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El Buscón

Crónicas bonaerenses: la apnea del ministro, los ejercicios gimnásticos de su Alteza y el vacío a Rajoy

El pasado miércoles 4 de septiembre a las 0:30 horas un vuelo regular de Iberia partía desde Madrid rumbo a la capital argentina con el ministro de exteriores, José Manuel García Margallo, el secretario de estado de cooperación para Iberoamérica, José Manuel Gracía Aldaz, así como la infanta Pilar de Borbón, a bordo.

En el vuelo, a media capacidad iba también una serie de empresarios, casi todos con rumbo a la adjudicación (dramática) de los Juegos Olímpicos de 2020.

El titular de exteriores sufre de apnea y olvidó parte de su mascarilla para dormir. Se dio cuenta in extremis, a bordo del avión. No faltó quien le sugirió que todavía podían ir a por un aparato con toda celeridad, usando los privilegios oficiales, pero el ministro dijo que ni hablar, que el aeroplano debía despegar a su hora.

Eso sí, pidió un poco de separación con el resto del pasaje a la hora de dormir, para no molestar durante el vuelo nocturno. Los que le rodeaban agradecieron este gesto de normalidad. “Si hubiéramos estado en los tiempos de Guerra o Solchaga, se retrasaba el avión tres cuartos de hora sin el menor miramiento”, comentaba una persona ahí presente a este Buscón.

También valoraron que Margallo iba sin escolta y que él mismo colocó su maleta en el altillo del avión. Por la mañana, el comandante fue personalmente a interesarse por el sueño del ministro, que había dormido perfectamente, aunque señaló que algo así como que esperaba no haber molestado demasiado a los viajeros.

“También, reclamó un documento a personal de su equipo, pero justo pasaba el carrito del desayuno y el papel estaba más allá. Entonces el ministro dio la orden de esperar a que se sirviera a todo el mundo, antes que molestar a las azafatas. Un tío muy normal y eso que iba todo el avión en modo eufórico. Era la ida, claro”.

Piernas al aire

También fue divertido ver a Pilar de Borbón y su ayuda de cámara realizar ejercicios para facilitar la circulación después de la cena, antes de ponerse a (intentar) dormir: “la pudimos ver al fondo del avión, piernas en alto, pedaleando en el aire”. Esta infanta no se encomienda ni a Dios ni al Diablo, cosa que ha demostrado en alguna que otra aparición pública.

Claro que, al llegar a Buenos Aires, la cosa fue muy distinta. “La euforia no se respiraba por ningún lado. Encontramos cero complicidad. En Argentina daban por hecho que ganaba Tokio, en total contraste con España. No nos dieron el menor apoyo ni gesto de simpatía. En el Hilton de Puerto Madero, poco antes de las votaciones, el propio alcalde Mauricio Macri nos dejó ver que había alucinado con la portada de El Mundo", diciendo que si en caso de ser cierta, "era estúpido decirlo tan claro”.

A Rajoy no le dieron ni media bola, claro que el horno no está para bollos en Argentina. Tan sólo el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, lamó por teléfono al presidente al restaurante La Brigada, donde almorzaba, como único gesto institucional. Scioli, uña y carne de CFK, sabía de sobra la que se avecinaba desde hace tiempo y se cuidaron muy mucho de mostrar cualquier querencia por Madrid 2020. Quién sabe si la llamada tuvo algo de rintintín. Tanto él como cristinita evitaron tener contacto oficial con nuestro presidente antes y después de la debacle. 

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