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Economía

Conversaciones irreverentes

Cristóbal Montoro: "Yo hacía la declaración a la familia con lápiz y goma"

Entrevista al exministro de Hacienda: "La bajada del IRPF ayudaría a ganar poder adquisitivo sin necesidad de incrementar los salarios excesivamente"

Cristóbal Montoro
Cristóbal Montoro EFE

Cristóbal Montoro (Cambil, Jaén, 1950) se ha puesto el traje de hombre de Estado. No esquiva ninguna pregunta sobre economía, pero elude la crítica política, dado que considera que tras haber abandonado esta actividad, no sería adecuado el juzgar a su sucesora en el cargo, María Jesús Montero.

En esta entrevista, reflexiona sobre la situación de las cuentas del país y sobre el efecto de la pandemia y de la guerra sobre la actividad. También se pronuncia sobre fiscalidad y sobre el temor que inspira en los ciudadanos la Agencia Tributaria, esa institución que, como ministro del ramo, controló durante varios años.

Pregunta: ¿Estamos tan mal como parece?

Respuesta: Estamos amenazados por la guerra. En ese sentido, estamos en el peor de los escenarios. Pero esta crisis no está exactamente causada por desequilibrios económicos, que son los que tenemos desde 2020. Esta crisis es consecuencia de una pandemia, con la superposición de una guerra. Es cierto que ha habido una pérdida de renta y un deterioro de las finanzas, pero las causas son muy diferentes a las de 2008.

P: No es igual...

R: No, porque ahora el deterioro de la economía se debe a la inflación, empeorada por la guerra; y todo esto, después de la paralización de la actividad a la que obligó la pandemia.

P: La inflación es como la pasta que sale del tubo de dentífrico. Una vez que aflora, no es posible volver a introducirla. No se puede volver a lo anterior. A la normalidad...

R: La normalidad es un concepto relativo. España ha vivido épocas de una muy alta inflación. Sin ir más lejos, cuando yo era un joven profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y economista en el Banco Atlántico llegué a tener una subida de sueldo del 30% en los años 70 por esta causa. Pero también, siendo yo ministro, en 2014, 2015 y 2016, hubo IPCs negativos, cosa que no habíamos conocido anteriormente. ¿Hay una normalidad o una situación anómala? Digamos que lo que hoy tenemos es un objetivo de política monetaria -del BCE- que marca que la inflación debe estar alrededor del 2%. Eso es compatible con el crecimiento económico, lo que mejora los salarios y disminuye la desigualdad social.

P: ¿Qué tipo de medidas se pueden tomar para reducir la inflación?

R: Se puede ajustar los tipos de interés y tener unas políticas presupuestarias más estrictas. Se pueden bajar impuestos, habida cuenta de que la recaudación en España está en máximos. La bajada del IRPF ayudaría a ganar poder adquisitivo sin necesidad de incrementar los salarios excesivamente.

La bajada del IRPF ayudaría a ganar poder adquisitivo sin necesidad de incrementar los salarios excesivamente

P: Recuerdo esos años de deflación. Pero también se advertía de sus efectos negativos...

R: Pero ésa es la lógica de los medios de comunicación y, bueno..., es normal. ¿Qué te voy a contar? La lógica es siempre sugerir que vivimos tiempos extraordinarios y anómalos. Pero la realidad marca que desde la segunda mitad de 2013 creció la economía. Se contuvo la inflación y se mantuvo un saldo positivo en la balanza de pagos. Esto último no se resalta, parece una cuestión muy técnica, pero es fundamental, pues es lo que mide la competitividad de la economía y dice si se está devolviendo la deuda que has acumulado en los tiempos anteriores. Todo, sin devaluar la moneda.

P: Los medios... usted fue crítico en el Congreso con las televisiones privadas y sobre cómo se habían quedado con la parte de la tarta publicitaria de RTVE...

