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España

Guadalupe Sánchez: "Se quiere hacer del feminismo un gueto ideológico"

La abogada publica su primer libro 'Populismo punitivo', donde analiza casos como la sentencia de La Manada y el 'uso' de derecho penal por parte de los partidos 

Guadalupe Sánchez Baena, licenciada en Derecho por la Universidad de Alicante, lleva veinte años ejerciendo la abogacía, los últimos quince desde su propio despacho. Muy activa en redes sociales y columnista habitual de Vozpópuli, acaba de publicar su primer libro 'Populismo punitivo' (Deusto) donde expone una crítica visión del movimiento feminista en la actualidad y del discurso de Vox contra la inmigración.

- ¿Qué le parece lo que dijo la vicepresidenta Carmen Calvo de que el feminismo se lo han currado las socialistas?

Uno de los motivos por los que soy contraria a este nuevo movimiento que llaman feminista -yo lo llamo identitario de género- es porque es excluyente y adjetivador, en el sentido de que se quiere hacer del feminismo un gueto ideológico. Creo que para triunfar, el feminismo tiene que ser universal. No sólo para que englobe a todo tipo de mujeres, sino también a los hombres. No podemos hacer una sociedad donde impere la igualdad ante la ley y la igualdad de derechos si no contamos con ese cincuenta por ciento de la población que estas feministas se empeñan en señalar como violentos o propensamente violadores. Crear exclusiones por motivos ideológicos no es sólo un error, sino que hace del feminismo un movimiento antipático.

-¿Qué es exactamente lo que genera rechazo?

Lo que ellas mismas propician. Por ejemplo, lo de las queen bee -las abejas reina- del anterior 8-M. Venían a decir que las mujeres que habían triunfado profesionalmente hasta ahora lo habían hecho aupadas por el patriarcado. Y, por lo tanto, este feminismo concreto no iba con ellas. Este ultrafeminismo’ es extremadamente paternalista. Las mujeres queremos que nos traten de iguales, no que nos den empujoncitos.

Las mujeres queremos que nos traten de iguales, no que nos den empujoncitos"

-En el libro dice que "no hay nada más machista y condescendiente que exigir a las mujeres que consientan explícitamente [el acto sexual]”. No sé que opina sobre la intención de regular por ley que 'sólo sí es sí'.

El ‘sólo sí es sí’ es una muestra más de paternalismo. Que se dé a entender que las mujeres -por el hecho de serlo- tenemos un plus de vulnerabilidad que hace que no podamos expresar el consentimiento de la misma manera que hace un hombre, es un tremendo error. Exigir que las mujeres tengamos que decir 'sí' explícitamente, en mi opinión, es trasladar la sensación de que, como no sabemos expresarnos de otra manera, hay que burocratizar hasta las relaciones sexuales. Y si hay algo que tiene que ser libre es el sexo y la identidad sexual. En 2006, personalidades de la izquierda como [Manuela] Carmena o Uxue Barkos firmaron un manifiesto apuntando que la Ley de Violencia de Género era un error porque nos caricaturiza a las mujeres como víctimas. Ellas mismas señalaban este paternalismo victimizador de las leyes que han dado lugar a la nueva ola feminista. 

- Usted compara cómo articulan el feminismo los partidos de izquierda con el discurso de Vox sobre los inmigrantes o los menores extranjeros no acompañados. ¿No es algo arriesgado?

El populismo necesita herramientas legislativas y la más preciada es poder legislar en materia penal. El derecho penal de autor, que tiene sus orígenes en la revolución rusa y culmina en la Alemania nazi, consiste en culpabilizar a alguien no por sus actos sino en función de sus cualidades personales. Ahora hemos resucitado esta figura, con una vertiente marcadamente identitaria. Con el tema de los Menas vemos el nacionalismo identitario a nivel estatal. Pero tanto éste como de género coinciden en equivocar el foco. Unos y otros utilizan un problema que existe, aunque lo magnifiquen. Pero ni existe una emergencia feminista o machista -porque no se sostiene con los datos que las mujeres estemos sometidas a una violencia insoportable (los datos dicen que España es uno de los países más seguros del mundo para ser mujer), ni es cierto que en España vivamos en un estado de emergencia de seguridad por la inmigración. Los dos juegan a lo mismo.

La asimetría penal actual hace que hombres y algunas mujeres miren con antipatía algunas reivindicaciones feministas que sí que tienen sentido

Se pone el foco en los menores que llegan a España y no en los problemas presupuestarios que provocan su situación. Con la violencia machista ocurre igual. En lugar de estudiar las múltiples causas de esa violencia, se hace política fácil y 'esloganera', porque intentan colocarnos en bandos. Y creo que el problema de las agresiones no se va a solucionar criminalizando o culpando a todos los hombres. Eso es falaz. Ni siquiera considerando que toda agresión a una mujer es machista. Lo que hay es que crear un agravante y castigar más esas agresiones en las que concurra ese elemento machista. Porque con la asimetría penal actual, no se ayuda nada a solucionar la violencia contra la mujer ni el machismo. De hecho, lo único que se está consiguiendo es que haya hombres y determinadas mujeres estén mirando con antipatía algunas reivindicaciones feministas que sí que tienen sentido.

