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Ciencia

El éxito del implante cerebral de Neuralink reabre el debate en la ciencia: ¿son éticos estos avances médicos?

La compañía del magnate Elon Musk anunció esta semana que había conectado el dispositivo 'Telepathy' al cerebro de una persona que ha perdido el uso de sus extremidades. Este logro sin parangón pone encima de la mesa la eterna polémica de cómo de invasivos pueden ser los adelantos científicos en el ser humano

Neuralink, la compañía que planea extender la Inteligencia Artificial del ordenador al cerebro humano EP

Cuando Elon Musk fundó Neuralink en 2017, lo hizo con el propósito de, en un futuro no muy lejano, desarrollar sistemas que pudieran ser implantados en el cerebro humano, ayudando así a mejorar la vida de aquellas personas que no podían desarrollar ciertas funciones psicomotrices en su propio cuerpo.

Lo que empezó siendo una startup con aspiraciones de grandeza ha terminado culminando, a principios de esta semana, con uno de los avances más importantes en la historia reciente de la medicina. El 29 de enero, Elon Musk anunció al mundo entero que un ser humano había recibido un implante cerebral de Neuralink.

"El primer ser humano recibió un implante de Neuralink ayer y se está recuperando bien", escribió Musk en 'X', "los resultados iniciales muestran una prometedora detección de picos neuronales".

El dispositivo utilizado ha sido bautizado como Telepathy, y sirve para "leer" la actividad cerebral con el objetivo de poder transmitir órdenes que ayuden a restaurar algunas funciones cerebrales gravemente dañadas tras un infarto o una esclerosis lateral amiotrófica, que derivan en graves daños en la capacidad comunicativa.

Esta gran noticia para Neuralink llega nueve meses después de haber recibido luz verde por parte de la Administración de Fármacos y Alimentos, quienes aprobaron los ensayos de la compañía para empezar a probar sus avances en humanos.

Hasta el momento, lo poco (o mucho) que ha podido avanzar la ciencia en este terreno ha ido en la misma dirección, que es la de trasladar información recolectada en el cerebro hacia el exterior. Neuralink anhela poder darle vida al proceso inverso, es decir, mandar cualquier tipo de transmisión meditada desde un ordenador al órgano más importante que posee el ser humano.

Por el momento, y a expensas de observar el desarrollo clínico del paciente que ha recibido el implante de Telepathy, Neuralink sigue desarrollando dos perfiles en este campo. Por un lado, implantes que puedan restaurar la visión "incluso en aquellos que nunca la han tenido" y otro para ayudar a recuperar algunas de las funciones corporales básicas en personas que tengan parálisis por daños en la médula espinal de forma permanente.

Como casi siempre, Elon Musk ha resultado ser un pionero en este campo, pues apenas 48 horas después de su logro, un equipo de investigadores chinos de la Universidad de Tsinghua y el Hospital Xuanwu de Pekín anunciaron el éxito del primer ensayo clínico de una interfaz cerebro-computadora inalámbrica (ICC) y mínimamente invasiva.

El paciente elegido para llevar a cabo esta mejora tiene una lesión medular completa, lo que le incapacita de forma total para la totalidad de acciones psicomotrices. Pues bien, a tenor de lo expuesto por este grupo de investigación, y tras un entrenamiento de 3 meses con la interfaz implementada, el sujeto logró manejar guantes neumáticos mediante la actividad eléctrica cerebral con una precisión de agarre superior al 90%.

La ICC, denominada NEO, consiste en un conjunto de electrodos que se colocan fuera de la duramadre, la capa exterior de tejido fuerte que cubre y protege el cerebro y la médula espinal que se encuentra más cerca del cráneo.

Los electrodos transmiten señales cerebrales a una computadora externa, que las interpreta y controla dispositivos externos. Además, al eliminar las baterías internas mediante tecnología inalámbrica de campo cercano, se reduce el riesgo de infección y complicaciones.

El éxito de Neuralink revive el debate ético

La consecución de estos avances reabre el debate dentro de la comunidad científica sobre la legitimidad y la ética de los implantes cerebrales. Dentro de los aspectos más positivos y destacados por parte de los profesionales se encuentra, por supuesto, la posibilidad de intervenir en un área tan delicada como el cerebro, ayudando a recuperar la movilidad en personas con lesiones en la médula o problemas cognitivos.

El gran anhelo es poder descifrar las señales neuronales que están asociadas al habla y al movimiento, empresa para la cual los implantes de Neuralink de los que antes hemos hablado están allanando enormemente el camino.

Del mismo modo, la gran incógnita que plantea la manipulación del cerebro es poder influir o tratar de implementar ciertas ideas o comportamientos en las personas, lo cual pone en alerta a la ciencia de sobremanera.

Además, existe cierto temor a que empresas como Neuralink, por citar a alguna, pues hay decenas, entren en este campo medicinal con la única idea de monetizar sus logros, circunstancia que choca completamente con el propósito sanador y desinteresado de la ciencia.

A falta de años, incluso décadas, para que esta tecnología pueda ser plenamente funcional y no una gota de agua en el desierto, está por ver cómo se podrá legislar, si es que es posible, los implantes cerebrales, del mismo modo que comprobaremos el éxito real en los pacientes intervenidos. Hasta entonces, vía libre a la ciencia y al descubrimiento, especialmente en un área tan clave como es la movilidad y los problemas neurológicos.

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