R: Es que sobre los medios no quiero hablar. Esto es una cuestión de los especialistas de los medios. Hay una cosa cierta, y es que la economía tiene unos conceptos técnicos que a veces son difíciles de trasladar a los ciudadanos.

P: A sus últimos presupuestos se les puso la etiqueta de ‘sociales’. Pero, ¿cree que la recuperación que los posibilitó fue completa o que no llegó a todos los ciudadanos?

R: Siempre quedan asignaturas pendientes, evidentemente. Esos presupuestos se hicieron en un contexto de recuperación económica que era generadora de empleo y que no provocaba desequilibrios. Era un momento distinto al actual, cuando hay que elaborar las cuentas en un contexto de crecimiento amenazado. Pero el Estado debe impulsar siempre con sus políticas el crecimiento económico y la creación de empleo. Siempre debe ser un actor en positivo y tener una visión de conjunto, en contraste con las empresas y las familias, que se tienen que enfocar en objetivos más concretos y precisos.

P: Desempleo juvenil. ¿Ha faltado valentía a la hora de legislar en el terreno laboral para minimizar este problema?

R: Este tema tiene mucho que ver con el sistema educativo, con la Formación Profesional… es complejo. No es sólo una cuestión de legislación laboral exclusivamente. Es verdad que España tiene una gran asignatura pendiente en este sentido, pues la tasa de paro juvenil es más elevada que en los países de nuestro entorno, esté como esté la economía. También hay que tener en cuenta que el cambio del mercado laboral es constante y que actualizar los conocimientos y las capacidades no es sencillo. Eso juega en contra de quienes intentan reducir el paro juvenil. Es un problema bastante complejo, vaya.

P: Recuerdo a Mariano Rajoy anunciar en la tribuna del Congreso un incremento de impuestos, algo que no estaba en el programa. ¿Cómo vivió usted aquello?

R: A los electores, en 2011, nosotros no les propusimos bajadas de impuestos, al contrario que en los programas electorales del PP desde los años 1990. No sé de dónde se saca esa impresión, pero está muy extendida. Y ni declaramos eso ni lo pusimos en ningún documento.

A los electores, en 2011, nosotros no les propusimos bajadas de impuestos, al contrario que en los programas electorales del PP desde los años 1990. No sé de dónde se saca esa impresión, pero está muy extendida

P: Subieron los impuestos…

R: Al llegar al Gobierno nos encontramos con un déficit público muy superior al previsto en el programa de estabilidad de España. En 2011, la desviación del déficit fue superior al 50%. Todo, en el marco de una recesión económica que fue mucho más aguda de la que pronosticaban organismos oficiales y los privados. Ante eso, nos vimos obligados a hacer una política tributaria que mantuviera los ingresos porque, de lo contrario, el déficit habría aumentado muchísimo y hubiéramos incumplido los compromisos de España con la gobernanza europea. Subimos los impuestos, sí, pero de manera equitativa y proporcional. Subimos el IRPF, aunque ese aumento se eliminó en 2015, cuando se bajó el impuesto. En 2016, se redujo el IRPF en más de 8.000 millones de euros, pero no la recaudación total.

P: Hubo prensa que se les lanzó encima por esa decisión… y la Comisión Europea...

R: Pero esa bajada ya la decidimos a finales de 2014. También ayudamos a desapalancar las empresas con decisiones sobre el Impuesto de Sociedades. Y sí, subimos el IVA porque Bruselas y el FMI nos presionaban con fuerza. Pero te recuerdo lo que era 2012… fue un año sencillamente terrible. España estaba muy mal, incluso con riesgo de quiebra del país… y en la UE nadie levantaba la mano. ¿Subimos impuestos? Sí, pero la fórmula funcionó y en cuanto pudimos los bajamos. Descendieron IRPF y Sociedades en 12.000 millones de euros.

