyos, son ellos los que someten al ostracismo más cruel a los que no comulgan con su credo, son ellos los que retuercen las leyes para adaptarlas a sus propios intereses y conveniencias, son ellos los que anuncian a bombo y platillo, con la ayuda de esa pseudo izquierda de estómago agradecido, quienes son los que se atreven a dar un paso al frente para demostrar que somos más los que estamos por la normalidad democrática que por los sueños identitarios. Son ellos los que cuentan entre sus seguidores con el Moviment Identitari Català, formación neo nazi, o con el apoyo de Alternativa por Alemania, la extrema derecha finlandesa o los nazis belgas.

Estas gentes solo saben poner estrellas de David para estigmatizar, al contrario, al enemigo que hay que combatir, que hay que eliminar de esa Cataluña idílica en la que todos, finalmente, serán arios, puros, combativos y creyentes. No lo digo yo, lo han dicho y escrito a lo largo de su historia los líderes del catalanismo separatista. Lean y apréndanlo los que no se han enterado aún. Discutir a estas alturas quienes fueron los hermanos Badía es peor que no tener ni rigor histórico ni intelectual, es un ejercicio de mendacidad que pretende ocultar la violencia y la tortura bajo la capa de un hipotético patriotismo.

En fin, que andan revolucionados apuntando a este o aquel, enganchándoles la etiqueta de ultra peligroso y poco menos que pidiéndole al cielo que los libre de tamaños energúmenos. Es grave, porque señalar al adversario es la previa a un estado superior de conflicto social que no quisiéramos ver en nuestra tierra. Estamos viendo demasiadas dianas con nombres dentro, bien sea de partidos, bien de particulares, como para estar tranquilos.

En la mira del separatismo estamos todos los que no somos de los suyos, miembros de las Brigadas de Limpieza o no. De ahí la imperativa unidad que precisamos para hacer frente todos juntos, pensemos lo que pensemos, a los que quieren seguir instalados en la ilegalidad, el supremacismo y el silencio de la mayoría. No esperemos a que sea demasiado tarde.

Miquel Giménez

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