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Análisis de medios

Ángel Martín, Yolanda Díaz y la diferencia entre un "joseantoniano" y una "heroína"

A este ritmo, esa izquierda situada en ese espacio tan elevado, entre las nubes y la nada, va a descubrirse predicando únicamente ante sus propios incondicionales. Y ya se sabe que eso, a la larga, genera problemas de cosanguinidad

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz.
La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz. EFE

El humorista Ángel Martín acostumbra desde hace un tiempo a ofrecer a sus seguidores en las redes sociales un informativo diario de dos minutos en el que relata -de forma condensada- las noticias más importantes del día. El formato es ingenioso y su contenido no era especialmente polémico hasta la semana pasada, cuando al autor le dio por criticar los mensajes gubernamentales que apelan a que los ciudadanos arrimen el hombro ante el momento actual de dificultad. La transcripción del monólogo es la siguiente:

"Media España está en llamas, los suicidios aumentan y yo sigo escuchando que tenemos que hacer un pequeño esfuerzo. Tócate el coño, Maribel. Sinceramente: estoy hasta el rabo de tener la sensación de que somos tú y yo los que tenemos que tragar. El puto pequeño esfuerzo lo deberían hacer los que están al mando y los que quieren estar por una puta vez en la vida deberían entender que los que tienen que hacer el esfuerzo y dejarse de mierda son ellos".

Algunos de los musos mediáticos de la izquierda la emprendieron contra Martín. Le acusaron de “simplista”, de “cuñado” y de “joseantoniano”. “Su speech es el típico ambiguo y populista que no es ni de izquierdas ni de derechas, pero que casualmente es idéntico al discurso ultranacionalista del amigo Jose Antonio Primo de Rivera”, escribió uno de ellos.

Por fortuna, Twitter es una parte minúscula de la realidad, aunque para muchos líderes de opinión sea una parte fundamental de su día a día.

El error de Ángel Martín

Señalar el hartazgo cuando gobierna la derecha se relaciona con el espíritu crítico y con la conciencia ciudadana. Hacerlo mientras la izquierda ocupa la Moncloa es falangista e insolidario. Implica no entender, en absoluto, el duro contexto internacional, que es el que explica la crisis de España. Este razonamiento no se sostiene, pero el propio presidente del Gobierno la aplica cuando habla de “terminales mediáticas” que quieren derribar al Ejecutivo por intereses políticos o económicos. El socialismo ha invertido más tiempo históricamente en buscar al enemigo externo -e interno- que en aplicar el catecismo marxista. Yo siempre tengo razón. Si me criticas es por un odio que no puedes contener.

Señalar el hartazgo cuando gobierna la derecha se relaciona con el espíritu crítico y con la conciencia ciudadana. Hacerlo mientras la izquierda ocupa la Moncloa es falangista e insolidario

Las palabras de Ángel Martín le resultarán extrañas a la izquierda eco-equal-vegan-queer, pero resumen mejor el sentir de los ciudadanos que los discursos que apelan a la 'resiliencia' -maldito término estúpido- y al desarrollo sostenible e igualitario. El sentir tiene una lógica aplastante porque, después de dos años de “pequeños esfuerzos”, los españoles reclaman mejoras efectivas. De las que se ven y se disfrutan. Trabajo, un sueldo digno y seguridad jurídica. Cuando un líder político promete todo esto, pero los ciudadanos no lo aprecian, queda desacreditado. Por supuesto que tiene razón el citado humorista.

Las preocupaciones de los españoles

Basta con consultar el último barómetro del CIS -julio de 2022- para comprobar lo alejada que está la izquierda actual del sentir de los españoles. Los encuestados tuvieron que pronunciarse acerca del que -consideraban- es el principal problema de España y el 29% se refirió en primer lugar a la crisis económica, frente al 13,8% que habló del paro, el 9,8% del Gobierno y los partidos, el 9,2% de “los problemas políticos en general”, el 4,2% de “los políticos en general” y el 2,5% de la sanidad.

El tan cacareado 'medio ambiente' -que conseguido que hasta la información meteorológica sea algo antipático- lo citó tan sólo el 0,5% como primer problema, el 0,8% como segundo y el 1,5% como tercero. Con la igualdad (“desigualdades, incluidas la de género, las diferencias de clases y la pobreza”), los porcentajes fueron del 1,7%, el 1,9% y el 1,4%.

Pese a que los españoles consideran estos temas como problemas menores, la izquierda gubernamental los ha convertido en absolutamente prioritarios y en el leitmotiv que acompaña a sus acciones propagandísticas, que son abundantes, multimedia y cada vez más difíciles de esquivar.

Los círculos de Nazca de Yolanda Díaz

La izquierda que no aspire a ser “rojiparda” o “joseantoniana” debe seguir el mismo guion. Así lo hace Yolanda Díaz, quien hace unos días presidió una especie de círculo, al estilo de aquellos de Podemos- para interesarse por los problemas que preocupan a los jóvenes con la mente más inquieta y jugosa. Un periodista de El Confidencial escribió así de lo que ocurrió ese día.

“La atención y repoblación del mundo rural, una mayor democratización del Estado, ecofeminismo, aumentar las líneas ferroviarias y utilizarlas para transportar mercancía, mayor implicación ciudadana, el ejemplo que se tiene que dar desde las instituciones, los valores que se deben transmitir, planes de trabajo justos, cuidados, las migraciones causadas por el clima… Son algunos de los temas que se han tratado durante el acto”.

Unos días después, Díaz viajaba a Estados Unidos para entrevistarse con Bernie Sanders, a quien concede siempre más importancia la izquierda pop europea que los ciudadanos que le tienen que votar. Pues eso.

Basta con cruzar los datos del CIS con las prioridades que se establecen en los círculos (de Nazca) de Díaz para cerciorarse del porqué esa izquierda califica de “joseantoniano” el malestar lógico y racional de Ángel Martín y de otros ciudadanos. Sencillamente, su concepto de la sociedad y de sus aspiraciones y padecimientos está tan lejos de la calle que son incapaces de entender el lenguaje de los barrios, el pesar de sus habitantes y la sordera voluntaria por la que han optado tantos millones de españoles ante un Ejecutivo que no ha resuelto sus problemas... y ante una izquierda que presta más atención al sexo de los neo-ángeles (ley trans) y otros asuntos menores... que a la economía.

A este ritmo, esa izquierda situada en ese espacio tan elevado, entre las nubes y la nada, va a descubrirse predicando únicamente ante sus propios incondicionales. Y ya se sabe que eso, a la larga, genera problemas de cosanguinidad.