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Sexualidad

Vulvodinia: así afecta el dolor en los genitales femeninos a la salud mental

La vulvodinia es una afección dolorosa crónica que afecta a los genitales externos femeninos y forma parte de los trastornos de dolor sexual

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Vulvodinia: así afecta el dolor en los genitales femeninos a la salud mental. Pixabay

Se llama vulvodinia y es una enfermedad dolorosa que afecta al órgano genital femenino, comprometiendo seriamente la calidad de vida de quienes la padecen. En España, el dolor vulvar persistente con más de tres meses de duración, tiene una prevalencia del 6,6%, llegando hasta un 13% en algún momento de la vida de la población femenina. 

En nuestro país, según la Sociedad Española del Dolor (SED), el perfil medio de paciente con dolor crónico es mujer de unos 55 años, en edad laboral y con cargas familiares, que sufre dolor de elevada intensidad con un enorme impacto personal, familiar y social. De hecho, a pesar de ser un trastorno extendido, la vulvodinia sigue siendo a menudo incomprendida e infravalorada. Se trata de una afección dolorosa crónica que afecta a los genitales externos femeninos y forma parte de los trastornos de dolor sexual. 

Ardor, picor, irritación, sequedad, hinchazón, desepitelización y dispareunia, es decir, dolor durante las relaciones sexuales, son algunos de los principales síntomas con los que puede manifestarse esta afección. A menudo todo comienza con pequeñas molestias íntimas, que se asemejan a las causadas por infecciones o inflamaciones generales, como la cándida, la cistitis y el vaginismo

Con el tiempo, estos primeros síntomas pueden empeorar y hacerse crónicos, haciendo cada vez más difícil, a veces incluso imposible, realizar incluso las actividades cotidianas más sencillas, como sentarse, caminar, cruzar las piernas, ponerse pantalones, montar en bicicleta, hacer deporte y mantener relaciones sexuales. Además de afectar a los hábitos y la vida cotidiana, esta afección puede tener un gran impacto en la salud mental, las emociones, la autoestima, las relaciones y la vida sexual de quienes la padecen.

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La vulvodinia puede incluso afectar a las actividades cotidianas.Pixabay

Cómo se manifiesta la vulvodinia

La vulvodinia se caracteriza por la presencia de alodinia, es decir, dolor generado por un estímulo que, en condiciones normales, sería inofensivo e incapaz de provocar ningún tipo de sensación dolorosa. Esta percepción de malestar o dolor puede ser espontánea o provocada. En el primer caso, el ardor y la molestia están presentes de forma permanente, mientras que en el segundo surgen tras un estímulo: durante las relaciones sexuales, pero también con la aplicación de cremas o con el mero contacto con la ropa interior. Puede presentarse de forma generalizada, implicando a toda la vulva, o de forma localizada, cuando el dolor afecta a una parte concreta. 

Diagnóstico

El diagnóstico de la vulvodinia se basa en un proceso de exclusión de otras patologías vulvares. La afección se considera probable cuando los síntomas han persistido durante al menos tres meses, no hay lesiones evidentes que puedan asociarse a otros trastornos o infecciones, y el mero contacto de la zona genital induce un dolor agudo. 

El diagnóstico se realiza mediante el SWAB TEST o "prueba del bastoncillo de algodón". Se utiliza un bastoncillo de algodón para aplicar una ligera presión en toda la zona del vestíbulo y la vulva. La prueba es positiva cuando, en lugar de una reacción normal, la paciente experimenta ardor intenso, dolor y alteración de la sensibilidad. Una vez realizado el diagnóstico, es fundamental que el médico o ginecólogo tenga un conocimiento adecuado de esta patología e interprete con precisión los síntomas de la paciente, para poder orientarla hacia el tratamiento más adecuado.

La psicoterapia: un apoyo en la vulvodinia 

Debido a la ausencia de lesiones clínicas evidentes, la vulvodinia se ha clasificado durante mucho tiempo como un trastorno psicosomático o incluso psicógeno. Sin embargo, en los últimos años, con el avance de los conocimientos y la evolución de los modelos neuropáticos, la comprensión y el tratamiento de este trastorno han mejorado considerablemente.

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La vulvodinia debería tratarse también desde el punto de vista psicológico.Pixabay

A lo largo de los años, “la vulvodinia se ha etiquetado erróneamente como una afección de origen psicológico. Este concepto erróneo se debe en parte al hecho de que las lesiones clínicas o las anomalías físicas significativas no suelen ser evidentes en las zonas genitales de las mujeres que la padecen. Por lo tanto, la falta de signos visibles ha llevado a suponer que el dolor es puramente producto de la imaginación o de dificultades psicológicas. Por el contrario, es esencial considerar la vulvodinia como un trastorno complejo en el que intervienen diversos factores, incluidos elementos físicos, biológicos y emocionales”, explican desde Buencoco.

Para tratar la vulvodinia, es esencial, en primer lugar, “apagar el interruptor del dolor e intervenir sobre la enfermedad a varios niveles: farmacológico, fisioterapéutico, nutricional y psicológico. La terapia psicológica ofrece un apoyo esencial para gestionar el malestar emocional relacionado con la enfermedad. Esta terapia también puede realizarse online, para facilitar el acceso de los pacientes y derribar barreras”, añaden los expertos de la plataforma de psicología online.

Es un apoyo inestimable para las pacientes que sufren vulvodinia, tanto en la fase de diagnóstico como a lo largo del proceso de tratamiento. “Con la ayuda del psicólogo o psicoterapeuta es posible, de hecho, abordar las diferentes facetas de la afección, investigando también los aspectos psicológicos y relacionales. La historia personal de la mujer, su experiencia emocional, el impacto de la sintomatología en la calidad de su vida, su autoestima y su esfera relacional y sexual son aspectos en los que se centrará el terapeuta para definir un espacio específico de escucha, intercambio, aceptación y expresión”, añaden. 

Emprender un recorrido psicológico, en paralelo al tratamiento orgánico, “puede ayudar a las pacientes a comprender mejor la vulvodinia, favorecer la aceptación de la enfermedad y su cronicidad, y reducir la carga emocional asociada a esta afección. Además, años de dolor nervioso agudo pueden poner a prueba los sistemas nerviosos simpático y parasimpático, activando un estado de alerta continua. La terapia puede ayudar a las mujeres que padecen vulvodinia a sobrellevar mejor estos traumas cotidianos y a gestionar sus continuos desafíos”. 

Por último, la vulvodinia suele afectar profundamente a la relación de pareja y a la esfera sexual, creando malentendidos, tensiones y frustraciones. “La terapia de pareja puede ayudar a ambos miembros a comprender mejor la situación y a encontrar nuevas estrategias para mantener una conexión íntima y satisfactoria. Con el apoyo adecuado, cualquier afección puede tratarse. Lo importante es tener paciencia, ser amable con uno mismo y confiar en profesionales competentes. Con tiempo y la atención adecuada, hay muchas mujeres que consiguen librarse de la vulvodinia y volver a vivir plenamente”, concluyen desde Buencoco.

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