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Bienestar

Cinco señales que tu pelo manda y que pueden revelar un serio problema de salud

No es que nuestro cabello hable, pero la realidad es que es un elemento más de nuestro organismo y es por tanto susceptible a variaciones, apenas imperceptibles, que van desde la dieta a otras patologías que requieren atención médica

Nuestro pelo no es un ente aislado del resto del cuerpo, sino un ápice más (ahora principalmente estilístico, aunque cumple con funciones orgánicas clave como mantener la temperatura de la cabeza) al que prestar más atención que al simple hecho de lavarlo, peinarlo o llevarlo a la moda.

Nos habla, sin palabras, pero nos habla. Revela así nuestros estados de ánimo, afectando el estrés en gran manera a cómo crece y cómo cambia. También protesta cuando nuestra dieta no está a la altura de las expectativas. Por eso, se queja cuando el equilibrio de lo que ingerimos no es correcto, más aún si abusamos de tóxicos como el alcohol o el tabaco, o cuando llenamos nuestra dieta de grasas saturadas o prescindimos de las proteínas.

Sin embargo, también se manifiesta con otro tipo de patologías, las cuales pueden afectar al cuero cabelludo y al pelo, y donde nos pueden servir de señal de alarma para ponerle remedio. Por todos estos motivos, no olvides que este extremo cargado de queratina (una proteína) y protegido e hidratado por las glándulas sebáceas que tenemos en la cabeza, tiene bastante que decir en términos de salud.

Cinco señales que tu pelo manda a través de distintas enfermedades

Quebradizo, apagado, de volumen irregular, caída descontrolada, aparición de caspa sin apenas encontrar justificación... La facilidad con la que nos amargamos cuando nuestro pelo nos empieza a fallar es alarmante, a la que buscamos remedios en tiendas, farmacias y dermatólogos para llenar nuestras estanterías de mascarillas, champús, acondicionadores y lociones hidratantes.

En ocasiones hablaremos de factores externos (incluyendo los errores que cometemos en la higiene diaria), pero en muchas ocasiones la respuesta a estos problemas que nos atribulan se deben al carácter interno. Dietas poco equilibradas, déficits hormonales, cantidades de estrés inusualmente altas, ciertas enfermedades autoinmunes... Las opciones son amplias, por eso vamos a intentar poner nombre a estas causas.

Anemia

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La anemia está muy relacionada con la pérdida de pelo al tener déficit de hierro. ©Gtres.

La falta de hierro en nuestro cuerpo se asocia de manera clara a una fatiga física y mental especialmente alta. Este tipo de carencias también salpican al pelo, ya que la cantidad de hemoglobina que está presente en nuestros glóbulos rojos es menor y por tanto no puede transportar tanto oxígeno a los tejidos como debería.

Así llega a nuestra melena, que lo muestra quebradizo, apagado y con una mayor tendencia a caerse, que además puede acompañarse de otros síntomas, ya sean físicos o mentales derivados de la propia anemia, como es la apatía e incluso la depresión, por lo que la caída se puede acrecentar.

Problemas de tiroides

Es curioso que tanto el hipotiroidismo como el hipertiroidismo contribuyan a dañar nuestra salud capilar, aunque la sintomatología es bien diferente. En cualquier caso, no olvidemos que hablamos de una glándula que juega un importante papel en el equilibrio hormonal de nuestro organismo y por tanto del pelo, ya que estimula los folículos pilosos, equilibra la actividad sebácea y favorece la tonicidad capilar, como explican desde Institut Vila-Rovira.

Por un lado, el hipotiroidismo se manifiesta capilarmente con una caída crónica y difusa, con una queratina más frágil y donde el aspecto del cabello es áspero y seco, según indican desde esta clínica de transplantes capilares barcelonesa. En el caso del hipertiroidismo el ejemplo es al contrario, ya que los ciclos capilares se aceleran y caigan pelos excesivamente 'jóvenes', siendo también más pobres en queratina y lo que aumenta también el carácter graso de éste (al haber menos cantidad y seguir produciendo sebo), apareciendo así un pelo fino, con poco cuerpo y también quebradizo.

Estrés

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El estrés incrementa la cantidad de cortisol, que aumenta la inflamación de los tejidos y ralentiza la circulación sanguínea, necesaria para nutrir a los folículos pilosos.©Gtres.

El estrés forma un círculo vicioso con nuestro cabello, con el cual se retroalimenta de la situación personal que la persona que sufre pérdida de pelo encuentra en un perpetuo bucle. Hay indicios de que el estrés y la liberación de cortisol influyen en la inflamación de los tejidos, complican la llegada de sangre al cuero cabelludo y ralentiza la circulación sanguínea. De este modo, la angustia por perderlo y el estrés que genera se retroalimenta con la propia pérdida.

Trasladado al pelo, encontramos que el estrés debilita la estructura del folículo piloso al no poder nutrirlos, a lo que debemos sumar que las situaciones estresantes reducen la secreción de melanina (el pigmento encargado de dar color a ojos, pelo y piel), reduciendo de este modo el color natural y aumentando el número de canas.

Alopecia areata

Pequeñas calvas en zonas concretas de la cabeza, a modo de manchas, se suceden en las personas que padecen este tipo de enfermedad autoinmune donde la genética juega un papel importante, pero también el estrés. En este caso, el sistema inmune ataca a los folículos, generando esas pequeñas placas de calva, del tamaño de una moneda.

En algunos casos será responsabilidad del estrés, pero conviene acudir a un dermatólogo para que derive al paciente a otros especialistas y salga de dudas sobre el origen porque podrían ser diferentes casos. El lupus, la diabetes tipo 2, el vitíligo, la colitis ulcerosa, la enfermedad de Crohn o la dermatitis tópica podrían estar detrás de esta sintomatología que se suele tratar con corticoesteroides, con inmunoterapia tópica y con el famoso minoxidil.

Diabetes tipo 2

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La caída de pelo también puede verse afectada por la diabetes tipo 2. ©Gtres.

Más allá de complicarnos la dieta y de obligarnos a vivir permanentemente a la insulina, la diabetes también puede manifestarse de manera temprana en nuestro pelo, sucediendo una alopecia temporal que puede estar relacionada con esta enfermedad autoinmune. Como es habitual, debemos volver a entender nuestro sistema circulatorio para comprender cómo afecta la diabetes al pelo.

Al regenerar los folículos pilosos, nutridos a través del torrente sanguíneo, nuestro pelo luce fuerte y sano, pero la diabetes provoca un desajuste hormonal de insulina que bloquea estos capilares. En el mismo sentido, es habitual que los diabéticos tengan problemas de circulación recurrentes, lo cual también es enemigo natural de una buena salud capilar.

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