- Pero cuando habla de las estadísticas, ¿qué ocurre con todas las mujeres que son asesinadas cada año por parte de sus parejas o exparejas?

Hay estadísticas en materias de violencia de género, otras por agresiones sexuales y otras por asesinatos. El problema es que si entendemos que cada vez que muere una mujer todo lo metemos en el grupo de la violencia de género estamos haciendo un flaco favor a poder poner coto a estos delitos. Desde el punto de vista estadístico, es cierto que la mayoría de asesinatos de mujeres lo cometen hombres. Pero también es verdad que la mayoría de asesinatos de hombres los cometen hombres. Está en torno a un 60%-30%, según la última estadística del Consejo General del Poder Judicial. Tenemos que dejar que las estadísticas las analicen los profesionales del derecho, la criminología, la ciencia forense y no políticos 'esloganeros', porque con eslóganes como ‘¡nos están matando! no se va a solucionar nada.

- Acusa a la izquierda de haber querido patrimonializar la sentencia del Tribunal Supremo en el caso de 'La Manada'. ¿A qué se refiere?

Esa sentencia fue un gran detector de mentiras. Porque se decía que había que modificar el Código Penal para que el sexo en grupo no fuese considerado abuso sino agresión. Tanto desde el Gobierno, por parte de Carmen Calvo, como desde la oposición, con Irene Montero, se dijo: "El Supremo nos ha hecho caso", "demuestra que teníamos razón" y "ha atendido a nuestras demandas". Eso es una irresponsabilidad absoluta. Primero, porque están mintiendo. No les hizo caso, porque la doctrina ya estaba ahí. Y dieron a entender algo muy peligroso; que los tribunales se someten a las presiones políticas y sociales. ¿Qué confianza va a tener un ciudadano en la Justicia si desde el Gobierno y la oposición afirma que el Tribunal Supremo les hace caso?

-¿Considera que debe haber una diferencia penal entre abuso y agresión?

Sí, por un motivo jurídico muy sencillo; la proporcionalidad de la pena. La diferencia entre ambos tipos en el Código Penal no es el consentimiento -porque el sexo no consentido ya es delito-, sino si el acceso carnal se ha obtenido mediante violencia o intimidación, o sin ella. La pena tiene que adecuarse a la gravedad del acto que se tipifica como delito. Y el legislador entiende, creo que de manera correcta, que cuando se emplea violencia o intimidación, ese acto debe merecer mayor castigo.

El trauma para una mujer cuando se ha atentado contra su libertad sexual y se ha empleado violencia contra ella siendo consciente, es mucho mayor. Cuando te echan fármacos, podemos llamarlo violación si queremos, no pasa nada. Pero la cuestión terminológica no va a cambiar el hecho de que, aunque es repugnante, cuando a una mujer la drogan, al día siguiente se despierta y el trauma, según los psicólogos forenses, no es el mismo que alguien que ha vivido en su mente durante mucho tiempo la agresión, la violencia o la intimidación. De ahí que se establezca una pena superior. 

- ¿Se refiere a que como la mujer no lo recuerda, el agresor merece ser castigado con una pena inferior aunque el acto cometido sea el mismo?

No, no es sólo desde la perspectiva de la víctima, sino también por la gravedad del hecho. El autor del delito ejerce un plus de ilegalidad en quien ejercita violencia -física o psicológica- que en quien no la ejercita. Si queremos dar por hecho que poner un fármaco en una bebida debe estar penado igual que el que te peguen una paliza o te amenacen con una pistola, tiene el problema de la desincetivación de conductas, que es una de las finalidades del derecho penal. Además, hay casos en los que se está condenado con mayor pena una agresión sexual que un homicidio, cuya pena máxima es 15 años.

- Creo que en el libro no lo menciona, ¿pero cree que la prisión permanente revisable también es populismo punitivo?

El populismo punitivo tiene muchas vertientes. Pero yo quise tratar las identitarias que ahora están en el debate público. Se habla de ellas como cosas contrapuestas, cuando yo digo que no; que están compitiendo entre sí, con las mismas herramientas y el mismo tipo de discurso. La prisión permanente revisable no es algo identitario, sino algo que se dicta en función del acto delictivo. La cuestión que se discute es si cumple con la exigencia constitucional de que la pena esté orientada a la reinsercción social. Yo, en principio, soy contraria, porque las estadísticas de reinsercción son muy altas. Pero, ¿qué pasa con el pequeño porcentaje de individuos que no es reinsertable a pesar del tratamiento? Voy a esperar a ver lo que dice el Constitucional, porque seguramente me convencerá. 

- Me refería al empleo que han hecho de ella algunos partidos a la luz de casos muy mediáticos…

Si decidimos que tiene sentido una figura así en nuestro Código Penal, debe de ser para una serie de delitos muy tasados y porque entendemos que son de una gravedad que merezca un reproche penal de esas características. Por ejemplo, terrorismo o asesinatos de menores o con agresión sexual previa. Cuando se empieza a hablar de extenderla a los incendios provocados, eso ya es populismo punitivo. Si ya es discutible como figura, hacerla extensible a cualquier delito por el momento mediático, es una barbaridad.

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