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Albares intensifica la caza de brujas en Exteriores para frenar las críticas a la amnistía

El cese del diplomático Javier Benosa, autor de una tribuna crítica con la amnistía, es un aviso a los diplomáticos ante el próximo reparto de destinos: “El que se mueve, se va fuera”

Albares intensifica la caza de brujas en Exteriores para frenar las críticas a la amnistía
El ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, y el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell. David Zorrakino/Europa Press

El cese del diplomático Javier Benosa como subdirector general de la oficina para Asuntos de Gibraltar es el último ejemplo de la “caza de brujas” que ha emprendido el titular de Exteriores, José Manuel Albares, en el Ministerio. Benosa escribió una tribuna en contra de la amnistía y Albares ha querido lanzar un aviso contundente a los diplomáticos ante el próximo reparto de destinos. “El que se mueve, se va fuera”, dicen fuentes consultadas por Vozpópuli.

El cese de subdirectores generales –perfiles técnicos de máxima cualificación- es “poco habitual” en Exteriores. Pero el caso de Benosa guarda una enorme similitud con una situación casi idéntica que vivió Albares en primera persona durante el Gobierno de Mariano Rajoy.

Albares fue víctima de un episodio similar cuando el Ejecutivo del PP le destituyó como subdirector para el África subsahariana bajo acusaciones de que filtraba información sensible al PSOE. El ministro ha hecho exactamente lo mismo con Benosa semanas después de un artículo muy crítico firmada por este diplomático en El Mundo en contra de la amnistía al separatismo catalán.

Albares avisa a los diplomáticos

Lo ocurrido con Benosa es un aviso a navegantes ante el próximo reparto de destinos. Hay un amplio rechazo del cuerpo diplomático a la ley de amnistía, pero pocas voces han dado el paso de expresarlo abiertamente en público sin medias tintas. La Asociación de Diplomáticos Españoles (ADE), la más representativa de la carrera, emitió recientemente un comunicado crítico en relación al acuerdo entre el PSOE y Carles Puigdemont, pero sin mencionar la amnistía de forma específica.

La realidad, según estas fuentes, es que esta caza de brujas viene de lejos y no es sólo cosa de la amnistía. El “reino del terror” de Albares, según los resumen muchos diplomáticos, incluye una larga lista de ceses vinculados a cargos que han “osado” expresar opiniones discrepantes.

El caso más grave fue el de Juan González-Barba, exsecretario de Estado para la Unión Europea, que fue fulminado hace menos de un año. Albares también cesó, entre otros, al director general de Naciones Unidas, Fernando Fernández-Arias. Otra de las críticas más extendidas es que los cesados pasan directamente al ostracismo, una práctica poco habitual en un Ministerio que tiene por costumbre retirar con honores a los que han ostentado responsabilidades políticas.

Este modus operandi viene acompañado de recompensas para los afines. En el último Consejo de Ministros, por ejemplo, el ministro ha colocado como embajador en la República de Guinea a Ángel Carrascal, que era director de Gabinete de la secretaria de Estado de Asuntos Exteriores. Carrascal ha alcanzado el puesto con una edad generalmente impropia (39 años) para este tipo de responsabilidades.

Crisis diplomática con Israel

Albares no está teniendo un mandato sencillo desde que asumió el cargo en 2021. Primero tuvo que arreglar la crisis descomunal con Marruecos heredada de Arancha González Laya. El resultado electoral del 23-J ha obligado al ministro a utilizar la presidencia española del Consejo Europeo para impulsar la oficialidad del catalán en la UE, defender la amnistía ante una Comisión muy reticente a esta ley o borrar referencias embarazosas para el separatismo de los informes de Europol.

Por si todo esto fuera poco, se enfrenta ahora a una grave escalada diplomática con Israel por las continuas declaraciones del presidente Pedro Sánchez censurando al Gobierno de Benjamin Netanyahu. La llamada a consultas de la embajadora de Israel en España se produjo horas después de que el propio Albares diera por zanjada la crisis abierta entre Madrid y Tel Aviv.

El sobreesfuerzo por encauzar todos estos problemas sin incomodar a los aliados separatistas de Sánchez ha sembrado la zozobra en las embajadas, que de la noche a la mañana se han visto obligadas a evitar cualquier crítica a Carles Puigdemont. Esta tesitura ha obligado al ministro a buscar el mayor número de perfiles afines en el "muro" que ha levantado Sánchez. Algo que, por ejemplo, nunca ocurrió en la etapa de Josep Borrell, también socialista.

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