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Cómo el calor extremo afecta a las personas mayores de 60 años

Los adultos mayores de 60 años no se adaptan igual bien al calor como los jóvenes

Cómo el calor extremo afecta a las personas mayores de 60 años
Un hombre mayor bebiendo agua EP

El calor que ha traído esta nueva ola está afectando a una gran cantidad de comunidades de nuestro país. A pesar de que con el verano siempre llegan las altas temperaturas, parece que nunca estamos preparados para ellas. De hecho, el Ministerio de Sanidad tiene un plan nacional de actuación para hacer frente a los efectos del calor en la salud. Conseguir conciliar el sueño en los días de más calor se hace complicado. Los niños, los enfermos o personas mayores de 60 años son los grupos más vulnerables a la hora de poder sufrir un golpe de calor.

Los adultos mayores de 60 años no se adaptan igual bien al calor como los jóvenes que no les supone nada los cambios repentinos de temperatura. Además, a esa edad es mucho más probable que se tenga algún tipo de afección crónica que haga que el cuerpo con responda de la misma manera ante el calor. Los medicamentos que una persona tome también afecta a la hora de controlar la temperatura corporal.

Conforme vamos creciendo y sumando años, las personas somos más susceptibles a poder sufrir un golpe de calor en algún momento de la vida. La edad no es solo la única consecuencia que se debe tener en cuenta. También es importante destacar que hay personas que son menores de esta edad que tienen algún tipo de enfermedad que les hace vulnerables al calor. Para evitar golpes de calor y poder sobrellevar estos episodios, te dejamos algunas recomendaciones a tener cuenta, especialmente si eres mayor de 60 años.

Recomendaciones frente al calor extremo

Algunas de las recomendaciones más importantes para prevenir los golpes de calor en personas mayores de 60 años, y también en el resto, son las siguientes:

  • Beber mucha agua. Es importante un consumo abundante de agua. Estaría bien que fueran hasta ocho vasos de agua al día, es decir, unos 2 litros. Un 80% debería ser agua, mientras que l 20% restante tendría que ser leche, café u otros alimentos. Además, por cada grado que suba la temperatura, tanto ambiental como corporal, se debe tomar un vaso de agua para evitar la sudoración.
  • Una dieta diferente. En verano, especialmente, cuando hace mucho calor, es fundamental mantener una dieta mucho más ligera para facilitar la digestión. Eso sí, con todas las calorías necesarias. Se debería aumentar también el consumo de alimentos que son ricos en líquidos, por ejemplo, frutas como la sandía o el melón, gazpachos, cremas frías, ensaladas, etc.
  • Evitar el consumo de alcohol. A pesar de que es un líquido produce un efecto engañoso. Estas bebidas inhiben el centro termorregulador del organismo y esto favorece a la deshidratación.
  • Evitar las bebidas gaseosas. Este tipo de bebidas favorecen los gases y la dispepsia.
  • El agua que se consuma debe estar fresca. La temperatura ideal sería entre uno 12-14 grados para evitar las afonías o los catarros, es decir, no debería estar excesivamente fría.
  • Evitar el agua de mineralización alta. Las personas que tengan algún tipo de enfermedad cardiocirculatoria pueden sufrir descompensaciones como insuficiencias cardíacas o diabetes.
  • Vestir con ropa y calzado adecuado. Se recomiendan prendas que sean transpirables. También es importante cubrir y proteger la cabeza con algún sombrero o pamela.
  • No salir de casa en las horas centrales del día. A partir de las 12 de la mañana es cuando hace más calor en la calle. Hay que protegerse de estar expuestos a ese tipo de temperaturas.
  • No hace ejercicio físico en las horas de más calor. Se desaconseja practicar deporte en las horas centrales de día. Para ello, es mejor que se haga a primera o a última hora, cuando hay unas temperaturas más ligeras.

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