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Economía

Rubalcaba basa su alternativa sobre empleo en la congelación de la reforma laboral que hizo Zapatero en 2010

Los secretarios de área de la ejecutiva federal del PSOE se reunieron este lunes con Alfredo Pérez Rubalcaba y, al finalizar el encuentro, éste precisó algo más el acuerdo sobre política económica que este miércoles le ofrecerá a Mariano Rajoy en el Congreso. Uno de sus capítulos principales descansa en el rescate que tendría que asumir el Estado para sujetar la nómina de aquellos trabajadores a punto de engrosar las listas del paro: serían mantenidos en plantilla con reducción de jornada, menos sueldo y reparto de cargas entre las empresas y el Gobierno. Rubalcaba lo resumió así: “Es necesario establecer una moratoria en el despido por causas económicas, pues de lo contrario tendremos 500.00 parados más a fin de año”.

Rubalcaba sigue sin precisar de dónde saldría el dinero para retener en plantilla a los trabajadores de los sectores menos competitivos

Rubalcaba reconoció que le falta concretar de dónde saldría el dinero para evitar estos despidos. “Puede ser de las políticas activas”, asomó el secretario general del PSOE como una posibilidad. Pero lo que no recordó el líder socialista es que la introducción en la legislación laboral del despido por causas económicas que ahora propone congelar hasta 2015, fue aprobada por el Gobierno al que él mismo pertenecía con José Luis Rodríguez Zapatero de presidente. Corría el mes de julio de 2010, era ministro de Trabajo Celestino Corbacho y su departamento encargó al despacho Cuatrecasas una reforma laboral muy ajustada a lo que entonces eran las exigencias de Bruselas. Finalmente, el Gobierno socialista llevó al Parlamento, con el apoyo del PNV, una enmienda que precisaba el despido por causas económicas y que abría la puerta a que cualquier empresario pudiera despedir con una indemnización de 20 días por año, en lugar de los 45 que regían hasta entonces, siempre que justificara pérdidas “actuales o previstas” e, incluso, en el supuesto de que tuviera una “disminución persistente de su nivel de ingresos”. Las propuestas que defendió el PSOE en el Congreso incluyeron también entre los motivos de despido “la disminución relevante de beneficios o la falta persistente de liquidez” en las empresas.

La reforma de Zapatero, que se aprobó cuando Rubalcaba era ministro del Interior y solo un mes antes de ser nombrado vicepresidente primero, no solo fue respondida por los sindicatos con una huelga general en protesta por unas medidas que consideraron lesivas para los trabajadores, sino que causó un gran vendaval en las filas del PSOE, donde diputados como Antonio Gutiérrez, entonces presidente de la Comisión de Economía, Manuel de la Rocha o Jesús Membrado estuvieron a punto de dimitir. No comprendían cómo desde su partido podían dinamitar de esa forma el Estatuto de los Trabajadores y, sobre todo, les provocaba úlcera saber que las iniciativas estaban siendo cocinadas no en el Ministerio de Trabajo, sino en un despacho privado.

La regulación del despido que el líder del PSOE ahora propone congelar fue hecha por el Gobierno de Zapatero y provocó un amago de dimisión de varios ex diputados socialistas

Después de esta reforma, el PSOE se despidió del Gobierno con cinco millones de parados. Quince meses después, Rubalcaba defiende dejar en suspenso estas medidas, aunque este miércoles ampliará su abanico de propuestas en el Congreso con el argumento de que cuantas más haga, más sencillo será llegar a un gran acuerdo con Mariano Rajoy y su equipo económico.

Ayer trazó un perímetro muy amplio para este posible acuerdo, tanto que abarca desde la reforma laboral hasta la fiscal, pasando por la política de salarios, beneficios y precios y por un plan de lucha contra la pobreza. En las filas de su partido se tienen nulas esperanzas de llegar a un pacto de esta naturaleza, no solo porque supondría subvencionar con dinero público a sectores poco competitivos, sino también porque no se sabe de dónde saldría el dinero y no ven dispuesto tampoco al Gobierno, con su mayoría absoluta, a enviar un mensaje de debilidad. La principal ventaja que está teniendo esta ofensiva de imagen de Rubalcaba, se admite en el Grupo Socialista, es que está sirviendo, por lo menos, para que alguna de sus iniciativas tenga eco en los medios.

Los socialistas muestran poco interés en ver al Rey Juan Carlos embarcado en la tarea de favorecer un gran pacto entre los principales partidos para la salida de la crisis

El líder del PSOE ni siquiera tiene interés en ver al Rey Juan Carlos en la tarea de presionar a los dos grandes partidos a favor de un gran pacto para salir de la crisis. “He hablado con él, me ha manifestado su opinión sobre la posibilidad de llegar a acuerdos, pero no me ha consultado ningún detalle al respecto”, señaló Rubalcaba en un tono de evidente desgana.

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