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Opinión

2023: el PSOE en la agonía

El problema para los dirigentes socialistas es que, por mucho que mientan, cada vez tienen más difícil conservar a los votantes racionales

Los partidarios acérrimos no cambian de opinión, los electores racionales, sí. Estos últimos son muchos más, y pueden decidir. Es lo que explica los cambios de opinión que a veces se producen en las sociedades democráticas. Un par de ejemplos. Los andaluces pasaron en la última década de votar PSOE a votar PP. En tan poco tiempo, la mitad de los electores socialistas dejaron de votar al partido, que perdió más de medio millón de votos, y 1,3 millones en catorce años.

Los chilenos, que en 2019 dieron un 80% de apoyo a la apertura de un proceso constituyente liderado por comunistas, lo rechazaron con un contundente 62% el 4 de septiembre de 2022. En Andalucía, como en Chile, cambiaron de opinión. Se produjo una reacción electoral basada en la racionalidad. Siguieron la máxima atribuida a Keynes: “Cuando los hechos cambian, yo cambio de opinión; ¿usted no?”. El exguerrillero comunista Gustavo Petro, hoy presidente de Colombia, declaró que un 62% de chilenos se habían convertido en pinochetista. Aquí, el PSOE habla de fachas.

En ambos casos, ocurrió que los electores racionales descubrieron las trampas empleadas para implantar en losvotantes un sesgo de confirmación. Es decir, el intento de convertirlos en forofos dispuestos a validar cualquier posición si da la razón a “los míos”. Mi vecino de página en VP, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ha explicado cómo él pidió el voto en los mítines para el Partido Socialista con el compromiso de no pactar con Bildu, etcétera. Ahora, como ha afirmado, si respeta a los votantes socialistas como adultos racionales, no puede desdecirse.

Ahí está la asociación muy minoritaria Jueces para la Democracia, ajustando estos días explicaciones increíbles sobre modificaciones del Código Penal al servicio de independentistas condenados

¿Pedro Sánchez? Él se dirige a fans, a la tribu. A electores que no sientan la necesidad racional de entender. Puede decir una cosa y su contraria en horas sin que nada les chirríe a esos seguidores entregados. Para sacar a la nación del pantano en el que la ha atascado el tripartito (PSOE, PCE, Independentistas) es, pues, imprescindible discriminar los electores acérrimos de los racionales, y no perder tiempo y energía con quienes han decidido despreciar los hechos.

Los votantes tribalizados no lo son necesariamente por ignorancia. Ahí está la asociación muy minoritaria Jueces para la Democracia, ajustando estos días explicaciones increíbles sobre modificaciones del Código Penal al servicio de independentistas condenados. No son gente improvisada, saben a qué objetivos políticos sirven, y no sienten vergüenza profesional alguna. Uno de ellos, de nombre Joaquim Bosch, tele a tele, está exhibiendo cuajo suficiente para avalar los despropósitos del PSOE contra independencia judicial (“las togas”) y TC como pago flagrante a sus socios.

Tampoco son ignorantes quienes, desde unos medios de comunicación progubernamentales ampliamente mayoritarios,  repican sin complejo cada mentira flagrante de Sánchez. Ponen la misma pasión cuando el presidente dice blanco que cuando dice negro. El esquema se repite con académicos o artistas de renombre. Todos, fanatizados, atizan las emociones para mantener el fuego de “la izquierda” al rojo vivo. Hannah Arendt habría sintetizado las motivaciones como “son gente que tiene familias de las que ocuparse”.

Al PSOE, atrapado en su laberinto, solo le queda embarrar el campo. Repite uno de los trucos que más rédito le ha proporcionado: deslegitimar el patriotismo haciéndolo pasar por nacionalismo

El problema para los dirigentes socialistas es que, por mucho que mientan, cada vez tienen más difícil conservar a los votantes racionales, los que cambian de opinión en función de lo que ven; los que han comprobado que la única opción de Sánchez para seguir en la presidencia depende de los votos de independentistas y comunistas. A la vez que no pueden pasar por alto la evidencia de unos secesionistas que jamás renunciarán a su proyecto contra la unidad nacional. No hay forma humana de esconder esos hechos ante las citas electorales de 2023.

Al PSOE, atrapado en su laberinto, solo le queda embarrar el campo. Repite uno de los trucos que más rédito le ha proporcionado: deslegitimar el patriotismo haciéndolo pasar por nacionalismo, y de ahí a “fascismo” -¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!-. Una manipulación del lenguaje para tratar a quien no pertenece a la secta como un enemigo, un traidor. El escritor israelí Amos Oz lo expresa como nadie en Contra el fanatismo: “Traidor, a ojos del fanático, es cualquiera que cambia”, como hacen los electores racionales. El fanático, como el votante convertido en fan, es quien no puede cambiar.

