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Política

Iglesias ofreció a Sánchez entrar en el Ejecutivo aunque solo para algunos meses

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias antes de su reunión.

Pablo Iglesias jugó todas sus cartas durante las negociaciones con Pedro Sánchez. Una de sus últimas ofertas consistió en pedirle a Sánchez que le incluyera en el Ejecutivo, aunque no fuera durante los cuatro años de legislatura. El líder de Podemos le recordó a Sánchez que él, en calidad del presidente del Gobierno, siempre podría ejecutar una remodelación del Gobierno en el curso del mandato. Una condición que, según Iglesias, podía servir para dar garantías sobre su “lealtad”.

Iglesias presentó su propuesta como última chance para intentar acceder al Ejecutivo. Según fuentes de La Moncloa, que insisten en que el secretario general de Podemos pidió una vicepresidencia del Gobierno, extremo matizado por Sánchez en una entrevista en la Cadena Ser (“no me lo ha explicitado de esa manera", dijo) y negado con contundencia por los morados, Iglesias también propuso que su número dos, Irene Montero, tuviera una cartera.

El líder de los morados garantizó a Sánchez ser leal con los acuerdos aprobados en el Consejo de Ministros: incluso en temas sobre la situación catalana o planteamientos económicos polémicos para su electorado. Para consolidar su argumentación, Iglesias recordó a Sánchez que tenía la plena potestad de modificar la formación del Consejo de Ministros a lo largo de su mandato, y que Podemos habría respetado su decisión.

El propio Iglesias confirmó en reuniones mantenidas con otros actores sociales su oferta, como ha podido comprobar Vozpópuli. En esos encuentros, Iglesias recordó que ese tipo de esquema es habitual en los gobiernos de coalición que se estrechan en varios países europeos.

Desconfianza del PSOE

Iglesias no logró convencer al socialista. Sánchez consideró que la oferta del secretario general de Podemos era algo parecido a una manzana envenenada. En primer lugar, porque para los socialistas reflejaba un escaso compromiso de cara a garantizar la estabilidad del gobierno durante cuatro años. Y por el otro, porque interpretaron que el ofrecimiento de Iglesias era una maniobra para blindarse ante las críticas internas en su partido.

Este año ha sido particularmente complicado para Iglesias. En enero, el golpe de Íñigo Errejón y Manuela Carmena casi dinamita la casa morada. El papel de Alberto Garzón, líder de IU, fue fundamental para evitar la catástrofe. También Ramón Espinar y sectores afines a él piden refundar el proyecto de Podemos y empujan para que se abra un debate sobre el liderazgo y la cúpula del partido.

La convocatoria de la consulta interna esta semana ha vuelto a encender la polémica. La líder de Podemos Andalucía, Teresa Rodríguez, ha calificado el referéndum de “tendencioso”. Los anticapitalistas andaluces advierten a Iglesias de que solo le seguirán apoyando si logra un gobierno con ministros de peso de Podemos en el Ejecutivo. No quieren medias tintas, y así se lo han comunicado al líder morado.

El pesimismo se va instalando entre los morados. Las conversaciones que dirigentes y cuadros de Podemos tienen con sus homólogos del PSOE apuntan a que la negativa de Sánchez es infranqueable. Aun así, hay también quien ve al presidente en funciones preocupado y cansado.

Para el debate de investidura del 23 y 25 de julio casi nadie se atreve a apostar por la resolución de la desavenencia en la izquierda. Los más optimistas repiten el mantra de que “una semana es mucho tiempo en política”, pero la verdad es que pocos se lo creen. Las miradas ya están puestas en septiembre. Desde el PSOE alertan: “En julio va a ser nuestro único intento”. El verano se presenta caliente, y no se puede excluir que el otoño también lo será.

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