Te recuerdo lo que era 2012… fue un año sencillamente terrible. España estaba muy mal, incluso con riesgo de quiebra del país… y en la UE nadie levantaba la mano

P: Le escucho y saco como conclusión que al llegar al Gobierno había un avión, que era España, que estaba en caída libre…

R: Fue una época de muchísima tensión. De una tensión máxima. Era una situación que técnicamente parecía imposible de superar. España era tan grande que ni podía ser intervenida, como en el caso de Grecia, ni podía permitirse que su crisis arrastrara al euro. Éramos una economía muy internacionalizada y nuestra quiebra habría impactado en la economía mundial. Había mucha preocupación en las grandes instituciones económicas sobre nosotros. E hicimos un ejercicio de gobierno en un momento de riesgo extremo… y hubo que tomar decisiones complejas, pero fueron lo más concentradas en el tiempo que pudimos e impulsaron la recuperación a partir de 2013.

P: Cambiemos de tema. ¿Usted sigue pensando que es una buena idea publicar la lista de morosos?

R: Sin duda. Es una medida que sirve. Hay una parte que no se difunde, y es que a quien se le advierte de que va a aparecer en la lista hay veces que se le disuade y acaba pagando su deuda. Esa lista surge de una modificación de la Ley General Tributaria que fue pactada entre el PP y el PSOE. Fue importante en la lucha contra el fraude. Ahora, incluso se ha rebajado el umbral para aparecer en ese listado.

P: Economía sumergida…

R: Los estudios de la economía sumergida en España están sobrevalorados. En mi opinión, no llega a esos porcentajes. Se habla del 20% y eso exigiría casi que hubiera cadenas de producción que trabajaran fuera de cualquier control, en negro. Eso no es así. Los mecanismos de lucha contra el fraude fiscal y laboral han avanzado muchísimo y detectarían eso. Sigue habiendo un fraude fiscal extenso, pero disperso en pequeñas y numerosas actividades económicas. Por ejemplo, se defrauda en una factura final de IVA, pero para llegar a esa factura se ha desarrollado una actividad que ha pagado impuestos. Es decir, no es toda la actividad sumergida. En ese sentido, creo que las mediciones de los estudios deberían actualizarse porque se traslada la impresión de que hay mucho fraude, cuando se ha reducido muchísimo.

P: ¿Es el Estado más ineficiente en el control del gasto que en el que realiza para que los ciudadanos paguen impuestos?

R: Siempre hay justificación social. El mantra que dice que hay quien no paga impuestos y que el vecino tiene que abonar más por su culpa. Mira, los impuestos son leyes democráticas que existen en los estados modernos y que sirven para financiar los servicios públicos, la seguridad, la defensa nacional, la protección del medio ambiente, las políticas de igualdad, las pensiones, la salud, la educación… Eso tiene que ser financiado por impuestos. En ese sentido, son una carga obligada que establece nuestra civilización. Nunca hay que exagerar esa carga, pero tampoco debemos entenderla como siempre como obstáculo a nuestro desarrollo. Porque si no tuviéramos un Estado avanzado y eficiente, no seríamos capaces de tener un desarrollo económico suficiente.

P: Y el gasto público…

R: Pero es que el gasto público se controla. ¿De dónde vienen esas afirmaciones? Hay control y hay unas leyes exigentes, como la de estabilidad presupuestaria o la propia gobernanza europea. Estamos en un Estado autonómico y cada Administración tiene una responsabilidad de control que supervisa finalmente el Estado. Esos mecanismos de control existen y, además, se han mejorado muchísimo.

P: Pero hay algo innegable: Hacienda asusta… Intimida.

R: Es lógico que haya una exigencia por parte de la Administración tributaria. En este sentido, no hemos sido capaces de hacerlo más simple. Eso sí, hemos avanzado mucho. Piensa en lo que era hacer la declaración de la renta hace 20 años y lo que es ahora. Esto hace que la mayoría de los contribuyentes no se vea afectada por las advertencias de Hacienda. Ni siquiera se relacionan directamente con ella.