Alberto Núñez Feijóo deberá armarse de paciencia estratégica para incentivar en País Vasco y Cataluña alternativas movilizadoras contra un separatismo fortalecido por Sánchez

Los que hoy en España -a pesar de indultos, mesas, sedición, malversación y lo que se espera- apoyan al tripartito de la plurinacionalidad no tienen enmienda. Solo desde un fanatismo extremo se puede aceptar con normalidad que el 80% castellanoparlante en el País Vasco y el 55% en Cataluña vea extirpada su lengua materna en los centros de enseñanza. Importa que los constitucionalistas españoles se centren en la movilización de los electores racionales, los que han comprendido qué amenaza representan los peligrosos “constituyentes” del bloque de la moción de censura. Y Alberto Núñez Feijóo deberá armarse de paciencia estratégica para incentivar en País Vasco y Cataluña alternativas movilizadoras contra un separatismo fortalecido por Sánchez.

Hay motivos para esperar que en este año termine la pesadilla sanchista, aunque los riesgos siguen activos. Se trata de la supervivencia nacional. En cuatro años de gobierno, Sánchez y sus socios han sumado 300.000 millones a la deuda pública. A la vez, el PIB per cápita ha sufrido una fuerte caída, caso único en la UE. Solo hay que hacer cuentas sobre qué significa para España otra legislatura de esta fatídica alianza de insurreccionales.

En el año que empieza habrá dos citas electorales que van a definir la suerte de la democracia liberal española, la que tiene su punto de partida en la Constitución del 78. Los españoles no fanatizados, mayoritarios, necesitan comprobar que existe un rumbo inequívoco para evitar la debacle. ¡El viento solo sirve a quien sabe dónde va!

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.

  • A
    anas

    Buenas noches. Creo que las cuentas sobre el votante no fanatizado hay que echarlas con más cuidado. El ejemplo de Andalucía, además de que no sabemos si es generalizable, puede que no se deba a que mucha gente haya cambiado su voto. Puede ocurrir que se haya dado una acumulación de todo el voto no izquierdista (Vox se quedó en poco). y el pequeño porcentaje que puede cambiar de voto, lo hizo y se lo dio masivamente a Bonilla. Pero créame, está muy estudiado, el porcentaje de gente dispuesta a cambiar de voto es mínimo. Antes se abstienen. En fin, es mi punto de vista. Un saludo

  • P
    Pontevedresa

    Muy inteligente comentario, y cita a alguno de los juristas fans de Sánchez como Joaquín Bosch, Martín Pallín, González-Vega, o Pérez Rollo, los comentaristas de la Sexta y ya sabemos lo que se puede esperar de ellos. Van a pasar un mal año como todos los fanáticos del perverso Sánchez.

  • A
    Arcano1964

    Sánchez tiene todos los podemitas, empezando por los infiltrados en el PSOE, como votantes seguros. Sí, unos votarán a potemos, otros a yo-yolanda y el resto a él. Luego tiene los antiderecha, que le votarán solo porque les da algo si gana el centro derecha. Que en España hay muchos "anti" y esos sí que son fieles. Luego vienen los estómagos agradecidos, que hay muchos, (incluso aunque quieran hacer trabajar a los funcionarios so pena de dejarles en el mínimo posible) y los fanáticos del sanchismo, que los hay.

    Así que este año es decisivo, porque si esos racionales son capaces de votar a un socialdemócrata nacionalista periférico moderado como es el actual presidente del PP, puede que nos libremos del mayor desastre de la historia reciente.

  • T
    Talleyrand

    El psoe es ya una cascara hueca con altavoces bien alimentados dentro.
    No hay nada, ni siquiera exdirigentes con suficiente dignidad.

    Por eso esta a punto de pasar a la historia como un revival autodestruido, en compañia del PSI y del PSF.

    No hay sitio en Europa para un partido ultraradical-oportunista como este.

    * Y Feijoo deberia aclararse en temas autonomicos-nacioncillas. Da la impresion que si, pero no o no, pero si. Se le acaba el tiempo.

  • U
    unidospode0S

    Mientras la camarilla de Feijó no consiga pensar un poquito más, Augusto y sus terminales seguirán insistiendo en una polarización que se inventó Iván y Bolaños continúa.

  • W
    Wesly

    A ver, ningún votante con un mínimo de racionalidad en su cerebro puede votar a Pedro Sánchez.

    Son tantas las mentiras, las arbitrariedades, los chantajes a los que se somete para seguir en el poder, que nadie medianamente racional puede aprobarlo.

    Pedro Sánchez sólo puede contar con los fanáticos y con los sectarios.

  • S
    S.Johnson

    El hombre es un animal racional... ¡PU...RA MENTIRA! Como las brujas, haberlos haylos, pero no tantos como podríamos suponer. Rebaño y va que arde.
    Mientras no asumamos esto no veremos claro.
    Muchos son "socialistas" por las mismas razones que son del Madrid, del Atleti o del Betis, y les seguirán votando aunque pacten no digo con golpistas o etarras, sino con el mismo Hitler resucitado, como ya pasó.
    Así que cuidadito, el oso está vivito y coleando y con su público aplaudiendo. O se monta muy bien la trampa o nos llevamos la gran sorpresa.

  • S
    spqr

    Algo no funciona cuando se permite que un fullero, un tramposo de libro, que prepara urnas fraudulentas escondidas tras una cortina, para acceder a la secretaría general de un partido, se haga con el control del partido y llegue a ser presidente del Gobierno de la Nación. Eso, en una democracia verdadera, es inconcebible. Lo que da idea de la clase de "democracia" que gozamos en España. Es decir, ninguna.