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Opinión

Villarejo, Villalonga y Felipe VI en la diana de los desalmados

El Rey Felipe VI y la Reina Letizia, durante la visita realizada a la Misión de San José, en la ciudad tejana de San Antonio.

Nada que no supiéramos ya, y desde hace tiempo. En estas mismas páginas, quien esto suscribe ha escrito que tras la ruptura de relaciones entre Juan Carlos I y la alemana Corinna Larsen, de casada Corinna zu Sayn-Wittgenstein, inevitable colofón al escándalo del accidente de caza ocurrido en Botswana, entre la pareja había estallado una querella relativa más al zurrón que al corazón, a saber, que el dinerito, la pasta, el vil metal, se lo había quedado ella en sus cuentas, porque era en las cuentas de Corinna donde la royal pareja ingresaba el resultado de sus intermediaciones por el ancho mundo, particularmente el mundo lindero con las monarquías de Oriente Medio, y que la Doña, que durante años vivió como una reina en la Angorrilla, El Pardo, con acceso directo desde la Zarzuela, se llamaba andana, no quería soltar la panoja, porque, argumentaba, ese dinero era suyo y de nadie más.

De modo que, a partir de la ruptura, la gente enterada en los madriles se preguntaba cómo iba a resolver esta espinosa cuestión el emérito, a menos, claro está, que el señor dispusiera olvidarse de esa pasta para disfrute de la singular princesa de la nada, cosa descartable de plano, porque no hay cosa más difícil para un enfermo del dinero que tener que soltar dinero, aunque se trate de un simple euro. La sospecha se ha confirmado. Don Juan Carlos ha reclamado lo que es suyo, un suponer, o la mitad de lo que es suyo, y la señora se ha resistido argumentando, bien asesorada, que no, que a ver si ella, que no ha roto nunca un plato, va a entrar a estas alturas cual elefante en cacharrería dispuesta a destrozar la vajilla entera, lavando dinero, “money laundering” dice esta señora con idiomas, y que ni hablar, que de cometer un delito nada de nada, y así están las cosas, o estaban cuando se grabó la cinta de marras.

El grupo de operaciones de Villarejo se puso manos a la obra para quitarle al monarca una preocupación muy concreta

Es evidente que los Villarejos conocían esa información al detalle y han obrado en consecuencia. El grupo de operaciones del ex comisario hoy en la prisión de Estremera se puso manos a la obra dispuesto a quitarle al Monarca una preocupación muy concreta. “Ahora nos dedicamos a resolver problemas a gente importante”, aseguraba tiempo ha uno de los más destacados amigos del comisario. “¿Conoces a algún tipo importante, algún empresario del Ibex, en esas circunstancias? Si tú tienes un problema, nosotros te lo resolvemos con discreción, y si no lo tienes, primero te lo creamos y luego te lo resolvemos…”. Y una sonora risotada culminaba tan obscena explicación. Se trataba de resolver el problema que afectaba a las cuentas del Monarca, que seguro que el Monarca no iba a negarse.

Y ¿qué pinta en esta historia Juan Villalonga? ¿Qué hacía el ex presidente de Telefónica en el domicilio londinense de Eaton Square, residencia de la pobre Corinna? ¿Qué vela le habían dado en ese entierro? La de su sintonía con el emérito, para empezar. Una sintonía que es completa cuando se concreta en torno a dos “valores”: las mujeres y el dinero, las mujeres hermosas y el dinero en grandes cantidades. Aunque para dinero de verdad, el de Endemol, la productora holandesa (su mayor éxito fue Gran Hermano) que Villalonga compró durante su etapa en Telefónica, año 2000, por la escalofriante suma de 925.000 millones de pesetas (unos 5.560 millones de euros), cuando justo siete meses antes, siete meses, el británico Grupo Pearson había descartado la operación a valor 170.000 millones. Nada por aquí, nada por allá. ¿Qué ha sido de Endemol? Se lo tragó la tierra, como uno de esos agujeros negros que la ciencia mediática jamás será capaz de desentrañar. ¿Qué fue de esos 925.000 millones? Pasaron a engrosar una deuda, convertida en pétrea losa, que hoy supera la escalofriante suma de 50.000 millones de euros.

Juan Villalonga y sus secretos

Villalonga y sus secretos, y esos silencios que debería administrar con más tiento. Dinero y mujeres con el Rey, y amistades peligrosas con el famoso comisario, desde luego que sí, aunque este es título que no cotiza en la bolsa de valores de la ignominia porque el policía conoce, con distintos grados de "conocimiento", a gran parte de los capos del Ibex 35 a los que ha rendido servicios durante años cobrados a precio de oro; la amistad de Villalonga con Villarejo, digo, y la íntima relación de ambos con un tercero -relaciones públicas, empresario y financiero-, con residencia en Suiza y avión privado propio, además de prolijo historial en las sagas Gürtel y Lezo, avión en el que el comisario Villarejo viajó a Londres para entrevistarse con la ex amante del Rey, de modo que es Villalonga quien transporta a Villarejo a Londres y lo sienta frente a Corinna, ello gracias a los buenos oficios de su tercera mujer, una fotógrafa también alemana que ha retratado a Corinna y otras celebrities.

