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España

Los primeros efectos de la Ley de Bienestar Animal: abandonos, desinformación y subida de precios

El polémico texto legal entró en vigor el pasado 29 de septiembre y, aunque no ha aterrizado al completo por haber Gobierno en funciones, sus consecuencias ya se han dejado notar en tiendas de animales, clínicas, particulares y sector avícola

Montaje. Vanesa Nérida

La Ley de Bienestar Animal fue uno de los grandes proyectos del Gobierno de coalición durante la pasada legislatura. El texto legal, aprobado en marzo, entró en vigor en nuestro país el 29 de septiembre, hace apenas una semana. Con esta ley se quiere promover la tenencia y convivencia responsable de los animales y mascotas, así como fomentar entre la ciudadanía la protección de los derechos y el bienestar de estos.

Sacrificar animales abandonados, comprar mascotas en tiendas físicas u online, eutanasiar perros por motivos que no sean de extrema necesidad, dejar a tu mascota atada en la calle o sola en casa más de 24 horas ha quedado terminantemente prohibido desde el pasado día 29.

Sin embargo, como muchas de las normativas o ideas llevadas a cabo por el Ejecutivo en materia legal, esta Ley de Bienestar Animal está plagada de inconcreciones y apartados vagamente elaborados. Una vez finalizado el periodo de carencia, la polémica ley ya está en vigor en España, aunque se han dejado medidas por implementar, las cuales verán la luz más adelante.

Entre los aspectos más loables del texto se encuentra sin duda la prohibición de peleas de perros y la posibilidad de poder sacrificar a una mascota en los centros de protección animal, ya que siempre se requerirá que estos procedimientos se practiquen en una clínica veterinaria y bajo el control de profesionales.

Sin embargo, otros puntos tienen escasa consistencia. El seguro de responsabilidad civil o el cursillo son dos de los grandes interrogantes de la ley. Aunque aún no están en vigor, a la gente le están suponiendo un quebradero de cabeza. Por no hablar de la posibilidad de ser multado por dejar a tu mascota atada en la calle mientras realizas alguna compra.

Afectados por la Ley de Bienestar Animal

Clínicas veterinarias

Aunque la ley tiene un montón de epígrafes, esta primera tanda de medidas se ha ceñido más a los animales domésticos, con todo lo que ello implica. Millones de españoles poseen mascotas, del mismo modo que existen miles de establecimientos por todo el país donde, hasta la entrada en vigor de ley, se podrían comprar animales como perros o gatos. Otras claves de la ecuación son las clínicas veterinarias y el sector avícola.

Para tener una visión global de cómo está yendo esta primera semana en vigor de la Ley de Bienestar Animal, en Vozpópuli hemos querido hablar con todas las partes implicadas. Al primer sitio donde hemos acudido ha sido a una clínica veterinaria. En concreto al Hospital Veterinario Las Tablas.

Allí nos atienden Laura y Marina, dos de las trabajadoras del centro. Lo primero que nos comentan es que llevan días atendiendo llamadas y dudas de muchos pacientes que no saben qué hacer con sus mascotas. Creen que "hay mucha desinformación" y la gente "no sabe qué hacer". Aunque no es obligatorio, de momento, tener un seguro de responsabilidad civil a nivel nacional, decenas de personas preguntan a diario en su clínica si "los seguros que tenemos les vale".

Del supuesto cursillo que los dueños van a tener, en las clínicas "no tienen ni idea". Los profesionales, a día de hoy, solo han tenido una charla del Colegio de Veterinarios acerca de la Ley de Bienestar Animal, pero "no les solucionó ninguna duda, porque no sabemos en qué consiste nada". Las bases del supuesto cursillo están en el aire, según nos cuentan.

De hecho, en la Comunidad de Madrid, nos aseguran Marina y Laura, el seguro de responsabilidad civil ya era obligatorio para las mascotas. La gente no sabe dónde acudir para contratarlo. No existe ningún tipo de protocolo ni nada por el estilo. El desconocimiento de los dueños de las mascotas es tal, que antes de acudir a su aseguradora para firmar el seguro, acuden a sus centros veterinarios, cuando las clínicas únicamente pueden ofrecer planes de salud específicos.