P: Pero cuando uno recibe una comunicación… se acollona…

R: A ver, es que la propia complejidad de la Administración tributaria hace que a veces no sea sencilla la relación entre Hacienda y el contribuyente. Son temas complejos, para qué vamos a decirlo de otra manera… Pero se ha avanzado y eso es innegable.

P: ¿Uno cuando es ministro de Hacienda es consciente de que los cambios de interpretación pueden complicar la supervivencia de algunas empresas?

R: Es que no son cambios de interpretación. Son de normas. Lo de la ‘interpretación’ es una excusa que se pone muchas veces. La arbitrariedad no existe, no tiene margen en el sistema. Otra cosa es que hayan existido etapas anteriores de mayor permisividad porque Hacienda no era tan capaz de tener esos controles.

P: Pero es un mantra aceptado lo que le pregunto…

R: Lo es. Pero no hay arbitrariedad. Lo que ocurre es que cuando la norma se adapta o actualiza, se producen cambios. Pero eso surge de leyes aprobadas en los parlamentos democráticos.

Yo nací en el año 50, en Jaén, con cartilla de racionamiento. Soy de la primera generación de españoles y europeos que no ha vivido la guerra. Decir que España no ha cambiado y que la democracia no nos ha hecho mejorar… es no reconocer lo que dicen la realidad y las estadísticas

P: La Hacienda moderna…

R: Yo he sido dos veces el ministro de Hacienda y en la primera etapa el control telemático estaba empezando. Enviábamos los borradores en papel al domicilio de los contribuyentes. ¡Y mira ahora! Está automatizado.

P: Se les caía la web a la primera el día que empezaba la campaña…

R: ¿Sabes que ahora 64.000 contribuyentes -las grandes empresas- hacen la declaración de IVA online? Es que es impresionante el avance. Eso muestra la capacidad que tiene Hacienda moderna. Somos la primera administración tributaria del mundo en hacer eso. Lo que hay ahora es toda una novedad tecnológica. ¡Pero con el pasado reciente! No me refiero a los años 70, cuando yo era un joven profesor de Hacienda que empleaba los fines de semana primaverales en hacer la declaración a toda la familia, con lápiz y goma. Esto es otro mundo.

P: ¿Qué revertiría de las decisiones que ha tomado su sucesora en el Ministerio?

R: No quiero entrar en la crítica política. No me corresponde. La he hecho mucho tiempo, pero no quiero hacerlo ahora. No quiero ir más allá del análisis económico. En cualquier caso, vivimos tiempos muy especiales y muy graves, de pandemia y guerra… y eso estaba fuera del guión. Es muy complejo gobernar en estas circunstancias.

P: Sacamos entonces la conclusión de que estamos mal, pero que no es para tanto, abundando en la primera pregunta que le he hecho…

R: Yo nací en el año 50, en Jaén, con cartilla de racionamiento. Soy de la primera generación de españoles y europeos que no ha vivido la guerra. Decir que España no ha cambiado y que la democracia no nos ha hecho mejorar… es no reconocer lo que dicen la realidad y las estadísticas económicas y sociales. Lo que tenemos que hacer es recuperar la confianza y la moral como país. Somos uno de los países que más ha progresado en las últimas décadas y actualmente, pese a las dificultades, seguimos creciendo y creando empleo; no tanto como quisiéramos, pero lo hacemos. También seguimos pagando las pensiones, atendiendo a los servicios sociales… No podemos caer en un pesimismo ancestral y pensar que estamos condenados al fracaso. Tenemos motivos para levantar la cabeza, como españoles y como europeos. Como ciudadanos de un mundo problemático y exigente, pero con confianza. Tenemos que trabajar por la libertad y la prosperidad. No hay que darlas por hecho, hay que trabajar para mantenerlas.

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