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Opinión

Cuando el autor del delito es de Podemos

Cada vez menos gente les cree, cada vez somos más los que tenemos claro que, en nombre de la igualdad, lo que persiguen es terminar con ella

Alberto Rodríguez maniobra para anular su inhabilitación por parte del Supremo
El diputado Alberto Rodríguez. Europa Press

Han tenido que condenar a un diputado de Podemos por una agresión para que nuestra izquierda patria descubra que, en lo referente a algunos delitos, la declaración de la víctima supone en muchas ocasiones la única prueba de cargo. Efectivamente, lo que afirme la parte denunciante puede resultar suficiente para desvirtuar la presunción de inocencia, algo que les parece muy mal cuando el señalado como autor del delito pertenece al partido, pero que no dudan en jalear si el acusado es un varón heterosexual blanco y ajeno a la formación morada al que haya denunciado una señora.

Los mismos que han aprobado recientemente una reforma del Código Civil que permite suspender el régimen de visitas al padre por la mera interposición de una denuncia de violencia de género, ponen el grito en el cielo porque a su diputado Alberto Rodríguez el Tribunal Supremo lo haya encontrado culpable de un delito leve de atentado contra agente de la autoridad, condenándolo a una pena de prisión de mes y medio que se conmutó por el pago de una multa de 540 euros, con la accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena.

No vayamos a compararlo con la cruda situación del diputado podemita, que se va a quedar sin la paga unas cuantas semanas, que sí que es despropósito intolerable, una injusticia sideral

Mientras que para la izquierda esta última resolución constituye una sentencia sin pruebas que violenta la presunción de inocencia del susodicho porque se sostiene en la mera declaración de la víctima, que a unos menores se les prive de la presencia y atenciones de uno de sus progenitores por la simple denuncia del otro les parece fetén y en nada afecta a los derechos del acusado. Un acto de manifestación merece mayor fuerza probatoria para esta banda de politicuchos analfabetos que una declaración vertida en sede judicial y valorada por un tribunal.

Porque tal y como nos explicó Tania Sánchez, diputada autonómica por Más Madrid, el padre volverá a visitar a los críos siempre que pueda probar su inocencia en el juicio. Y no verlos durante unos meses o incluso años tampoco es para tanto. No vayamos a compararlo con la cruda situación del diputado podemita, que se va a quedar sin la paga unas cuantas semanas, que sí que es despropósito intolerable, una injusticia sideral.

Si el SEPE mostrase la misma efectividad para encontrar un trabajo a los parados que este Gobierno en enchufar a los del partido, en unos días acabábamos con el desempleo estructural

Por no hablar de las agresiones sexuales denunciadas por mujeres, a las que hay que conferir absoluta credibilidad sin ni tan siquiera osar preguntarles aunque su declaración sea la única prueba en la que pueda sustentarse la condena -algo habitual en este tipo de delitos-. Hermana yo si te creo, las denuncias falsas no existen, salvo cuando el acusado es miembro de la secta del círculo morado. Ellos jamás delinquen, sino que los persiguen por defender la democracia. Si los juzgados los inhabilitan, allá va Irene presta a colocarlos a dedo en el ministerio de Igualdad. Si el SEPE mostrase la misma efectividad para encontrar un trabajo a los parados que este Gobierno en enchufar a los del partido, en unos días acabábamos con el desempleo estructural que padece nuestro país.

La credibilidad muere cuando se desprecia la coherencia, señores. Cada vez menos gente les cree, cada vez somos más los que tenemos claro que, en nombre de la igualdad, lo que persiguen es terminar con ella, consagrando en nuestro ordenamiento jurídico una máxima abominable: la entidad del delito no la determina la gravedad del acto cometido sino el sexo y/o la afiliación política de su autor. Estamos hartos de que tilden de vengativa la justicia que se imparte contra ustedes o sus socios, mientras modifican nuestras leyes para que aquéllos a quienes consideran enemigos sufran los males que ustedes no quieren para sí. Los ciudadanos tenemos ya meridianamente claro que esto no va ni de feminismo, ni de democracia, ni gaitas: va de la impunidad que sus señorías creen que merecen por mor de su ideología.

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