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España

Medio siglo de la extorsión a Lorenzo Zabala, el primer empresario secuestrado por ETA

Se cumplen cincuenta años del primer secuestro a un empresario con fines económicos. Tras él, de forma acreditada, llegaron 89 raptos más

Víctimas, partidos y guardias civiles contra el acto por el etarra Parot en Mondragón
Imagen de una reciente protesta en Plentzia a favor de los reclusos etarras. Covite

Lorenzo Zabala Suinaga tiene el dudoso honor de haber pasado a la historia de España por convertirse en el primer empresario secuestrado por ETA. Este fin de semana se cumplen cincuenta años de aquella historia, que tuvo una fuerte repercusión social y que supuso el inicio de casi cuatro décadas de terror, extorsiones, asesinatos y secuestros vinculados al mundo empresarial en el País Vasco.

Zabala Suinaga fue secuestrado el 22 de enero de 1972 en Eibar por cuatro terroristas cuando se dirigía a Motobic, una fábrica de motos muy popular por aquella época en la que ejercía como director gerente. Lorenzo se resistió: no dejó de tocar el claxon de su coche para llamar la atención de los vecinos. Esta acción tuvo respuesta por parte de los etarras, que dispararon al aire en varias ocasiones a modo de advertencia para después aplicarle un somnífero e introducirle en un Seat 124, según las crónicas de la época.

La banda terrorista confirmó, a través de un comunicado, que Lorenzo Zabala había sido secuestrado por motivo del conflicto laboral que se vivía en la empresa Preincontrol, en la que ejercía como consejero. Los terroristas amenazaron con matar al empresario si no se cumplían las reivindicaciones de los trabajadores, que estaban en huelga. Dieron un plazo de cinco días. Las pesquisas policiales estaban al tanto de que ETA tenía intenciones de actuar contra algún alto dirigente de esta empresa, pero desconocían de quien se trataba.

Según contó el ya extinto diario Informaciones, las pesquisas policiales confirmaron que el secuestro lo llevó a cabo el grupo llamado 'Quinta Asamblea', perteneciente a la facción militar de ETA. La información que poseía Policía Nacional hablaba de una reunión celebrada en un refugio en Dima (Vizcaya), donde es citó la iglesia de la Asunción como lugar donde esconder a Zabala. Los agentes registraron el lugar, pero no estaba allí. Después se supo que le escondieron, con los ojos vendados, en el municipio de Mungia.

La fuerte repercusión del caso acabó con el resultado que ETA buscaba: Preincontrol accedió a las presiones de la banda y Lorenzo Zabala fue liberado tres días después de ser secuestrado sin mayores consecuencias físicas que un golpe en la cabeza. Peores fueron las secuelas psicológicas: el miedo hizo que Zabala abandonara, nada más regresar de su cautiverio, su cargo en Preincontrol. En su carta de dimisión explicó que no quería enfrentarse con nuevos problemas relacionados con la empresa. "Los trabajadores

Según relata el Diario Vasco, Lorea Lasa, esposa del empresario, fallecida en noviembre de 2020, fue la encargada de cumplir los deseos de los trabajadores de Preincontrol, ya que fue quien se sentó con ellos para firmar un acuerdo. Este caso, muy mediático, supuso la detención de veinte personas por su relación con el secuestro, algo que sirvió para identificar a dos de los raptores.

ETA secuestró a 90 personas de forma acreditada

Con Lorenzo, la banda armada comprobó lo que ya sospechaba: el terror era una fuerte herramienta de coacción y terror para lograr sus objetivos, por lo que repitió esta mecánica en multitud de ocasiones, especialmente para pedir dinero en forma de rescate. El empresario falleció a finales de diciembre de 2020 tras 93 años de vida y éxitos muy relacionados con el mundo del motociclismo.

Zabala fue el primero de los 90 secuestros acreditados de la banda terrorista, aunque de entre todos ellos, fue de los que tuvo suerte. ETA asesinó a 850 personas, entre ellas a algunos objetivos financieros de los que secuestró. Ángel Berazadi fue el primer empresario secuestrado y después asesinado por ETA, ya que su familia no fue capaz de reunir los 200 millones de pesetas que solicitaban los terroristas, que al cambio serían 1,2 millones de euros actuales. Para 1976, era una cantidad de dinero escandalosa, incluso para el director gerente de una gran empresa como lo era Sigma, dedicada a las máquinas de coser.

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