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Las mil vidas de los ultras, la eterna lacra del fútbol que asola Francia y España

La muerte de un aficionado del Nantes la semana pasada ha vuelto a activar todas las alertas. ¿Por qué siguen permitiendo los clubes que estas facciones tengan una cuota de poder y protagonismo en el día a día de los equipos?

Tifo desplegado por hinchas del PSG en un partido de Champions League esta temporada. EP

El fútbol, por desgracia, sigue en manos de los ultras. Pese al esfuerzo de algunos clubes como Barcelona y Real Madrid por erradicar a los violentos de sus estadios, hay decenas de equipos que siguen en manos de estos grupos radicales.

El ejemplo más claro de influencia nociva es el Marsella. El conjunto francés vive constantemente amenazado por los impulsos más primitivos de sus ultras. Fruto de ello fue la destitución de Marcelino a primeros de este curso futbolístico.

El técnico asturiano relató en una entrevista en L’Équipe que en sus "veinte años como entrenador, y casi veinte como jugador profesional antes de eso, y nunca había visto nada igual en mi vida. Es una forma de hacer las cosas que está muy lejos de lo que debería ser la realidad en 2023 en un país civilizado. El fútbol es pasión, de acuerdo, pero hay límites".

Los dirigentes del club marsellés tienen poco margen de maniobra, pues los episodios se suceden sin intervención ninguna. El 29 de octubre, hace apenas mes y medio, el partido entre el Olympique de Marsella y el Olympique de Lyon se suspendió después de que el autobús visitante fuese apedreado por ultras locales, quienes hirieron al entrenador Fabio Grosso.

Francia en general tiene un grave problema con los ultras en el fútbol. El pasado fin de semana, un aficionado del Nantes, presuntamente miembro del grupo ultra Brigade Loire, murió apuñalado en la previa del encuentro ante el Niza por ultras del equipo rival. El joven, de 31 años, se desplomó y murió a pesar de la rápida intervención de los servicios de emergencia.

La ministra francesa de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra, pidió "medidas radicales" ante la "situación" que dio pie a esta muerte, pero con los ultras es siempre el cuento de nunca acabar. Ni instituciones ni clubes parecen ser capaces de hacerles frente, de trazar líneas rojas para evitar la caída a los abismos.

Por último, y para cerrar el eterno ciclo de violencia en Francia, decenas de aficionados del Newcastle fueron agredidos en un bar de París por ultras del PSG en la previa del encuentro que disputaron hace unos días en la UCL.

El aumento de altercados es algo que atañe a todos los países europeos. Estrella Roja, Legia de Varsovia, Lazio, Fenerbahce, Olympiacos, Zenit y Eintracht de Frankfurt, entre muchos más, son algunos de los equipos que cuentan con las legiones de ultras más peligrosas del viejo continente. Aunque la UEFA multa a los clubes por sus acciones, la influencia que estos ejercen está lejos de aminorar.

Los ultras en España

Aunque en España no estamos para dar muchas lecciones. La Comisión Permanente de la Comisión Estatal contra la Violencia ha propuesto una sanción de 4.000 euros y prohibición de acceso a los recintos deportivos por un período de 12 meses a cada uno de los 41 aficionados ultras identificados del Deportivo Alavés y del Real Betis que participaron en una reyerta multitudinaria en las calles de Vitoria el pasado mes de octubre.

Mientras, la Policía Nacional ha informado que en los últimos seis años han detenido a más de 200 ultras en la ciudad de Sevilla. La Brigada Provincial de Información, según relató primero el Diario de Sevilla, ha realizado 39 operaciones contra radicales béticos y sevillistas desde 2017. La ciudad hispalense tiene un serio problema con los radicales de los dos equipos, uno que solo se asevera con el paso de los años.

Esta misma semana hemos conocido que la Fiscalía de Madrid solicita cuatro años de prisión para cuatro miembros del grupo ultra Frente Atlético por colgar la madrugada del 26 de enero un muñeco hinchable con la camiseta de Vinícius en un puente próximo a la ciudad deportiva del club madrileño.

El representante del Ministerio Público les imputa un delito de amenazas y otro contra los derechos fundamentales y libertades públicas, al tiempo que les reclama en concepto de responsabilidad civil una indemnización conjunta de 6.000 euros por los daños morales causados al futbolista. No hay fecha de juicio.

Incluso en el fútbol regional, la lacra continúa. La Policía Nacional detuvo, a mediados de noviembre, en la denominada Operación Capea a 20 aficionados ultras de distintos equipos de fútbol a los que se atribuyen presuntamente delitos de desórdenes públicos, lesiones y daños, odio y pertenencia a grupo criminal por una pelea en Soria antes de un partido entre CD Numancia y UE Cornellá el pasado mes de mayo.

Como pueden ver, no parece que los ultras vayan a tener un final abrupto en su coexistencia con el fútbol a corto y medio plazo. Un conflicto que nació siendo únicamente deportivo ha escalado hasta obtener la categoría de lucha política y social. El fútbol es un lugar precioso, pero lleva embarrado desde sus inicios por la violencia más absurda que existe.

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  • S
    sanchez4nba

    Fantástico artículo Iván. No entiendo como no tiene comentarios ni porque te dejan escribir tan pocos.