Es Villalonga quien transporta a Villarejo a Londres y lo sienta frente a Corinna, gracias a los oficios de su tercera mujer

Una entrevista a la que, además de la comisionista de lujo, que eso y no otra cosa es Corinna, y su amiga la fotógrafa, asiste Villalonga, el ex comisario Villarejo y muy probablemente el dueño del avión, el amigo de Juan desde los tiempos de Telefónica y Avanzit (“este cabrón solo viaja cuando yo le presto mi avión”). Graba la reunión el único que sabe hacerlo y está decidido a ello, a tener la prueba sonora de las acusaciones de Corinna contra el emérito, al punto que Villalonga queda como un botarate que ignora que le están grabando, y otrosí puede decirse de las dos señoras, y quien graba se explica en la cinta con la intención de quedar bien, de justificar su fechoría cuando llegue el momento de que la cinta salga a la luz, si es que tuviera que acabar saliendo, y así argumenta que se ha visto obligado a meterse en ese berenjenal porque los servicios secretos del general Sanz Roldán, que son los que deberían encargarse del trabajo, no lo hacen, razón por la cual me hallo aquí sentado frente a vos, señora baronesa.

Y qué inocencia la de la sedicente princesa censurando a su antiguo amante, qué villanía, ¿cómo ha podido poner dinero y propiedades a mi nombre sin que yo me enterara? Te acuestas un día tranquilo en tu casa, te levantas por la mañana, te vas al banco a poner en orden tu cartilla de ahorros y te encuentras con la desagradable sorpresa de que alguien te ha metido 5 millones, intolerable, y qué candor el suyo, cuánta inocencia al relatar extraviada que lo de Juan Carlos no era amor, sino puro cálculo cimentado sobre el deseo de utilizarla como testaferro, puerto seguro en el que camuflar vidas y haciendas, por el interés te quiero Inés, cuando lo de ella, en cambio, sí que era amor y amor del bueno, pura pasión, la que provoca ese cuerpazo lleno de fuerza y vigor, la pasión desbordada por un tío cachas en plena juventud, nada que ver con el abuelo al que tuviste que socorrer en plena madrugada cuando, al ir a aliviar la próstata, se rompió la crisma en la famosa cacería de Botswana. Lo tuyo sí era amor, Corinna.

La cinta aparece en dos medios a la vez porque alguien así lo decide, seguramente porque otro alguien ha optado por no pagar un servicio después de haberse prestado, alguien a quien hemos resuelto un problema que ahora se llama a andana, y a quien no ha habido más remedio que enviar un recado. ¿Una advertencia que sale a escena dos años después de anunciada? Porque las famosas revelaciones de Corinna llevaban dos años dando la vuelta al ruedo, raro, raro, mes y pico después de la llegada a Moncloa de un Gobierno en minoría, vacío de poder, y tal vez tengamos que ir pensando en un relevo en la Cuesta de las Perdices, porque el general empieza a estar un poco gastado, demasiados personajes en busca de autor, demasiados intereses cruzados, Villarejo, Villalonga, Corinna, Sanz Roldán, “la magistrada amiga de la casa”, Mauricio, su amigo Villarejo y el círculo que se cierra sobre las cloacas policiales y la gran corrupción que ha puesto a este país patas arriba.

Los Albertos y la cuenta “Soleado”

Podría ser, con todo, que este episodio fuera apenas la punta de un iceberg que tiene que ver con la famosa, esta sí, cuenta “Soleado” gestionada por la ginebrina Rhône Gestion, cuyo administrador es Arturo Fasana y cuyo asesor es el abogado Dante Canonica, un embrollo que comienza cuando Manolo Prado y Colón de Carvajal pasa los trastos de las finanzas del emérito al nuevo “intendente real” Alberto Alcocer, y son los famosos primos los que se dedican a “ayudar”, a cambio de un estipendio, a gente en apuros, al punto de que por “Soleado” ha desfilado medio Madrid y medio Barcelona, el Madrid y el Barcelona de los muy ricos y dispuestos a poner su dinero a buen recaudo, y en esa cuenta estaría el Monarca con una fuerte suma, y todo iba bien hasta que el ex juez Garzón empezó a tirar del hilo, una casualidad, de lo que terminaría siendo la trama Gürtel, y todo el misterio se aclarará cuando se conozcan los nombres de los verdaderos propietarios de Rhône Gestion y cuando quiera Blanco Balín. Tanto Corinna como el primo Álvaro de Orleans de Borbón, no pasarían pues de ser unos testaferros más, testigo ella de los últimos años de la vida del emérito como “financiero” en activo.    

Villarejo habría disparado la bala de plata que atesoraba: si alguien declara contra mí, sepa que tengo material de sobra

Marco en el cual las grabaciones de ayer podrían inscribirse en el intento de Villarejo de lanzar un aviso a navegantes ante la inminencia de su paso por el banquillo. El ex comisario habría disparado la bala de plata que atesoraba como una advertencia: si alguien pudiera albergar la idea de declarar contra mí como eventual víctima de una extorsión, sepa que en mis bodegas hay material de sobra para aburrir al más pintado. Mejor permanecer callados. Imagen brutal de país, penoso retrato de sociedad corrompida hasta el tuétano. Lo que menos necesita ahora Felipe VI es que le embadurnen Zarzuela con el estiércol de su padre, sobre todo en un momento en que la Monarquía ha sido colocada en el centro de la diana por quienes aspiran a acabar con la unidad y la libertad de los españoles. En momentos de vacío de poder, con Gobiernos débiles y dispuestos a todo, incluso a mirar para otro lado cuando su invitado insulta al jefe del Estado en Moncloa, la figura del Rey es la piedra angular que sostiene el arco de la España constitucional. Acabar con esa clave del arco significa apostar por que el edificio de nuestras libertades se venga abajo. A eso parecen jugar algunos desalmados de la pistola y de la pluma.         

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