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Economía

El PIB más bajo en cinco años

Nadia Calviño.

Aunque el segundo trimestre suele ser el mejor de cada ejercicio, los datos de la última EPA advertían que la desaceleración económica era más acusada de la que apuntaba el Gobierno y otros organismos internacionales, como el FMI. Según los datos avanzados por el INE, el frenazo del PIB en el segundo trimestre es mayor del previsto como consecuencia de la inacción política y la falta de reformas estructurales, así como por la incertidumbre proyectada por los mercados internacionales, derivada por el brexit, el aumento del proteccionismo comercial y la fragilidad económica de nuestros principales socios. La demanda interna, la que sostiene el empleo y la actividad, se ha derrumbado como consecuencia de la contracción de la inversión productiva y del descenso en picado del consumo. Mientras, la demanda externa se recupera sorprendentemente pese a los modestos crecimientos de las principales economías europeas. Pero se debe más al descenso de las importaciones, por la caída de la demanda interna, que al alza de las exportaciones. España está ahora más cerca de un PIB cercano al 2% a fin de año que del 2,3% que preveía reajustar el Ejecutivo al alza o el 2,4% estimado por el Banco de España. De todas formas, el crecimiento es más elevado que el de los países de nuestro entorno. Sin embargo, el paro no baja de una tasa del 14% tras casi seis años de crecimiento económico ininterrumpido, y todavía falta por reponer casi un millón de empleos respecto al inicio de la crisis.

La economía registró entre abril y junio, en plena catarsis electoral, un crecimiento por los pelos del 2,3% (2,2513% exactamente) frente al 2,6% de hace un año y el 2,4% del primer trimestre de 2019. Por tanto, la economía lleva varios trimestres registrando una cuenta atrás que se acentúa lejos de frenarse. Se trata de la tasa interanual de crecimiento más baja desde finales de 2014. Desde ese año no se registraba un PIB tan bajo en el mismo trimestre. En términos trimestrales, que permite hacer la foto más actualizado de lo que está pasando, el PIB subió un 0,5%, dos décimas menos que hace un trimestre (0,7%) y una menos que hace un año (0,6%), pero muy lejos de alzas del 0,9% del 2017 ó 2015. Desde el segundo trimestre de 2014 (0,4%), es decir, en los primeros meses de repunte de la economía tras 12 trimestres consecutivos en contracción en la segunda recesión, no se producía un aumento tan modesto en este periodo.

Lo que más ha sorprendido es la espectacular desaceleración de la demanda interna tras la tregua de la inversión y el consumo entre enero y marzo. Sólo creció en dos décimas cuando en alza fue del  0,6% en el  trimestre precedente y del 0,6% en el mismo periodo de 2018. Por tanto, el descenso es de dos tercios.  Se trata del peor registro desde hace seis años. Por su parte, la tasa interanual se situó en el 1,6% frente al alza del 2,3% hace sólo tres meses y del 3,4% en el mismo periodo del año anterior. Desde 2013 no se producía un registro tan bajo.

Todos los componentes de la demanda interna empeoran. El consumo final se modera a un escaso 0,3% (0,2665%) en tasa intertrimestral, lo que significa que se ha producido un fuerte frenazo de este gasto pese a la mejora de las remuneraciones salariales (baja incluso el consumo público al 0,2%, frente al 0,4% del trimestre anterior pese al alza salarial por encima del 2,5%). En tasa anual, el consumo total crece en una décima respecto al trimestre anterior hasta el 1,7% gracias al colchón estadístico del aumento del 2,1% de hace un año. Desde 2016 no se registraba un crecimiento tan bajo entre abril y junio. Estas cifras se replican en el consumo final de los hogares (0,3% trimestral y 1,7% anual). El gasto en bienes duraderos (electrodomésticos y sobre todo coches) es quien más se resiente ya que decreció un -3,6% frente al alza del 1,7% en el primer trimestre y del 1,2% hace un año. Desde 2012, en plena segunda recesión, no se producía una tasa negativa. En tasa anual, los bienes duraderos registran una contracción del -6,4% (la peor desde 2012) frente al -1,8% entre enero y marzo y un alza del 10% entre abril y junio de 2018.

Descenso de la inversión empresarial

Lo más llamativo es el descenso en vertical de la inversión empresarial, la más sensible al acontecer político nacional y la situación internacional. La Formación Bruta en Capital Fijo, la que genera la actividad económica y el empleo, se contrajo hasta el -0,2% frente al crecimiento del 1,4% en el primer trimestre del año y del 3,2% de hace un año. La caída es galopante. No se producía un descenso tan pronunciado en un segundo trimestre desde 2013. En tasa anual, crece un 1,2%, por el tono positivo de los trimestres anteriores, pero no tiene nada que ver con el alza que experimentaba la inversión del 4,7% entre enero y marzo de este año o del 7,5% en el mismo trimestre de 2018. En el detalle se ve que la inversión en construcción también se atenúa, crece un 1,3% en el trimestre frente al 2,1% de hace un año y en tasa anual baja del 7% en el segundo trimestre de 2018 a casi la mitad (3,4%) en este segundo trimestre de 2019.

La inversión parece haberse asustado, posiblemente ante la falta de Gobierno y de una política económica reformadora

La inversión de bienes de reposición (equipo y maquinaria) retorna a tasas negativas (no sucedía desde 2014) hasta el -2,6% intertrimestral frente al 4,3% de alza en el trimestre anterior y del 6,1% de hace un año. La contracción en tasa interanual es del -1,5% frente al alza del 7,3% de hace un trimestre y del 10,6% en el mismo segundo trimestre de 2018. No se producían tasas negativas desde 2012. Es decir, la inversión parece haberse asustado, posiblemente ante la falta de Gobierno y de una política económica reformadora, y se ha enrocado. Así, por ejemplo, el gasto en la compra de vehículos de trabajo (material de transporte) registra una tasa negativa del -1,6% frente al 7,7% de subida de hace tres meses y del 13,7% entre abril y junio de 2018. En tasa anual, la contracción es del -4,5% cuando hace tres meses subía un 10,3% y hace un año un 15,9%. Desde 2009, en la primera recesión, no se producía una tasa negativa en este segmento de la inversión.

Es la demanda externa la que ha evitado una mayor caída del PIB aportando siete décimas, cinco más que hace tres meses. Crece un 13,9%, la mayor tasa desde 2015, el doble que en el trimestre anterior, frente al -7,8% de hace un año en tasa intertrimestral. En tasa anual el alza es del 34,6% frente a una caída del -8,9% entre abril y junio de 2018. En todo caso, esta mejoría de la demanda exterior se debe a la mejora de las exportaciones de bienes (3,3% frente al 0,2% de hace un año) y sobre todo al debilitamiento de las importaciones (se contraen un -0,3% en tasa interanual) como consecuencia del descenso de la compra de bienes (-1,5%).

Por el lado de la oferta, el descenso del PIB se observa en todos los sectores. Destaca en tasa anual el -1,7% de la agricultura y la permanente atonía de la industria (0,1% frente al 2% de hace un año). Los servicios crecen un 2,9%, gracias al repunte de las actividades inmobiliarias y financieras. Pero, se advierte el peor tono del comercio, hostelería, transporte e información y comunicaciones.

En cuanto al empleo de la economía, se ralentiza en tres décimas el ritmo de crecimiento tanto trimestral (0,4% frente al 0,7% de hace tres meses y de hace un año) como anual (2,5% frente al 2,8% del trimestre precedente). La variación es de 459.000 empleos a jornada completa anuales (el PIB no recoge el trabajo a tiempo parcial) cuando hace sólo tres meses era de 510.000.

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