Algo parecido sucede con las funambulistas cuentas del Estado español. Cualquier pequeño desajuste hará que los problemas se acucien de manera exponencial. Por un lado, el gasto público es el mayor de toda la historia de España, la deuda pública también, y los impuestos ¡también! Si recaudamos más que nunca y nos estamos endeudando más que nunca y durante la última década el PIB per cápita ha disminuido. ¿En qué nos estamos gastando el dinero?
El dinero no crece en los árboles, pero las prioridades de gasto parecen sacadas de un bingo presupuestario. En esta montaña rusa de millones, vamos a ver en qué se gastan nuestro dinero los políticos.
Fuente: Carlos Arenas Laorga con datos de la IGAE
Aunque el Estado gaste más que nunca en toda la historia, más no necesariamente es mejor. ¿Presupuesto alto suena a progreso? La realidad dice lo contrario. Podemos presumir de un coche deportivo hasta arriba de gasolina, pero si no funciona el motor, presumir es lo único que vamos a poder hacer.
Los gobiernos se llenan la boca de palabras bonitas. Invertir en sanidad y educación, por ejemplo. La realidad suele ser otra. Lo mismo sucede con las subvenciones y ayudas. Siempre es más bonito hablar de los más necesitados, claro. La realidad es que el gasto político se come buena parte del dinero que pagamos en impuestos. Y otra cuantiosa suma se nos va en los amigos, enchufes y distintos chiringuitos más o menos útiles que se van creando a lo largo de los años. Y, como los presupuestos nunca son base cero, siempre caminamos hacia un “más que antes”.
La realidad de los datos es que sanidad y educación no son el fuerte de España. Los autónomos y las pymes tampoco. Es como un Robin Hood al revés. Pero la fiesta se acaba y luego hay resaca. Por poner un ejemplo, el gasto de España en empleados públicos es de un 11,5% del PIB. En cambio, en Alemania, es el del 7,9%. Y es que todo no se puede. Como decíamos, el dinero no crece de los árboles y las restricciones presupuestarias sí existen. Es decir, si tengo 10 euros y me gasto 5 en chuches, no podré gastarme 6 en cenar. Podré atracar a alguien, lo cual no es bueno. En el mejor de los casos, podré pedir prestado. Quizá una vez, dos, tres, pero tampoco puedo pedir siempre. Insisto, las restricciones presupuestarias existen. Por eso, no hay que extrañarse de que el principal problema de España sea el precio de la vivienda.
Fuente: Carlos Arenas Laorga con datos de Eurostat
Por el contrario, el gasto que más crece es, casualmente, el del grupo de votantes mayoritario. A saber, los pensionistas. Me parece fenomenal que las pensiones crezcan, aunque está comprobado que un sistema mixto sería mucho más beneficioso y menos caro. Es más, soy partidario de que las pensiones deberían ser muchísimo más elevadas (según lo que cada cual vaya capitalizando). Pero todo no se puede.
Fuente: Carlos Arenas Laorga con datos de Eurostat
Tenemos un gigante llamado presupuesto, cuyos pies de barro quisiéramos fueran también de oro. Pero no lo son. Baste mirar el primer gráfico para apreciar el gigantillo de las pensiones. Se come más del 40% del total del gasto.
Sin perdernos en millones. ¿El gigante está mejorando nuestra vida? Parece que llenar titulares con cifras récord y eslóganes grandilocuentes es el fin y no la mejora de las vidas de los españoles. El triunfo de anunciar una nueva cifra récord cada año se ha convertido en el pan de cada presupuesto que se aprueba. Pero el gasto hay que hacerlo eficiente y sostenible. La fiesta se puede terminar y con un sufrimiento terrible para millones de ciudadanos. Gastemos menos en fuegos artificiales porque cuando llegue la piedra a los pies de barro, no habrá presupuestos para levantar al gigante caído.
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