La Ley de Bienestar Animal no acierta ni en áreas más puramente veterinarias. Por ejemplo, nos cuentan en la clínica, a partir de ahora solo se podrán castrar gatos antes de los seis meses, decisión con la que Laura y Marina no están para nada de acuerdo. "Me parece que son muy jóvenes para castrarlos, no tienen todo bien desarrollado aún. La identificación de felinos ya es obligatoria desde hace tiempo, pero la gente no lo quiere hacer", relatan.

Tiendas de animales

En la otra punta de Madrid, en el ensanche de Vallecas, encontramos el Centro Comercial de la Gavia. En él, está la tienda Tribaloo, que se dedica a la venta de algunas clases de animales, alimentos y utensilios generales de las mascotas. Con la entrada en vigor de la Ley de Bienestar Animal, este tipo de establecimientos, tanto físicos como a través de Internet, deberán dejar de comercializar perros, gatos y hurones antes del 29 de septiembre de 2024.

Cristina es la empleada que amablemente nos dedica unos minutos, quien nos informa de que estos últimos días está siendo un caos la cantidad de personas que vienen con dudas a su local. La fuente de este remanente de lagunas por resolver nace del propio Gobierno, quien tiene "dos años para presentar un listado positivo con los animales que se pueden vender".

"Todo lo que tenemos nosotros cumple perfectamente con la ley, por lo que podemos seguir vendiéndolo hasta que salga el listado. La Ley solo refuerza conceptos, porque nosotros ya llevábamos tiempo sin vender perros, gatos o hurones", señala Cristina.

"Falta mucha información por parte de los medios. La gente tiene tantas preguntas, especialmente con los animales exóticos, que hay personas abandonando un montón de pájaros o animales del estilo por temor a infringir la ley. Es una auténtica pena", finaliza la empleada de Tribaloo.

El sector avícola se prepara para subir los precios

Por último, la Ley de Bienestar afectará en términos económicos al sector avícola, por la adecuación y reformas que tendrán que acometer en las diferentes granjas y centros de producción. Una siempre voz autorizada es la de Eloy Ureña, responsable del sector avícola de COAG y UAGA. Siempre preocupado por la viabilidad de su área, Ureña dibuja un panorama poco alentador para el futuro inmediato de la agricultura y la alimentación con respecto a la Ley de Bienestar Animal.

Aunque la ley está todavía en pañales, ya que ha sido lanzada con más dudas que certezas, se van perfilando ciertos cambios en el mundo avícola debido al texto legal vigente. "Tenemos la abolición de las jaulas en gallinas ponedoras, al igual que para conejos, pero está en stand-by. No sabemos cómo van a ser las jaulas ni nada. Nosotros con los aviarios podemos solucionarlo, el papelón lo tienen en conejo por las enfermedades", cuenta Ureña.

Imagen de una granja de gallinas ponedoras / Archivo

"Si se tienen que quitar las jaulas enriquecidas en las gallinas ponedoras, supondrá una bajada de producción del 10% en cada granja. En pollo de carne, querían que bajáramos de 30 kilos a 11, pero aún no hay nada concreto, fue solo un estudio sin consistencia", sigue el encargado de COAG y UAGA.

"Según las noticias que tengo, tras los animales domésticos, se quiere poner en el disparadero a los perros de caza y pastores. Acudí a una charla de bienestar animal en el Senado, y el resumen es que la conversión va a ser muy cara, con lo que, al perder tanta producción, habrá que incrementar bastante el precio del huevo. Para una granja de 8.000 ponedoras, estos cambios le van a costar 145.000 euros cambiarse a suelo, además de perder mil ponedoras. ¿A qué precio va a ir el huevo?", finaliza Ureña.

Como han podido leer, los primeros días de convivencia con la nueva Ley de Bienestar Animal han supuesto más dolores de cabeza que alegría para todas las partes implicadas. Queda por ver cómo se termina de sacar adelante el resto de supuestos, amén de aclarar las miles de dudas que circulan sobre el texto vigente. Hay mucho margen de mejora, a nivel comunicativo y burocrático.

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