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CLÁSICOS DEL FÚTBOL

La noche en que Sergio Ramos tumbó al Bayern de Guardiola

En las semifinales de la 'Champions' de 2014 el central del Real Madrid marcó dos goles en los primeros minutos frente al temible rival alemán que partía como favorito. El partido acabó 0-4 para los blancos

Sergio Ramos tras marcar uno de sus dos goles en el Allianz Arena de Münich en 2014.

Hay pocos partidos en la historia del fútbol donde pueda decirse que la victoria se logró gracias a los goles -así, en plural- de un central. Uno de ellos es, sin duda, el encuentro que disputaron el Bayern de Múnich y el Real Madrid el 29 de abril de 2014, ahora se cumplen ocho años, en el Allianz Arena. Porque esa noche Sergio Ramos tumbó al equipo bávaro que entrenaba Pep Guardiola con dos sensaciones testarazos en los primeros minutos del encuentro. Luego Cristiano Ronaldo marcaría otros dos tantos para redondear un 0-4 histórico, pero la eliminatoria ya estaba resuelta por el defensa sevillano.

Ambos clubes disputaban la vuelta de las semifinales de la Champions League. En el partido de ida el Madrid había ganado 1-0 en el Santiago Bernabéu. Pero acudía a una ciudad, Múnich, donde nunca había ganado en competición europea. Y se enfrentaba a un rodillo alemán que ya tenía sentenciada la Bundesliga, que era el campeón continental merced a su triunfo de la temporada anterior y que tenía como entrenador al azulgrana Guardiola en su primera temporada por aquellos lares. Los alemanes, por todo ello, eran favoritos. Así lo decían las casas de apuestas.

La previa del partido había sido caliente. Porque nada más acabar el duelo de ida, Guardiola afirmó aquello de que los madridistas eran "atletas" y porque el presidente del Bayern, el ex jugador Karl-Heinz Rummenigge, sostuvo que en la vuelta "hasta los árboles arderán en Múnich". "Les recordará al infierno". "Dijeron que ardería, pero está lloviendo", afirmó el técnico madridista Carlo Ancelotti en la previa.

Lo cierto es que unos y otros esperaban que el Allianz fuera una caldera. Se preveía un partido igualado, emocionante, casi agónico, con los alemanes lanzando sus zarpazos y los blancos defendiéndose para salir rápido a la contra. Pero la realidad del encuentro fue bien distinta. Porque la emoción duró los 20 minutos que Ramos tardó en perforar dos veces con sendos cabezazos (minutos 16 y 20) la portería bávara de un Neuer impotente. Ni caldera ni infierno ni siquiera hoguera. Silencio sepulcral en el Allianz.

Noqueados demasiado rápido, los de Guardiola lo intentaron pero ya sabían que no podían. Los Kroos, Robben, Ribéry, Alaba o Muller veían esfumarse la final ante un Madrid donde Cristiano remataba la faena con la colaboración de Bale, Benzema y compañía.

Con su soberbia actuación de aquella noche Ramos se desquitaba, además, de uno de los peores momentos de su carrera, porque sólo dos años antes, en 2012, también en las semifinales de Champions y frente al mismo rival, había lanzado un penalti a las nubes en aquella tanda fatídica del Bernabéu. Semanas después, en la final de Lisboa frente al Atlético de Madrid, otro cabezazo del camero agigantó su leyenda como futbolista en otro clásico de fútbol.

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