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La 'airbnbización' de las piscinas privadas: el nuevo 'boom' del alquiler para este verano

En un verano en el que todos los precios están por las nubes, cualquier excusa es buena para ahorrar un poco. La última moda consiste en compartir tu piscina privada con completos desconocidos, alquilándola por horas

piscina
Una de las piscinas que se pueden alquilar en la app Swimmy Swimmy

El fenómeno Airbnb, o del britanizado concepto 'sharing', también ha llegado a un mercado en el que hasta ahora resultaba difícil imaginar que tuviera éxito: el de la playa y la piscina. En un verano en el que todos los precios están por las nubes, cualquier excusa es buena para ahorrar un poco. Si ya estaban creciendo las aplicaciones de compartir todo tipo de cosas: casas, coches, bicicletas… ahora se suman todas las posibilidades de baño.

La última moda consiste en compartir tu piscina privada con completos desconocidos, alquilándola por horas. Si tienes una piscina en tu casa a la que no le das mucho uso y quieres sacarle un pequeño rendimiento económico, esta opción, al más puro estilo Airbnb, se presenta como una buena posibilidad.

La pionera en España es la aplicación Swimmy y se puede participar de este servicio de dos maneras: siendo el propietario de la piscina que la pone a disposición o siendo el usuario de la app que quiere pasar un buen rato. Todos los trámites se hacen a través de la app. Como ocurre con la citada aplicación de alquileres de casas particulares, la reserva se realiza poniéndose en contacto a través de un chat con el dueño de la casa.

Cómo ha podido confirmar Vozpópuli, en general las espectativas son muy buenas, tanto para los anfitriones como para los clientes. Según los datos de la plataforma, la única en España por ahoda, más 230.000 usuarios utilizan ya esta aplicación, tal y como informa Estefanía Leyva, directora de comunicación de Swimmy en España. "La relajación de las medidas covid ha hecho que este 2022 esperemos duplicar los clientes y que alcancemos casi los 400.000 usuarios", apunta Leyva a este periódico.

Alquilar la piscina, una moda internacional

La plataforma se fundó en Francia en el año 2017 y llegó a España dos años después. La empresa considera que su crecimiento comenzó en el primer verano de pandemia, ya que "la gente quería evitar acudir a piscinas públicas y no quería juntarse en piscinas de desconocidos. Por eso, comenzaron a buscar nuevas maneras de ocio y alquilar piscinas privadas se convirtió en una buena manera de pasar el tiempo libre".

Actualmente, tienen actividad en Francia, España, Italia, Alemania y Bélgica y cualquier usuario puede alquilar una piscina en cualquier lugar en cualquier momento. En estos países existen más aplicaciones de este tipo. Y aunque en España por ahora solo esté disponible Swimmy, es una moda que está creciendo como la espuma y que muy probablemente sea cada vez más habitual conocer a gente que utilice sus servicios.

Son dos las preguntas que pueden surgir a la hora de plantearse si sumarse a este servicio o no. Por un lado, el cliente puede dudar de la calidad o la seguridad de los jardines particulares. "Todas las casas están aseguradas con Allianz, por lo que tanto los propietarios como los usuarios están cubiertos". En este punto destacan que para asegurar la máxima seguridad "es fundamental" que los acuerdos se firmen a través de la app, para evitar problemas a futuro.

La otra preocupación es la que afecta a los anfitriones y hace referencia al rendimiento económico. ¿Es realmente rentable unirse a esta plataforma o el ingreso de dinero no es suficiente para cubrir los gastos que supone alquilar tu casa a desconocidos? "Todo depende de la actividad que tengas. Pero hay gente que ha llegado a ganar hasta 14.000 euros en un año alquilando su piscina, porque ha sido muy activo", agregan.

Otras modas en el ocio de agua

Este Airbnb de las piscinas no es la única "revolución" en la manera de ir a la piscina o a la playa. Sloowy es otra aplicación, similar al servicio de Bicimad, que consiste en una app que permite alquilar mobiliario de playa (sombrillas y sillas) y recogerlo en una taquilla. Al acabar el día de desconexión en la playa, se devuelve siguiendo las instrucciones marcadas y se cobra únicamente por los minutos usados, al igual que las bicicletas o los patinetes de uso público.

El objetivo de este servicio es, como informan desde la empresa a Vozpópuli, "buscar la máxima comodidad de los usuarios a la vez que el respeto al medio ambiente y el fomento del turismo sostenible".

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